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EN LA MIRA DE NOTICIAS | 27-11-2020 12:40

El Gobierno se hizo un gol en contra

La lección que Alberto Fernández no logra aprender, y que el bochorno del funeral en Casa Rosada puso definitivamente en evidencia.

Solo basta repasar la agenda de los medios oficialistas de hoy para comprobar que la jugada albertista de apropiarse del último adiós a Diego Maradona terminó saliendo muy mal. En lugar de las imágenes previstas por la propaladora K, con postales emotivas del pueblo despidiendo al ídolo en la Casa Rosada, la prensa nac&pop trata de distraer a la audiencia con elucubraciones sobre presunta mala praxis en el tratamiento médico del diez y otras anécdotas escabrosas en torno al cadáver y la herencia del futbolista. Cualquier cosa les sirve para tratar de armar un relato alternativo de emergencia que tape el golazo en contra que el kirchnerismo se infligió en la jornada histórica de ayer.

Aunque el kirchnerismo activó su mecanismo habitual de echar culpas a otros para patear la pelota afuera, ni las acusaciones K a la policía porteña ni las derivaciones de responsabilidades a Claudia Villafañe alcanzaron para justificar lo injustificable. No hay manera de relativizar la irresponsabilidad y la ineficiencia del Poder Ejecutivo Nacional en la organización de un evento masivo que no tenía la obligación ni el derecho de protagonizar.

Desde el punto de vista epidemiológico, la escena multitudinaria armada alrededor de la Casa Rosada es insostenible: si algo le faltaba al fracaso de la cuarentena albertista fue el ridículo tuit del ministerio de Salud que instaba a los hinchas que se amucharon para ver al Diego a que no olvidaran el alcohol en gel, los barbijos y que evitaran (sic) “las aglomeraciones”. No alcanzó ni siquiera el auxilio militante al Presidente por parte de la prensa científica, que nada dijo de las miles y miles de personas encimadas por el propio Gobierno en contra de cualquier criterio de distanciamiento social preventivo.

Pero lo peor fue la imprevisión absoluta de los organizadores albertistas, que no podían desconocer los riesgos de seguridad de armar un desfile de duelo popular tan masivo con muy pocas horas disponibles para desagotar la ansiedad colectiva por llegar cerca del féretro de Maradona. Pedirle a la policía porteña que corte y disperse tan temprano la larga fila que atravesaba el centro de la Ciudad era trasladarle un problema irresuelto que el equipo de Alberto Fernández no supo ni quiso encarar, tan obsesionado que estaba con aprovechar la oportunidad de contagiarse del amor popular al dios del fútbol. Los desmanes en la puerta y el interior de la Casa Rosada son la prueba de la confusión albertista, ya que ahí no tiene jurisdicción la Policía de la Ciudad, a quien el kirchnerismo trató de tirarle todo el fardo del bochorno nacional. 

En el único momento donde la seguridad de la Casa de Gobierno no mostró fisuras fue, sugestivamente, cuando llegó Cristina Kirchner a despedir los restos de Maradona, evocando la despedida al ataúd de su marido, una década atrás. Mientras, afuera, Alberto se sacaba selfies payasescas y daba órdenes a la hinchada desde el balcón, que nadie obedecía. Por eso la Vice, que ayer dio una clase de sobriedad funeraria, opina abiertamente que el Gabinete está poblado de “funcionarios que no funcionan”. Como claramente le marcó Cristina al Presidente en su reciente carta abierta, la moraleja política es la de siempre: no importa tanto lo que hagas, pero si lo vas a hacer, entonces asegurate de hacerlo bien.

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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