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ECONOMíA | 27-11-2019 10:11

¿La economía está lista para crecer, como dice Marcos Peña?

El jefe de Gabinete destacó que dejan el país preparado para recuperarse, pero casi todos los economistas lo dudan.

Marcos Peña fue ocurrente a la hora de defender la gestión de Mauricio Macri, primer presidente no peronista que termina su mandato en 91 años y primero en la historia argentina en perder la reelección. En su reciente balance, el jefe de Gabinete soltó que “el país está listo para crecer”. La mayoría de los economistas no le cree: solo cuatro de las 33 consultoras y bancos consultados por la firma FocusEconomics espera en 2020 una evolución positiva del PBI, menor incluso al 1%.

“Decir que dejaron la economía lista para crecer es un chiste de mal gusto”, opina Fernando Navajas, académico de ciencias económicas y economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). “La economía está atrapada en un ajuste estanflacionario que, si no se arma un programa económico serio, tiene riesgo de agravarse profundamente en 2020. Sin plan, vamos camino a la hoguera de la macroeconomía del conflicto distributivo y la muy alta inflación”, duda Navajas, al igual que diversos actores económicos que empiezan a impacientarse por la falta de definiciones nombres y políticas por parte de Fernández en la transición.

En la Universidad de San Martín, el profesor Enrique Dentice espera un rebote del 0,2%, después de dos años consecutivos de caída, pero no lo atribuye a la herencia: “Ninguno de los indicadores oficiales da señal de mejora sino que profundizan situaciones de conflicto productivo y espiralizan inflación. Con esta herencia depresiva, difícil que haya rebote. No es un escenario afortunado para la próxima gestión y solo le deja un botón para el próximo año: el agro, siempre y cuando no  haya problemas tipo retenciones. El informe Peña  es una obra de ciencia ficción”.

Arranque. Dentice prevé que el acuerdo de precios y salarios que pretende Fernández impulse el consumo en el primer semestre. “El consumo es más del 70% del PBI, pero ese crecimiento no es algo que se pueda sostener en el tiempo por su efecto inflacionario. En el segundo semestre dependerá del sector exportador. No veo un fuerte repunte de las pymes, los indicadores sociales mejorarán poco y hay que ver cómo evoluciona la renegociación de la deuda. Soy optimista, pero el repunte tardará.”

Tampoco confía Juan Miguel Massot, investigador de la Universidad del Salvador: “No es correcto que la economía está preparada para crecer; la evidencia sugiere lo contrario. Si bien se han realizado cambios importantes en aspectos de la organización del Estado, en regulaciones que entorpecían la actividad económica y el relanzamiento del Mercosur en materia comercial externa, es insuficiente. Hay obstáculos cruciales, que deben resolverse para que la economía se estabilice y crezca de manera sostenible: la imposibilidad de hacer frente a los pagos de la deuda pública, la incapacidad para generar divisas de exportación para aumentar las importaciones que se necesitan para restablecer el crecimiento de la producción, de la inversión y del consumo, los delicados desequilibrios en los precios relativos de la economía con tasas de inflación elevadas e inestables, y la significativa desmonetización de la economía derivada de la pérdida de confianza y que se ve en la continua y creciente dolarización de familias y empresas”.

En las consultoras se dividen las opiniones. “No parece tan claro que la economía esté lista para crecer”, opina Melisa Sala, de LCG. “No veo qué componente de la demanda agregada va a traccionar. El impulso fiscal que pueda darle el Gobierno a la economía será acotado. La reestructuración de la deuda demandará cierta convergencia fiscal, que podrá ser más moderada si tiene éxito esa negociación, pero no implicará más déficit. Este año cerrará con un rojo primario (antes del pago de intereses) de casi 1% del PBI, lo cual significa que o bien el gasto seguirá ajustándose o subirán los impuestos. La inversión privada difícilmente despegue. La incertidumbre que todavía implica el cambio de administración y el establecimiento del cepo, que limita la remisión de utilidades, no ayudan. Las exportaciones podrán traer algo de alivio a partir de la mejora de la competitividad, pero no será mucho. Y la aceleración inflacionaria de estos meses licuará parte de la ganancia generada por la devaluación. Apreciar el peso en términos reales (ajustado por inflación) suele emplearse como política de ingresos, pero el próximo gobierno debería evitarlo. El consumo privado a partir de cierta recomposición de los ingresos por efecto de la ilusión monetaria, atraso cambiario y menores tasas de interés reales podría traccionar algo recién entrado el año que viene”, vaticina Sala.

En cambio, María Castiglioni, de C&T, le da la razón a Peña. “Para que una economía pueda crecer, más allá de un rebote, hace falta una serie de elementos. Muchos tienen que ver con oferta: si hay capacidad ociosa o cuellos de botella. En la Argentina de hoy, las condiciones de la oferta están dadas y en estos años se avanzó mucho en un sector clave: el energético. Otro factor que mostró mejoras, y está ligado a la competitividad, es infraestructura, logística, capacidad y costo del transporte. Desde el punto de vista de los ‘fundamentals macro’, que permiten pensar si hay chances de crecer sin generar grandes desequilibrios, hubo avances. El tipo de cambio real es competitivo, aunque requiere que la inflación se desacelere; hay un elevado superávit comercial y el déficit fiscal se redujo. Matías Kulfas (uno de los economistas de Fernández) considera que es clave el crecimiento por vía de exportaciones, y en estos años se abrieron nuevos mercados para los alimentos y otros productos.”

Depende. Pero la economista advierte sobre el próximo gobierno: “Mucho de esto es un proceso que debe seguir para que los productores inviertan y aumenten la producción. Para crecer, hace falta resolver urgente el tema de la deuda con bonistas y el FMI, ya que frena por completo la toma de decisiones.  Además se requieren definiciones en politicas fiscal y monetaria, tipo de cambio, inflación. El acuerdo de precios y salarios puede ayudar a las expectativas, pero requiere un plan consistente”. Castiglioni alerta que “siempre se puede ir para abajo ya que tener capacidad de crecer es condicion necesaria pero insuficiente, todavia hay consensos básicos de estabilidad macroeconómica que no se han alcanzado, a diferencia de otros países de la región”.

En el ámbito sindical descartan el análisis de Peña. Claudio Lozano, economista de la CTA Autónoma y presidente de Unidad Popular, partido del Frente de Todos, opina que “la Argentina puede recuperarse si cambia drásticamente las políticas que trajeron bancarrota, desinversión y pauperización y si nos sacamos el chaleco de los vencimientos de deuda”. “Lo que el Gobierno considera tipo de cambio competitivo y actualización tarifaria significa salarios bajos y energía cara, que consolida un modelo de commodities sin industria. Amén de que deja una deuda que no permite crecer y riesgo de hiperinflación. El acuerdo social puede contener los precios y, como hay tanta malaria, podemos recuperarnos rápido porque hay elevada capacidad ociosa y sin inversión se podría producir el doble. Hay un fuerte saldo comercial que podría aportar las divisas necesarias para acompañar la reactivación. Necesitás estímulo fiscal para el mercado interno, lo que obliga a negociar con fortaleza ante el FMI. Todo esto lleva a la posiblidad de recuperarse, no de crecer. Crecer depende de iniciar una estrategia de cambio productivo”.

Nicolás Segal, de la Fundación Germán Abdala, advierte: “El país no está listo para crecer y la situación puede empeorar, dados los problemas fiscales, externos y financieros que heredará Fernández”. Fasten seat belt.

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Alejandro Rebossio

Alejandro Rebossio

Editor de Economía y columnista económico de Radio Perfil.

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