Es una verdad de Perogrullo que una crisis esconde una oportunidad. Y también es verdad que es difícil verla en el medio de esta pandemia que, literalmente, nos paraliza. Pero mientras luchamos contra el virus y su impacto inmediato en la economía con todas las armas a mano, no podemos dejar de mirar el formato de la salida, y nuestro camino futuro.
Hay consenso en que el mundo no va a volver a ser como era. Pero lo que vamos a ver no es muy distinto de lo que veníamos viendo sino la profundización de una tendencia: una desglobalización, con retracción del comercio mundial y un intento creciente en cada país, desarrollado o emergente, de velar por sus propios intereses.
Eso nos obliga a actuar de manera muy inteligente en el ámbito nacional. Como repite el presidente Alberto Fernández, nadie se salva solo. Nuestro país perdió mucho terreno en la última década por gastar energía en discusiones estériles (“la grieta”), en lugar de canalizarla hacia la solución concreta de nuestros problemas, recurrentes a lo largo de la historia.
La pandemia nos obligó a alinearnos en un objetivo común: el de salvar vidas. No es fácil y tiene costos. Y también nos lleva a entender, como está pasando en todo el mundo, que las respuestas cruciales para nuestras sociedades tienen que venir desde el Estado y de las decisiones políticas. No se puede defenestrar al Estado todos los días para después exigirle respuestas contundentes y efectivas ante la emergencia.
Desde el fragor de lucha contra el Covid-19 tiene que surgir la génesis de nuestra salida de la crisis, y también de nuestra política una vez que pase el virus. Necesitamos, por ejemplo, un sistema de bancos públicos con mucha más capilaridad para llegar con fuerza a nuestro sistema productivo y a nuestras pymes. Y crear y poner en marcha un Consejo Económico y Social que pueda fijar los ritmos y las prioridades de las políticas públicas más allá de los ciclos políticos y económicos, tanto locales como internacionales.
La pandemia nos está dejando enseñanzas claras. Depende de nosotros aprenderlas.
* Presidente de BICE
por José Ignacio de Mendiguren
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