De Sousa Santos Boaventura en ``Renovar la Teoría crítica y reinventar la emancipación Social``, establece a mi entender dos problemas principales, el primero es el del silencio, que se produce según explica, por la acción de la cultura de occidente y la modernidad, que a través del tiempo han suprimido las posibles expresiones de protesta, de rebelión, es decir, las han eliminado del lenguaje directamente. Esto genera que el oprimido no se exprese, no porque no quiera, sino porque no tiene los elementos para hacerlo. Han silenciado a culturas enteras al colonizarlas.
El otro problema planteado por el autor es la ``diferencia``. Se refiere a la traducción de conceptos, pero no solo a eso, sino a la imposibilidad de entendimiento de algunos conceptos occidentales, en otras culturas. Pone de ejemplo el famoso cogito de Descartes ``Pienso, luego existo``, sobre el que se ha expresado el filósofo Africano K. Wiredu diciendo que en su cultura ``pensar`` significa medir algo, y el ``soy`` es imposible de traducirlo, pues ellos están siempre presentes, ``estando ahí``. Aquí podemos observar cómo se complejiza el problema. Ya no se trata de encontrar un espacio de diálogo entre culturas, hay un abismo entre ellas, y ese espacio de diálogo no puede ser en el idioma colonizador, sino nunca entenderemos lo que les pasa y lo que nos quieren decir, lo que sienten y lo que necesitan.
De Sousa asegura: ``necesitamos construir la emancipación a partir de una nueva relación entre el respeto de la igualdad y el principio del reconocimiento de la diferencia``. Sin embargo, encuentra dos sistemas a los que hay que combatir, y son los sistemas de desigualdad, en donde hay una parte que está siempre subordinada pero adentro del sistema, y el otro es el sistema de exclusión, donde ya ni siquiera se explota a nadie, sino que sencillamente se lo descarta, por falta de utilidad al sistema predominante.
En la actualidad, según Byung-Chul Han, el neoliberalismo ha llevado al individuo a convertirse en maestro y esclavo de sí mismo. La falta de éxito individual, ahora genera culpa y vergüenza, los artífices de nuestro éxito y nuestro fracaso somos nosotros mismos. La exigencia neoliberal, a través de la virtualidad, se ha convertido hoy en día en más importante que la real. Obtener muchos likes y aprobación de desconocidos sobre nuestras publicaciones (las que no siempre expresan nuestra realidad) puede ser más gratificante que los que se consiguen en la vida real a causa de acciones reales (y quizás no tan emocionantes).
A causa de esto, el filósofo norcoreano afirma que la revolución ya no es posible, pues el sistema ha convencido a los individuos que son libres, y esa explotación de la libertad (aparente) no genera resistencia.
Es como un monstruo que se está comiendo a sus creadores. Éstas Sociedades, que fueron creadas para satisfacer las necesidades y requerimientos de los individuos que la conformaron, (podemos apelar al ``Leviatán`` de Locke, o a ``El Contrato Social`` de Rosseau), y veremos que en la modernidad se fueron configurando las sociedades de hoy, pero con otros objetivos. El monstruo ya tiene vida propia, y ya no vela por los intereses de sus creadores, sino por su propia auto-supervivencia, a costa de sus integrantes. Andrés Roig cuestiona que nuestra ``herencia cultural``, el famoso legado, compuesto por ``la religión, el lenguaje, la práctica cultural, las costumbres las razas, la tierra`` formen parte de la ``cultura espiritual``. Para el autor, más que un legado, es un mandato recibido, al estilo de un ``imperativo cultural insoslayable e indiscutible``. Es posible que tenga razón.
Para generar un cambio, necesitamos aceptar nuestra realidad, la que incluye una lengua que no es propia de estas tierras, pero que ya lleva 500 años aquí, una religión que no es propia de nuestra cultura, pero que está instaurada a nivel mundial hace más de 15 siglos, un sistema económico que no será el más justo y equitativo, pero que es el imperante en la mayor parte del mundo en la actualidad.
La abundancia del conocimiento del pasado no es asimilable y digerible, y esto provoca que el interior y el exterior no se correspondan, es decir que el exceso de conciencia y de conocimiento histórico es la causa de la incapacidad de producir nuevas formas, y Nietzsche lo llama ``eclecticismo historicizante``.
Sin dudas hay que ``replantearse`` la cuestión universalista de los conceptos occidentales, y me adhiero a lo que De Sousa propone totalmente, pero agrego que no es suficiente. Nos dice Abby Warburg, para que dichas ``formas duraderas`` transformen, expresen y comuniquen, debe haber una decisión cultural de recorrer el pasado, y de descubrir los nuevos enigmas, que están allí, esperando ser descubiertos, ``el historiador destapa aquello que había permanecido oculto``.
¿Será hora de aceptarnos? Nuestra sangre es mestiza, nuestra tierra esta manchada de ella, nuestros hijos merecen la verdad, pero también merecen una oportunidad. ¿Habrá llegado la hora de responder con las mismas armas con la que una vez nos conquistaron? ¿A través del mismo lenguaje que nos inculcaron, a través de los mismos dogmas que nos enseñaron? Ya no se debe suplicar la devolución de un pedazo de tierra, sino la devolución de una patria entera, la devolución a las personas de bien, honradas y justas que quieren un futuro para todos, y no para algunos, y en esa lucha estamos todos los hombres de bien, no solo los originarios.
Es hora de la reivindicación internacional. Debemos pararnos frente a todos los países poderosos, colonizadores, y exigirles una reparación histórica por la masacre los pueblos originarios, por las calamidades contra la humanidad realizadas en dicha travesía, y por la usurpación y robo de nuestras riquezas, una reparación que pondrá punto final a los reclamos, aunque en la memoria, las atrocidades continúen vivas.
La reparación histórica deberá ser la condonación total y por única vez de la deuda externa pública de cada país afectado, y serán los países usurpadores y conquistadores, quienes deberán afrontar dichos pagos a los organismos internacionales de crédito. El ahorro en los pagos de intereses y deuda, permitirá a los países enfrentarse con una realidad nueva, donde deberá mirar hacia adentro, y realizar sus propias reparaciones y sus propias reivindicaciones internas, para llegar también a un punto de la historia, en donde mirar para atrás solo sirva para enriquecernos con nuestra historia, pero no para quedarnos anclados en el tiempo, con bronca y resentimiento.
Llegó la hora de despertar, y despegar de una vez.
Benjamin Lávaque
por CEDOC
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