Es un tipo enérgico, apasionado hasta el tuétano. Luis Machín no tiene problema, por ejemplo, en decir que dejó de ver “Viudas e hijos del Rock & Roll” antes de que terminara porque al programa lo habían cambiado de horario y empezaba demasiado tarde para quien, como él, lleva a sus hijos al colegio cada mañana. “Ya no se puede seguir una tira ni los unitarios, cambian de día y de horario. Lo lamento porque hay cosas que están muy bien hechas y mucha gente los sigue. El punto de rating es lo que impone la tendencia de lo que se ve. Se supone que un programa que lleva un grupo de enanas que bailan o uno periodístico donde se habla de infidelidades, marcan una tendencia”. Aún así reivindica las posibilidades expresivas que le da la TV: “Tiene algo extraordinario que es el ejercicio de la actuación y la experimentación, es una especie de laboratorio muy interesante”. Toda una pulseada entre lo que hay y lo que él quiere seguir defendiendo.
Noticias: Ha dicho que no ve muchos de los programas que hace. ¿Cómo maneja la tensión entre su pasión por actuar y las condiciones del mercado?
Luis Machín: La tele es un acto creativo que está comida por vivillos y contra eso uno lucha y pelea; eso está en el cuerpo del actor también. Por eso me interesa la televisión, porque todos esos factores juegan.
Noticias: ¿Esa pelea lo hace más atractivo?
Machín: Claro, como si uno le estuviera diciendo todo el tiempo: “Mira lo que hago, mira que acá pego bien”. Son como pequeñas batallas diarias que uno se da cuando hace televisión. Y en un programa como “Viudas…” había algo de desparpajo, sobre todo en una actriz del tamaño de Verónica (Llinás)… Yo lo tenía muy presente a Urdapilleta (Alejandro). Soy rosarino y me perdí el Parakultural de los ´80 en Buenos Aires, lo que pasaba con Tortonese en el programa de Gasalla, cómo resuenan en uno esos actores que de verdad ponen en el cuerpo energía, puro estallido. Ese es el caso de Verónica y es lo que sentí que se volvió a producir, algo donde uno responde a ciertas adversidades y actúa con bronca. No estoy en contra de la TV abierta sino de cómo se manejan las reglas del mercado.
Noticias: ¿Qué le pasa a la hora de firmar un nuevo contrato?
Machín: Una persona en su sano juicio jamás firmaría un contrato televisivo. La sensación es que le estás vendiendo el alma al diablo y que vas a perder. Entonces, como de entrada es una especie de batalla perdida, tiro artillería pesada, voy a jugar.
A pesar de las (des)consideraciones de APTRA que lo dejaron afuera de las ternas para el Martín Fierro, igual que a Verónica Llinás –lo que llevó a Paola Barrientos a renunciar a su nominación y a la productora Underground a retirarse también–, su personaje de “Viudas…” quedó inmortalizado en la memoria colectiva. “Me enorgullece haber formado parte de ese equipo y sentir de Underground el apoyo vehemente y la confianza total en mi trabajo. Me emociona. La libertad para crear a Emilio Arostegui junto a los directores y autores fue absoluta”, asegura.
Noticias: ¿Por qué cree que los Arostegui pegaron tanto en el público?
Machín: Eran detestables, la representación de la derecha más dura, de los terratenientes más afincados venidos a menos. Sin embargo producían una enorme empatía y un reconocimiento del argentino medio que es llamativo. Para mí, la comedia o la tragedia es desde dónde te pares a contarlo. Al pensamiento político de Emilio, si lo tirás un poquito para acá, te reís porque hay algo con lo que te identificás y te reís para exorcizar. Eso es lo extraordinario que produce la actuación en el que mira: podés reconocerte un poco, reírte y pensar en el horror. Si eso mismo uno lo emite para otro lado, estás diciendo algo que alguien lo miraría como una atrocidad y diría: “Para qué voy a mirar ésto”.
Noticias: A usted le gusta intervenir los libros y timonear el personaje. ¿Es una puja por el poder?
Machín: Sí, otros lo han hecho con más inteligencia. No estoy fundando nada, Ure (Alberto), Bartis (Ricardo) lo han dicho: el escenario como campo de batalla. A mí siempre me gustó verlo así. No concibo a mi actividad como un lugar pasivo. Me miro cuando empecé a actuar y es evidente que había algo que tiene que ver con la energía, había algo contra lo que siempre quise golpear un poco. Para mí, los actores crecen en la medida en que hay puja.
Noticias: Otros actores, al necesitar expresarse de un modo más genuino, deciden también escribir, dirigir o autogestionarse. Usted no. ¿Siente esa contradicción?
Machín: Muchas veces he pensado que podría desplegar más en un lugar en el que sea el que articula pero no tengo la capacidad, no la busqué o siempre la vi mucho mejor en otros. Para mí el actor escribe con el cuerpo.
Noticias: Su cuerpo le ha “dictado” momentos muy fuertes de ansiedad y de problemas gástricos e intestinales severos. ¿Cómo lo lleva ahora?
Machín: Con una muy buena medicación.
Noticias: ¿Está bien o sigue padeciendo dolores?
