Una imagen o idea tiene varios estados, o sea modos plurales de estar. Esto quiere decir que podría estar presente en el pensamiento de una persona en un momento, desaparecer en otro y ofrecerse pasado un tiempo nuevamente. Esas manifestaciones atípicas; que así descriptas parecen disposiciones irregulares por su frecuencia; son al mismo tiempo inventario casto, de intacta utilización. Además; y a pesar de experimentar intervalos donde forma parte del instrumental de olvido; son crudos y nuevos conceptos, sensaciones, descubrimientos y recuerdos. Entonces; durante esa aparente ausencia de horas, días, meses y hasta a veces años; el plan estuvo siempre presente en el espíritu del sujeto, aunque latente de su conciencia. En otras palabras, disponible para la repetición mental y utilización, tanto en la temporalidad agónica como en sus jornadas de aparente victoria. En ese sentido, quien tiene la capacidad de motorizar el usufructo intelectual es el trabajo de la evocación, que hace consciente lo que no está para incluirlo dentro de las piezas de la propia percepción. Es oportuno sumar el hecho de que se advirtió siempre; en mayor o menor medida; esas características inconscientes que no se perciben pero se vislumbran en su afirmación o existencia. Puntualmente el individuo o en tal caso la institución a través de sus integrantes; con indicios y pruebas; ya sospechaba de manera permanente que no todo lo que es en el presente debería ser así por siempre. Como resultado surgen preguntas: ¿Por qué los días de recaudación record no se repiten?. ¿Cuál es la razón por la cual las consultan disminuyen?. ¿Qué procedimientos se han pasado por alto?.
Como se puede ver, la historia de cada persona, grupo, familia u organización puede ser descripta o clasificada y dada por terminada su faena. Sin embargo; en algún momento; experimentara su discernimiento a través de la memoria o la asociación. En consecuencia, habrá más y vendrán tiempos de mayores responsabilidades.
Es decir, se habla de entidades que cuentan con vocación valiente e ideas eficaces que desconocen, por inconscientes; asumiendo que lo irreflexivo esta de incognito. Entonces, de ese centro embrollado de aportes proceden todos los síntomas, de manera tal que la marea desemboca en angustia y problematizaciones, cuando no en revelaciones más visibles. En definitiva, el mismo desencuentro anímico que se presenta cuando se olvida una palabra o el lugar en el que se dejó un objeto se multiplica y diversifica desde esta perspectiva. En consecuencia, cada presentación carga lo inédito de brillantez que; ausente de la conciencia; se obtiene buceando en la vida anímica, extrayendo datos del análisis.
Por otro lado, vale decir que la exhibición de las rarezas neuróticas revelan que lo latente o inconsciente no es débil; mas allá de los indicios; sino mas bien frágil en una primera instancia quizá frente a las obligaciones sociales. Por el contrario, su fuerza se demuestra en las suspicaces pruebas de materialización y presencia que emergen en el entendimiento.
Al mismo tiempo sucede que ciertas ideas implícitas no hacen reflexión por más sólidas que sean. Esto quiere decir que son excluidas de la percepción por oleadas vivas que empujan en dirección contraria, oponiéndose a su desvelar y conformando la oposición, obstinación, negativa y rebeldía. A saber, el motivo de ese rechazo está fundamentado en la figuración de su contenido. De todos modos lo inconsciente es un ingrediente que normalmente es imposible eludir, más aun en lo estrictamente mental. Sin ir más lejos, todo lo espiritual lo es al principio. De igual manera es real que parte de ese encubrimiento puede proseguir indefinidamente, salvo que haya un progreso del material hasta la conciencia. Y entonces se genera en el individuo o la institución un desarrollo mayor o menor, lo que estará relacionado con la perforación de los obstáculos dispuestos por la resistencia.
¿Qué impediría en la línea que se viene trazando que el sujeto, el grupo o la institución sean mejores?. Lo dicho: la maquinaria impulsiva puede tropezar con repulsas que aspiran a debilitar y vencerla hasta lograr su ineficacia. De esa manera, lo fenomenológico presenta modelos de tipo reprimido, en consecuencia disminuidos. De igual forma, no se podría ejemplificar con un patrón que se desconoce, ya que por donde se mire, lo que sobra es la falta. Sin embargo, el escape no será posible mientras haya vida, con lo cual será ninguno el que pueda escapar de sí, manteniendo siempre la posibilidad de éxito inalterada.
Entonces, juegan a favor el juicio y la reflexión para optar participar de la sociedad de la mejor forma, lo que genera defensa personal frente al autoabuso. Al mismo tiempo la represión, condena y filtración esquivaran solo lo placentero y se dispondrán angustiosos y en falta a trabajar. Por consiguiente; de estar alertas: no habrá forma en la que un sujeto, comunidad o institución fracasen y elijan la renuncia a estadios destacados de alcances dificultosos aunque recompensados.
En síntesis, siempre habrá problemas. Con lo cual lo que queda es presentar una de las tareas del psicólogo: la potenciación de los individuos, parejas, tribus o instituciones. Esto quiere decir favorecer, estimular, impulsar, promover, dinamizar cada caso, de manera que les quede solo la decisión sobre ser postergación o elección, confusión o claridad, credibilidad o inverosimilitud.
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