Monday 15 de December, 2025

ESPACIO NO EDITORIAL | 08-12-2025 12:18

La Exigencia, las Metas y la Coherencia

En los procesos de acompañamiento a personas y equipos, es frecuente encontrar un fenómeno silencioso pero decisivo: la brecha entre lo que declaramos como metas y el compromiso real que asumimos en nuestras agendas. Hablamos de resultados deseados, de proyectos ambiciosos, de cambios personales profundos; sin embargo, cuando revisamos la distribución efectiva del tiempo, descubrimos que esas metas no tienen espacio.

Lo que no tiene espacio en la agenda, simplemente no ocurre.

Tendemos a explicarlo como “procrastinación”, pero en muchos casos la explicación es más compleja y profunda. La postergación puede ser apenas un síntoma de una desalineación mayor: nuestra falta de coherencia interna. Declaramos metas desde la exigencia, desde lo que creemos que “deberíamos” lograr. Pero una parte de nosotros —a veces no declarada— no está comprometida con ese destino. Esa tensión entre querer y no querer genera frustración, desgaste emocional y un sentimiento de insuficiencia que erosiona la autoestima.

La pregunta central, entonces, no es por qué no avanzamos, sino qué verdaderamente está en juego detrás de la meta. ¿Realmente deseamos alcanzarla? ¿Es nuestra, o es una meta heredada, impuesta, o construida para agradar y encajar? ¿Existe un temor que no nombramos, una duda que se esconde bajo la exigencia? Cuando no exploramos estas dimensiones, la meta se convierte en un mandato vacío, y la agenda termina siendo el espejo de esa falta de convicción.

La coherencia —uno de los pilares del Coaching Ontológico— se expresa en la alineación entre lo que declaramos, lo que hacemos y lo que verdaderamente queremos. Cuando esa alineación existe, la agenda deja de ser un enemigo y se vuelve un aliado. El tiempo, lejos de ser excusa, se transforma en territorio de acción.

Si los motivos son auténticos y la meta es válida para nuestro propio camino, necesitamos darle existencia concreta: espacio en la agenda, acciones específicas, momentos reservados para su avance. Las metas no se realizan por aspiración; se realizan por práctica, por presencia, por disciplina consciente.

Invito a reflexionar con honestidad y sin juicio: ¿están nuestras metas sostenidas por motivos reales? ¿O estamos exigiéndonos resultados que no nacen de un deseo genuino? Cuando la respuesta es clara, el camino también lo es. Y solo entonces la exigencia se convierte en impulso y no en peso.

Pasamos a tener una declaración con un objetivo concreto, alineado y ¡vamos a la acción!

Néstor Ruiz Saman

Senior Coach Ontológico Profesional

Director de Balance Coaching 

https://balancecoachingarg.wixsite.com/servicios 

Mentor de Coaches

www.linkedin.com/in/coach-néstor-ruiz-saman-7a939656

3886-(15)519484 

 

por CONTENTNOTICIAS

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