¡Ver para creer! Las personas estamos acostumbradas a determinar la realidad de las cosas según su apariencia. Si nos dicen que las apariencias engañan, asumimos que somos la excepción, que nosotros tenemos el don de ver con mayor profundidad y que, si lo vemos así, con seguridad, tiene que ser real.
La ansiedad es una distorsión sobre uno mismo, los demás, el mundo y el futuro. Eso significa que los hechos se interpretan de forma irracional, se le dan a los acontecimientos más importancia que la que tienen y se exagera el impacto que causan en nosotros. Esto hace que las creencias nos lleven a desadaptarnos y que nuestro juicio crítico se vea afectado.
Las distorsiones ocurren por aprendizajes de experiencias pasadas. Cuando somos pequeños, construimos esquemas o formas de cómo funciona el mundo basándonos en nuestras vivencias, entonces, la manera de relacionarnos con los hechos nos da la pauta de cómo los evaluamos.
La ansiedad es una distorsión de la realidad. Lo que significa que cambia la realidad, la exagera, a tal punto que deja de ser la misma que habíamos percibido originariamente. Cuando entendemos esto, dejamos de creer en lo que vemos.
¡Sí! Tu ansiedad se presenta como un gigante indestructible y te hace sentir impotente. Frente a tus ojos se desarrolla una batalla épica, el gran gigante Goliat contra el indefenso pastor. Pero así como en la historia bíblica David venció a Goliat, de la misma manera, el pequeño David que tienes dentro, esa chispa Divina que palpita en lo más profundo de tu ser, está capacitado para vencer al Goliat que tú enfrentas.
Lo primero que debes hacer es desterrar de tu mente y corazón la existencia de ese gigante. Tienes que reconocer que lo que estás percibiendo en tu intelecto, que luego desencadenará y originará sentimientos negativos, no es real.
La ansiedad se desarrolla progresivamente y empeora en forma gradual. Al principio, los pensamientos negativos producen sentimientos negativos; luego, esos sentimientos se retroalimentan de los pensamientos y, como consecuencia, nuestra mente produce ideas más aterradoras. Así es cómo la ansiedad va incrementándose poco a poco.
A medida que la ansiedad crece y se convierte en un Goliat aparentemente “indestructible”, la persona se siente disminuida, pequeña e insignificante. Es cuestión de perspectiva: Frente a ese tremendo gigante que me acecha, soy muy pequeño.
Gabriel Benayon
Instagram: @rabinogabrielbenayon
Web: saludemocional.com
por CEDOC
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