En el Banco Central consideran que enfrentan el abierto desafío del campo. En los primeros cinco meses del año cayó 18% la liquidación de exportaciones agrícolas y en la autoridad monetaria observan que los productores guardan la cosecha en silobolsas porque especulan con una devaluación del dólar oficial. Incluso descreen que los recientes ataques a silobolsas sean obra de grupos ideologizados, como creen en el ruralismo, sino de criadores de cerdos y pollos descontentos porque la retención de granos les encarece la alimentación de sus animales.
Pero más allá de las especulaciones, el Central reaccionó el 28 de mayo a la pérdida de 1.000 millones de dólares de reservas en mayo con una serie de medidas que obligan a unos mil importadores a usar de ahora en más los hasta US$ 30.000 millones que fueron acumulando en el exterior para pagar compras externas que nunca se habían abonado. La Mesa de Enlace reaccionó con críticas porque sostienen que las disposiciones encarecerán sus insumos extranjeros, que ante la dificultad para materializarse en el mercado mayorista oficial, a $ 68,79 por dólar, deberían recurrir al contado con liqui, a 114,05, con el consiguiente impacto inflacionario.
El Central está satisfecho con sus decisiones porque por fin revirtió la merma de reservas y en dos días recuperó US$ 480 millones. Pero más allá de la batalla diaria, la pregunta es qué ocurrirá con los dólares oficial y paralelos en los próximos meses, y si el presidente de la autoridad monetaria, Miguel Pesce, cumplirá su promesa de relajar controles una vez que se selle el cada vez más probable acuerdo por la deuda.
“Se ve un mercado más calmo para las próximas jornadas”, comentan en la cúpula del Central. “Los exportadores están acelerando la liquidación de divisas por cinco. El Central ahora está más firme y se desactivan expectativas de devaluación. No vemos que se haya afectado la demanda de dólares para importar. Los sectores van entendiendo la operatoria y van calmando los reclamos”, agregan sobre las quejas que también incluyen a los importadores y a los industriales, que también se abastecen de insumos en el exterior.
En las huestes de Pesce esperan que “en el mejor de los casos el dólar oficial acompañe a los precios en lo que resta del año”. No quieren que se vaya perdiendo competitividad y los productos y servicios argentinos se encarezcan en dólares. Saben que el tipo de cambio real multilateral está competitivo, pero a niveles similares de inicios de 2012, cuando comenzaron cuatro años de apreciación y cepo cambiarios que derivaron en el tipo de cambio más alto desde la convertibilidad. En el equipo del Central aseguran que ahora el dólar se ajusta periódicamente.
Sí admiten que el peso está atrasado respecto del devaluado real, aunque les preocupa más el derrumbe a la mitad del comercio con Brasil por la pandemia que el abaramiento de los productos brasileños por la depreciación de su moneda. Y reconocen que en la actualidad la Argentina solo puede aumentar su superávit comercial por exportaciones de carnes a China y Estados Unidos, cuyos frigoríficos operan con problemas por el coronavirus.
Por ahora el dólar oficial ha subido más (13%) que la inflación (10%), aunque pisada por la pandemia y el congelamiento de tarifas. En el Central aclaran que la prioridad es que baje el alza de precios y temen que una devaluación los haga explotar. Por eso se empeñan en evitarla y les muestran los dientes a los agricultores para que se saquen la idea de que subirá el dólar oficial y comiencen a liquidar. Es que la retención de granos por la expectativa de depreciación brusca del peso alienta la devaluación y la liquidación la desincentiva.
En el equipo de Pesce atribuyen el salto de los últimos meses en el contado con liqui, el dólar bolsa y el blue a que la demora en la renegociación de la deuda provocó que grandes fondos de inversión abandonaran las apuestas que aún tenían en pesos. Esperan que un arreglo con los acreedores permita con el tiempo, y no de inmediato, flexibilizar algo el cepo, pero sin un “viva la Pepa”. No solo hablan de las ambiciones del campo sino hasta de pymes que tomaron créditos al 24% para afrontar la pandemia, pero destinaron un tercio del préstamo a adquirir dólares en el mercado paralelo.
En un escenario de pacto con los bonistas, el Central imagina que se acorta la brecha entre el dólar oficial y los alternativos, como el bolsa, que está a $ 106,39, o el ilegal, que llega a 124. “Si no se cierra la brecha, estamos complicados –reconocen las huestes de Pesce–. Y si no hay acuerdo por la deuda, iremos a un plan totalmente distinto. Pero hoy trabajamos pensando en un acuerdo”.
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