La salida de María Eugenia Bielsa parece ser la primera baja producida por la carta viral de Cristina Kirchner. La ministra de Hábitat y Desarrollo Urbano no pudo manejar la presión territorial de los punteros sociales paraoficialistas y de los barones o varones del Conurbano. La gota que colmó el vaso fue la crisis de las tomas de tierras, pero el trasfondo es la cuenta regresiva para el arranque del inminente año electoral. Y el tiro de gracia fue gatillado por Alberto Fernández, como una especie de sacrificio en el volcán para calmar a los dioses, o mejor dicho a la Vicepresidenta.
Hay consenso mediático de que Bielsa integraba la inquietante nómina de “funcionarios que no funcionan”, que la expresidenta señaló sin dar nombres pero sí algunas pistas. Nada acostumbrada a los eufemismos diplomáticos, la jefa del Frente de Todos no se privó de dar nombres por una cuestión de buenos modales: más bien el efecto de su alusión indirecta a los inútiles fue haber sembrado el terror en todo el Gabinete, sin distinción de género. Aunque, visto desde la perspectiva sexista, casi todas las mujeres quedaron bajo la -bastante fálica, por cierto- espada de Damocles. Como con Bielsa, también hay dudas sobre la eficacia del academicismo de Sabina Frederic, quien todavía debe demostrar que sus métodos pueden mejorar la seguridad pública, siempre con la sombra machista y bonaerense de Sergio Berni pisándole los talones. Frederic no puede pasar por alto que el reemplazo de Bielsa, una mujer culta y del Interior, es un barón y varón de Avellaneda como el intendente certificado por el Instituto Patria, Jorge Ferraresi.
La ministra de Justicia, Marcela Losardo, también viene esquivando las lanzas -empuñadas por varones- del cristinismo por su tibieza sospechosa en la Reforma Judicial Plus que pretende la Vicepresidenta. Y la Secretaria Legal y Técnica de Alberto Fernández, la fiel Vilma Ibarra, quedó explícitamente escrachada en la carta de CFK, sin nombre pero con pelos y señales inequívocas. Solo se salva, acaso por su red de padrinazgos, la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Elizabeth Victoria Gómez Alcorta, que en breve pasará por la prueba de fuego de su gestión: el cumplimiento -o no- de la promesa oficial de tratar y lograr la aprobación de la ley de interrupción legal del embarazo. De ahí puede salir fortalecida o irremediablemente desempoderada para la gestión.
Con su blooper semántico, Axel Kicillof puso sin querer el dedo en la llaga de la ambigüedad nominal del poder real en el corazón del peronismo, el Conurbano bonaerense y sus “barones”. En castellano, hay varios pares para nombrar a los géneros: hombre/mujer, macho/hembra, masculino/femenino, dama/caballero... Pero “varón” no tiene par, manda solo en su categoría. Quizá por eso, en su honestidad brutal y desprejuiciada, Cristina adoptó para sí, con ironía orgullosa, el apelativo de “yegua” del peronismo. Esa etiqueta no es para cualquiera: hay que ganársela.
EN LA MIRA DE NOTICIAS | 12-11-2020 11:17
Gabinete CFK: sale mujer, entra barón (con v)
El cambio de Gabinete tiene una lectura posible desde la perspectiva de género que anticipa tensiones futuras.
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