Machín: No, no, se ha transformado en otras cosas pero para bien. Sobre todo la llegada de los hijos (Lorenzo, 6, y Aurora, 3) y la posibilidad de quitar la centralidad absoluta en uno mismo. Si bien estoy contenido médica, psicológica y psiquiátricamente, tengo un apuntalamiento que me sostiene bastante bien: la posibilidad de la proyección en los hijos y reconocerse en ellos, tratar de que no adopten las cosas que a uno lo jodieron.
Noticias: ¿Sigue sintiendo que si no actúa, se enferma?
Machín: Sí. Actúo desde los 16 años. Cuando nació mi hija estuve seis meses sin trabajar y fue la primera vez en mi vida en que sentí que hubo un período de abstinencia en el que no me temblaban las manos, para decirlo de modo gráfico. Después de eso volví a actuar y al poco tiempo me di cuenta de que si no había algo que produjera esa energía libidinal, volvía a estar en problemas. El otro día me encontré diciendo que me condené a la actuación, que no le dejé salida a otra cosa… Me sorprendió escucharme, como si fuera un lugar de padecimiento.
Noticias: Actúa desde los 16 e intenta dar golpes con sus personajes. Y a sus 16 falleció su papá y, según nos contó en otra nota, usted le dio un golpe muy fuerte al armario de la habitación cuando se enteró de su muerte…
Machín: ¡Mirá vos! ¡Sí!
Noticias: Además, ese día tan triste coincidió con que su nombre salió por primera vez en el diario formando parte de una obra…
Machín: (asienta con la cabeza). Recién hace poco que pude embromar con esa situación y decir que lo maté a mi padre.
Noticias: ¡Y eso merece una condena!
Machín: Sí, sí, ¡claramente! Se lo voy a llevar a mi terapeuta… Toda esa secuencia para mí es un punto de partida profesional jodido porque la impresión en el papel es lo que perdura, da una especie de legalidad. Entonces: “¡Mirá el diario papá!” y pum… ¡Qué mala suerte, justo ese día! Igual vinculo a la actuación con una enorme expansión, es el lugar en el que está el más parecido a mí, el más de verdad. El otro está acá y en la resolución de lo cotidiano, con lo dificultoso que es. El territorio de la actuación es el más vinculado al agua, por más que sea de choque y fricción, también es uno de enorme alegría.
Noticias: El agua es lo maternal, como volver al útero, ¿no?
Machín: Claro, claro. Me di cuenta el año pasado que era actor por mi madre. Ella quiso ser actriz, evidentemente lo deseó tanto que se lo pasó a éste. Es la única persona que ha visto todo, todo lo que hice. Porque ella quiso ser y no pudo.
Noticias: ¿Usted es lo que quiere o lo que puede?
Machín: Soy lo que quiero con lo que puedo. Digo “con lo que puedo” porque ahí está puesta mi estructura emocional. Nunca dudé de que quería ser actor.
En los últimos tres meses filmó con Marcos Carnevale “El espejo de los otros” –a estrenarse en septiembre–; y “Waterfall”, de Alejandro Chomski. También ensaya “Vigilia de noche”, con la que subirá al escenario del teatro General San Martín en julio, dirigido por Daniel Veronese; y está trabajando con Lucía Puenzo en “Cromo”, una miniserie de los concursos de la televisión digital. Admite que aunque no le faltan convocatorias, la gran mayoría de ellas no le gusta.
Noticias: ¿Cuál es su miedo más fuerte?
Machín: Cuando uno tiene hijos, el temor más grande es lo que les pase a ellos. Ahora estoy un poco más tranquilo, mi mujer (Gilda Scarpetta, actriz) fue fundamental. Creo que tuvo que ver también con que cuando nació Lorenzo no terminaba de llorar y estaba blanco. Los médicos se lo llevaron para asistirlo y no me dejaron acompañarlo. Tuve que volver a ver a mi mujer que todavía estaba en la sala de parto y fingir que estaba todo bien, un estado que no tenía, que era inmanejable. Después, cuando nos dieron el alta, de repente se ponía azul, se le perdía la mirada, eran segundos desesperantes. Había una valvulita, que no había cerrado, que tiene que ver con el paso de la sangre al corazón. Recorrimos varios médicos y no descubrían qué era. Estábamos aterrados. Luego supimos que había sido un tema madurativo... Pero uno va aprendiendo, ellos están bien, son sanos. Los hijos te llevan a querer que la vida sea más linda e, incluso, el ver la realidad política se manifestó mucho cuando nació Lorenzo. Nunca me interesó tanto el presente como cuando tuve hijos. La responsabilidad no es solo sobre ellos. Empezás a ver cómo juegan sus amigos, sus familias. Ya hay un compañerito de Lorenzo que tiene dos mamás… Ahora empieza otra historia.
Noticias: Ser padre lo confronta a uno con el discurso de lo políticamente correcto, ¿no?
Machín: ¡Obvio! Claro que sí. Es mostrar en actos. Ahora viene Lorenzo y me dice: “¿Me puedo enamorar de José?”. Para uno es un esfuerzo enorme, enorme, porque uno ha sido criado en una sociedad homofóbica. ¿Y si tu hijo se enamora de José? Ahora es… a ver cómo… a ver cómo… Las preguntas empiezan a ser de otro calibre.
Noticias: ¿En función de qué decide el voto?
Machín: Mi posicionamiento ideológico es claro, suscribo a muchas cosas del kirchnerismo, acompaño las decisiones de la conducción política en este momento. Uno acompaña generalidades sin dejar de saber que hay particularidades que la pifian.
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