Si algo tuvo de rupturista la pandemia es que en la actividad comercial que cambió hábitos que se creían imposibles de romper o, como en el caso de las formas de pago y el consumo, aceleró cambios que de otra manera hubiera llevado años. Al menos para buena parte de la actividad económica y los consumidores, fue un punto de inflexión en su comportamiento económico. Durante el segundo trimestre del año (abril-mayo-junio) cuando se profundizaron las cuarentenas y se paralizó buena parte de la actividad económica, con la consecuente caída en el empleo y el ingreso, se notó una brutal recomposición de los medios de pago. Para el tercer trimestre se observa, en la cantidad de transacciones que la utilización del débito creció casi 19% con respecto al segundo trimestre y 9% contra un año atrás; mientras que la tarjeta de crédito se usó 12% más que el trimestre anterior, pero 18% menos que en 2019. ¿Causas? La brutal caída en el consumo, especialmente en los meses de abril a julio.
Otra modalidad que fue promocionada a medida que las puertas cerradas de los bancos y luego la escasez de cajeros habilitados con billetes fueron generando inquietud por el desabastecimiento de efectivo, consistió en el retiro de plata de supermercados, farmacias y lugares de recaudación habitual en cash. Sin embargo, esta modalidad, si bien creció sustancialmente, está lejos de constituir una alternativa real o suplantar el efecto-cajero. Estas transacciones aumentaron 4% con respecto al segundo trimestre, pero bajaron 18% contra el mismo período del año pasado. En cambio, subieron 5% los retiros de cajeros contra el otro trimestre y hubo 13% menos de transacciones que en 2019. Conclusión: el uso del dinero en efectivo en buena parte de la población y cierto tipo de locales en la formalidad es cada vez menos frecuente.
Explosión. No es casual que en este contexto hayan proliferado sistemas y empresas de medios de pago electrónico que miran en lo que pasó durante 2020 como la confirmación de una trayectoria que, además viene potenciada por sistemas de compra no presencial, facilitado por la lubricación del engranaje logístico. Ualá, Mercado Pago, Nubi, Naranja X, Prex, BKR, BNA+, VALEpei, Moni, Todo Pago, Plus Pagos, Lemon Cash, Yacar, Pim, Resimple, BilleteraPais, Pago24, IUNGAM, XCOOP, Paymovil, Tap, RappiPay, Miii, Sos Genial, Hooli, Satoshitango, IUDÚ, MODO. Un mercado que también parece haber anotado este cambio actitudinal y que, sobre todo, intenta indagar en algo tan sutil, pero a la vez definitorio como es la experiencia del usuario. Este es el mercado pujante en el que coexisten distintas aplicaciones a veces competitivas entre sí y otras, complementarias. Pero, en definitiva, que a veces se han retroalimentado entre sí, instalando un concepto que trasciende el de mero medio de pago. Bimo es, quizás la última aparición ruidosa: es una empresa formada en partes iguales por Prisma y el Grupo Clarín. Su CEO, Ignacio Giménez Zapiola explica las ventajas competitivas que proyectan en el futuro cercano: “Prisma tiene su recorrido en el sector de medios de pago de aceptación nacional y AGEA, a través de su tarjeta 365, en la vinculación con sus clientes y productos vinculados”. Al detallar los objetivos propuestos y la identificación de sus clientes, aclara que, por ahora lo que más les preocupa es ganarse el corazón del cliente, que por definición es la mitad de la población que está bancarizada. “El desarrollo de Bimo está diseñado para tener muy bajas barreras de entrada”, concluye.
Vínculo. Un punto clave en el desarrollo del negocio es la de facilitar la experiencia del cliente (que es el que tiene que pagar, no el comercio) que muchas veces no sabe con qué medio pagar. “En este punto adquiere una especial relevancia el “recomendador” de pago de Bimo, que ayuda a sugerir la mejor alternativa vinculada también con el menú de ofertas de 365”, agrega Gastón de la Fare, su COO. La vinculación con 365, que nació como la tarjeta de fidelidad del diario Clarín, es central: cada usuario de Bimo tendrá su cuenta de dicha tarjeta, pero su uso será en una sola transacción, con una integración que pretende ser de transparencia total para el usuario. Este punto lo consideran clave a la hora de pararse frente a la competencia con más horas de vuelo, como Mercado Pago en lo que era un nicho pero que ahora llama a otros competidores por su enorme potencial.
Para los comercios o los que “cobran”, está dispuesto que no existan comisiones ni gastos adicionales a los que dispone cada medio de pago, por lo que es indiferente para su propia operatoria. La simplificación también debería operar en su favor a la hora de lograr también ganarse la aceptación y no ser percibidos como intermediarios. Y en ese sentido, en Bimo creen que su irrupción es una muy buena noticia para los usuarios de billeteras digitales, porque hay y habrá mercado para todos los actores y las demandas.
En definitiva, lo que viene es una rara avis en el mundo de los negocios en la Argentina estancada de hace un tiempo: un mercado floreciente que ofrece oportunidades sobre una base tecnológica, operativa y un punto clave: posicionarse en la experiencia del cliente como algo que le facilita su vida. Para dificultarla ya hay alternativas de sobra.
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