El hecho que las elecciones las haya ganado Javier Milei, no solo nos libera de la insoportable decadencia kirchnerista, sino que la sociedad argentina por primera vez le da la oportunidad al liberalismo y surge un histórico cambio de expectativas. Esta noticia no puede ser mejor para el campo que siempre clamó por la libertad de mercados y por sacarse de encima el elefante del Estado.
Las primeras acciones y proyectos de la administración Milei nos muestran por un lado objetivos osados y, a grandes trazos, enfocados en el rumbo correcto hacia una economía libre, más abierta, sin privilegios ni trampas a medida de amigos. Pero también en los primeros días, se anunciaron medidas de índole fiscal, también osadas, pero que castigan muy fuerte la ecuación económica del agro.
Por un lado, el proyecto de ley de aumento de los DEX (Derechos de exportación), conocidos más como las “retenciones”, cayeron bastante de sorpresa en el sector. No era algo anunciado (lógicamente) en campaña, ni tampoco se condice con el discurso liberal. Por otro lado, la presión impositiva para importación de insumos para el agro aumenta fuertemente vía el “Impuesto país”, que se eleva a 17,5%. Una “Doble Nelson” que castiga la ecuación de ventas y de compras.
Esta combinación, de caída de ingresos vía DEX y el aumento del precio de insumos, afecta no solo rentabilidad, sino también la capacidad de aplicar tecnología. Pega directo en la relación insumo-producto. Un brasileño compra insumos y tecnología a precio internacional sin una recarga del 17,5% y vende su soja sin un descuento del 33%. Lo cual, nuestro vecino competidor, está en una posición “normal”, pero nosotros no.
Para un argentino la agricultura, es como partir en una carrera de 100 metros desde 17,5 metros atrás de la línea de largada, y prolongar unos 33 metros la línea de llegada, vs. el resto de los países productores que corren 100 metros llanos. Competencia que resulta imposible para nosotros.
La devaluación (que venía cantada), generó en muchos casos, pero no en todos, un alivio sobre el endeudamiento eventual de empresas agropecuarias que accedieron a financiación en pesos. Para esos casos, es un aliciente muy importante, pero lógicamente es por única vez.
La lechería estaba en una situación terminal, la devaluación afectó severamente el valor del producto, pero al liberar los precios en góndola, y al estar lácteos exentos de DEX, lo más probable es una recomposición de valores e ir recuperando rentabilidad. Y lo de fondo: poder trabajar sin DEX y sin controles de precios ¡Bienvenido el mercado libre para lácteos!
La carne también le da una gran bienvenida a la libración de precios, como así el hecho de enterrar sin pena los absurdos cupos de exportación que venía aplicando el kirchnerismo.
En granos, se eliminaron los “Volúmenes de equilibrio”, que era el eufemismo para abrir y cerrar exportaciones con la complicidad de parte del sector privado, que bien sabe manejarse en mercados intervenidos. Desde ya, toda la fiesta era a costillas del que es ajeno a estos tejes y manejes y no tiene margen de maniobra. ¡Buena noticia!
Otra medida osada y en el buen camino, es eliminar en el proyecto de ley la prebenda (que solo M Macri se había atrevido) del sacrosanto “diferencial aceitero” del 2 % del valor FOB de aceite y harina de soja. Importe que significa la friolera de US$400-450 millones al año de transferencia de recursos del chacarero a la industria. El hecho que exista una ventanilla especial impositiva para quienes exportan esos dos productos, genera una asimetría que es muy fácil de ser apropiada por la industria. Ya se escuchan los gritos de furia de los aceiteros, que a viva voz reclaman su “ventajita histórica”.
Los cambios buscados de orden sindical, desburocratizar comercio y actividades económicas, la ruptura de históricas “quintitas” como registros, fideicomisos y demás cuestiones que martirizan al chacarero, dejan ver un horizonte de esperanza para los próximos años una vez todo esto pueda materializarse.
Pero, por otro lado, está la famosa “motosierra”. Los chacareros la quieren ver en acción la baja del gasto público. Muchos aceptan el esfuerzo de mayor presión impositiva, si es que se hace efectiva la baja del gasto. De no verse esto pronto y de manera enérgica, se hará más difícil tragar los sapos de los aumentos impositivos.
Desde el punto de vista contra fáctico, un gobierno kirchnerista más no hubiera sido soportado por el campo. Hoy tenemos esta esperanza, que recién empieza a andar.
Los chacareros, sabemos que para cosechar hay que primero sembrar. Esperemos ver la cosecha del liberalismo pronto, no solo para el campo, sino para millones de argentinos hoy hundidos en la pobreza y estancamiento.
Santiago del Solar es productor agropecuario.
por Santiago del Solar
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