Monday 15 de December, 2025

EMPRESAS | 10-07-2025 08:25

El empresario PyME frente al talento

La desconexión entre el talento y las PyMEs puede ser abordado desde las posibilidades para competir por el capital humano pero se reducen a una clave: una reconfiguración profunda de la forma de pensar sobre el talento, su valor y cómo integrarlo en la estrategia del negocio.

El asunto de la desconexión entre el talento y las pymes puede ser abordado desde las posibilidades para competir por el capital humano, desde la percepción del talento sobre las pymes, desde los factores internos y también desde los externos. Pero si hay una conclusión central que se desprende de "Desconectados" de Pablo Orcinoli, es que la clave para revertir esta situación reside en un cambio fundamental: el mindset del empresario PyME. No se trata de aplicar una fórmula mágica o de copiar modelos de las grandes corporaciones, sino de una reconfiguración profunda de la forma de pensar sobre el talento, su valor y cómo integrarlo en la estrategia del negocio. Tres preguntas clave para dar comienzo a la discusión son: 1) ¿para qué quiero contar con talento en mi organización? 2) ¿Hasta qué punto este issue forma para de la agenda estratégica? 3) ¿Qué contexto puedo ofrecerle para que entregue el mejor desempeño y agregue valor al negocio?

El primer giro de timón necesario es pasar de una mentalidad de "gasto" a una de "inversión" en talento. Por supuesto, el contexto es a menudo hostil y para muchos empresarios PyME, la contratación y el desarrollo de personal siguen siendo una erogación, un costo fijo que hay que minimizar. Se regatea el salario, se posponen las capacitaciones, se ignora el impacto de un mal ambiente laboral. Orcinoli nos interpela desde sus páginas que esta visión es miope y autodestructiva. El talento no es un costo; es el motor que impulsa la innovación, la eficiencia y el crecimiento sostenible. Invertir en los mejores, en su desarrollo, en un ambiente que los potencie, es sembrar para cosechar competitividad a largo plazo. Este cambio de perspectiva es el cimiento sobre el cual se construye cualquier estrategia exitosa de atracción y fidelización.

Otro cambio crucial es dejar de ver al talento como un "recurso reemplazable" y empezar a considerarlo un "socio estratégico". En el pasado, y aún hoy en muchas empresas, la visión era que "si este no sirve, consigo otro". En el mercado actual, donde el talento es escaso y altamente demandado, esta mentalidad es un suicidio empresarial. El empresario PyME necesita entender que cada profesional que suma a su equipo no es solo una mano de obra, sino una mente, una fuente de ideas, un impulsor de valor. Implica escuchar, delegar, empoderar y reconocer que el crecimiento de la empresa está intrínsecamente ligado al crecimiento de sus colaboradores. Incluso, a sabiendas que nos pueden dejar, porque esa es la regla del mercado. El talento no busca un patrón, busca espacio donde pueda aportar su mejor versión.

El tercer gran cambio de mindset es pasar de una visión "operativa y reactiva" a una "estratégica y proactiva" en la gestión de personas. Muchas PyMEs solo piensan en talento cuando surge una vacante urgente o cuando hay un problema de personal. No hay una planificación a futuro, una identificación de necesidades del talento a mediano y largo plazo, ni una estrategia para construir una cultura organizacional atractiva. El empresario PyME debe integrar la gestión de personas en su tablero de mando estratégico, al mismo nivel que las finanzas o las ventas. Esto significa anticiparse, definir perfiles, desarrollar programas de marca empleadora (por más básicos que sean), y pensar constantemente cómo generar un ambiente donde el talento no solo quiera entrar, sino que desee quedarse y crecer con la empresa.

Además, es imperativo que la omnipotencia de espacio a la mentalidad de "aprendiz continuo". El empresario PyME, a menudo, es el fundador, el visionario que construyó la empresa desde cero. Esto puede generar una resistencia a aceptar nuevas ideas, a delegar o a reconocer que otros pueden tener mejores soluciones. Sin embargo, el mundo del talento está en constante evolución, con nuevas expectativas y nuevas formas de trabajar. El empresario PyME debe estar dispuesto a escuchar, a capacitarse, a abrirse a nuevas perspectivas y a entender que el conocimiento está distribuido. Esto implica no solo invertir en la capacitación de su equipo, sino en la suya propia, manteniéndose al tanto de las tendencias en gestión de personas y liderazgo.

Finalmente, el cambio de mindset más desafiante quizás sea pasar del "miedo al fracaso" a la "cultura de la experimentación y el aprendizaje". Muchas PyMEs, por su propia naturaleza y limitaciones de recursos, son conservadoras. Sin embargo, el talento, especialmente el de las nuevas generaciones, valora los ambientes donde se puede probar, donde el error es una oportunidad de aprendizaje y donde la innovación es celebrada. El empresario PyME necesita fomentar una cultura de la confianza, donde la gente se sienta segura a la hora de proponer

Orcinoli no presenta soluciones mágicas, sino un llamado a la acción desde la raíz. El cambio de mindset no es un adorno; es el cambio de cultura sobre la que las PyMEs podrán construir su relato y su propuesta de valor en el competitivo mercado del talento. Es el giro de timón que les permitirá dejar de estar "desconectadas" y empezar a posicionarse como una alternativa deseada para aquellos profesionales que buscan un lugar donde su potencial sea verdaderamente valorado y desarrollado. Para evidenciar la desconexión, cuando en un sondeo entre 500 jóvenes se les consultó sobre el nivel de conocimiento de la oferta de empleo en PyMEs, la respuesta fue categórica. Nada se llevó el 45,9%, poco el 54,1%, y mucho tuvo 0%. Se trata de resultados que no deberían sorprender a nadie, pero que plantean un punto de partida: el 68,8% del total sostuvo que le es indistinto trabajar en una grande o en una PyME, el 25% prefiere una gran empresa, en tanto que el 6,2% una pyme. Nada mal hasta acá, al menos en los papeles.

por M.A.

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