Maximiliano, ¿cómo fueron los inicios en tu profesión?
Los inicios de mi recorrido profesional fueron profundamente significativos. Tuve la oportunidad de transitar por diversos ámbitos que marcaron mi elección y me permitieron confirmar que, más que elegir al psicoanálisis, fue el psicoanálisis el que me eligió a mí. Trabajé en contextos de urgencia, con pacientes oncológicos, con niños, púberes y adolescentes en situaciones de extrema vulnerabilidad. En esa primera etapa advertí que la palabra, muchas veces, estaba ausente: sólo se escuchaban diagnósticos, medicaciones y protocolos que no lograban alojar el sufrimiento de los sujetos. Fue en ese vacío donde el psicoanálisis se me presentó como una práctica ética que trabaja con la palabra y alberga, verdaderamente, al que sufre.
¿Cuál es su formación académica?
Mi formación y mi práctica se nutren del trabajo desarrollado en la Institución Fernando Ulloa, bajo la dirección de la Lic. Miriam Mazover. Gracias a ella y a todo el equipo que la acompaña, tuve la oportunidad de crecer y desarrollarme en distintas funciones: como docente, como admisor, como supervisor y, por supuesto, en la práctica clínica.
¿Qué proyectos tenes por delante?
Mi proyección profesional se orienta a la transmisión del psicoanálisis, tanto en su dimensión formativa como en la clínica. Como docente y supervisor, me interesa abrir espacios donde el psicoanálisis pueda ser vivido y pensado como una práctica viva, no dogmática, capaz de alojar a quienes han transitado múltiples tratamientos sin haber encontrado un espacio sostenido por una ética del cuidado, la escucha y la ternura.
¿Cuáles son sus diferenciales en el rubro?
Estoy convencido de que no existe competencia entre profesionales. Cada quien tiene su estilo, su singularidad, su forma de trabajar. Me gusta pensar que hay lugar para todos, y que esa diversidad enriquece las posibilidades de elección de quienes buscan tratamiento.
Si tuviera que comenzar de nuevo, ¿qué harías diferente?
Si empezara nuevamente, elegiría no formar parte de equipos interdisciplinarios que reducen al sujeto a un diagnóstico o a la aplicación de test innecesarios. Volvería, en cambio, a los espacios comunitarios que tanto me nutren hasta el día de hoy, donde el lazo con los otros y la práctica situada cobran verdadero sentido.
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por CONTENTNOTICIAS















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