Hay una escena que se repite cada diciembre: listas, balances, planes. Lo que salió bien, lo que no, lo que “el año que viene sí”. Y en ese ritual silencioso, muchas personas vuelven a encontrarse con el mismo deseo postergado: aprender inglés.
No por falta de interés, ni de capacidad. Generalmente, porque el inglés queda en esa categoría de proyectos que se postergan para después, cuando haya más tiempo, más calma, más seguridad. Sin embargo, el cierre de un año y el comienzo de otro suelen ser una buena oportunidad para cambiar la pregunta. No “¿cuándo?”, sino “¿por qué no ahora?”.
Pensar el inglés como un regalo propio cambia la perspectiva. No es una exigencia más ni una deuda pendiente. Es una inversión personal que no se agota en el corto plazo. Un regalo que no se consume, sino que se construye: clase a clase, error a error, avance a avance.
Aprender inglés no es transformarse en alguien distinto, sino ampliar las posibilidades de quien ya sos. Es poder participar con más confianza, acceder a información sin intermediarios, viajar con menos barreras, animarte a oportunidades que antes parecían lejanas. No sucede de un día para el otro, pero sucede cuando hay constancia, acompañamiento y un camino claro.
Después de años enseñando inglés y acompañando a cientos de alumnos, confirmé algo simple: no existe la edad ideal ni el momento perfecto. Existe la decisión. Y esa decisión puede ser amable, gradual y realista. No tiene que venir cargada de presión ni de expectativas imposibles.
Tal vez el mejor regalo para cerrar el 2025 no sea algo material, sino una elección consciente. Apostar por el inglés es apostar por más autonomía, más libertad y más futuro. Que el inicio del 2026 te encuentre empezando algo para vos. Sin culpa, sin apuro. Con la convicción de que aprender inglés también puede ser una forma de cuidarte.
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por CONTENTNOTICIAS














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