¿Toxicidad o evasión emocional? El límite que no queremos mirar…
Vivimos en una época que celebra el amor propio, el autocuidado y la puesta de límites. Esta evolución, necesaria y saludable, trajo consigo una mayor conciencia sobre lo que merecemos en una relación. Pero también trajo un riesgo: empezar a llamar “tóxico” a todo aquello que nos incomoda o nos interpela emocionalmente.

La palabra *tóxico* hoy se usa como un comodín emocional. Se aplica para describir a personas, relaciones, actitudes o incluso sensaciones internas que no sabemos nombrar de otro modo. Se volvió viral, accesible, casi automática. Y sin darnos cuenta, empezamos a desechar vínculos que quizás no eran dañinos, sino desafiantes.
El amor verdadero no siempre es cómodo. Nos enfrenta con nuestras propias heridas, activa nuestras inseguridades y nos obliga a revisar patrones que muchas veces vienen de lejos. Pero en lugar de mirar hacia adentro, es más fácil ponerle un rótulo al otro y corrernos de la escena.
En muchos casos, lo que se considera “tóxico” es, en realidad, una dinámica no resuelta entre dos personas. No es que alguien sea “tóxico por naturaleza”, sino que el vínculo que se genera entre ambas partes activa heridas, miedos o mecanismos de defensa que, sin conciencia, se repiten y escalan, expresa María Stella.
Confundimos intensidad con toxicidad.
Asociamos incomodidad con peligro.
Cancelamos al otro en vez de conversar.
¿Eso significa que debemos tolerarlo todo? Por supuesto que no.
Hay situaciones en las que cortar el lazo es una necesidad vital: cuando hay manipulación, violencia, desvalorización o pérdida de identidad. En esos casos, alejarse es una decisión saludable y valiente.
Pero no todo lo que duele hiere.
No todo lo que incomoda es destructivo.
Y no todo lo desafiante es una amenaza.
En muchos casos, lo que incomoda es justamente lo que necesitamos ver para crecer.
Reflexión final
Madurar emocionalmente implica -dejar de usar etiquetas para empezar a hacernos preguntas-.
¿Esto realmente es tóxico o simplemente me desafía?
¿Estoy huyendo del otro o de mí mismo?
El amor consciente no es perfecto, pero sí es valiente. Se anima a mirar, a hablar, a quedarse cuando vale la pena y a irse cuando es necesario.
No busca culpables: **asume responsabilidades**.
Porque en el fondo, no se trata de relaciones tóxicas… Se trata de personas que aún no aprendieron a vincularse desde la conciencia.
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por CONTENTNOTICIAS
















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