Parece que hubiera vivido varias vidas en una. Todos recordamos a la Jimena Cyrulnik de sonrisa vibrante y risa fácil que conducía y entrevistaba sin pudor en el “Versus” de fin de los ’90, pero también a la versión más radical que, en un rapto de misticismo, se rapó e internó en un convento de monjas de clausura, e incluso a esa faceta más bajo perfil, que tras recuperar su eje y volver a encontrarse, la vio enamorada, viviendo en México y convirtiéndose en madre. Por estos días, ya de regreso en Buenos Aires hace un par de años, la Jimena que se sienta cada mañana en el panel de “Desayuno americano” es una quizás más sabia, a la que el bagaje de los años (y los sucesos) la colocaron en un lugar de equilibrio y aprendizaje. Igual de chispeante e igual de bella, pero con otra seguridad y madurez.
Noticias: ¿Le dio nervios volver a la TV después de tanto tiempo de estar fuera?
Jimena Cyrulnik: No, me encantó la idea. Me gustó pensar en trabajar con Pamela (David) y estar en un programa diario. Y contrariamente a lo que pensaba, no me estresó. Me costó el horario, porque si bien soy madrugadora, arrancar a las 5.30 pesa. Porque hay que estar despierta mentalmente, ¡no me puedo ir despertando al aire! Al principio hacía móviles pero enseguida quedé embarazada, y desde entonces estoy en el piso, donde me siento supercómoda.
Noticias: Ser panelista implica tener una opinión definida sobre casi todo. ¿Cómo se maneja con eso?
Cyrulnik: Es un ejercicio que antes hacía fuera de cámara. Lo que pasa con contar las opiniones al aire es la devolución, sobre todo con twitter, que es instantáneo. A veces herís susceptibilidades porque no siempre gusta lo que opinás. Igual, twitter es una herramienta bastante impune, la gente se escuda mucho; si me ven por la calle no me dicen lo mismo. Por suerte, porque soy una persona muy sensible a la que le afecta mucho todo.
Noticias: Pero la criticaron mucho por el nombre de su segundo hijo, Tyrone.
Cyrulnik: Sí, y es el nombre de mi hijo. A tu hijo ponele el nombre que quieras… Uno entiende que en realidad vive para uno, y que vos sos el protagonista de tu propia vida. Las opiniones siempre van a estar, para bien o para mal. El tema es no querer cambiar lo que piensa el otro, hay que inmunizarse y que lo que diga no te afecte.
Noticias: ¿Encontró la tele y el ambiente cambiados?
Cyrulnik: Creo que todo vale un poco más. Estamos en la era del reality, que antes no garpaba tanto. A mí me tocó trabajar en una tele donde se producía mucho, se elaboraba todo, se viajaba un montón… Era el 1 a 1, otra época. Ahora la gente quiere ver la realidad, las entrañas del artista. Creo que Tinelli instaló esa era del reality. Hay un montón de personajes mediáticos a los que les gusta exponerse y a la gente le gusta comprarlo.
Noticias: Tampoco existía el rating minuto a minuto. ¿Siente esa presión?
Cyrulnik: Eso es tremendo, es un arma de doble filo. Si bien nosotros trabajamos muy relajados con el rating, cada uno lo tiene en su teléfono y es un poco personal lo de mirarlo todo el tiempo. Pero por suerte en “Desayuno americano” se respetan los climas. Se termina la nota, la idea. No corremos atrás del minuto a minuto. Y lo agradezco, porque los programas que lo hacen terminan sin rumbo.
Noticias: Antes de esta experiencia, estuvo tres años en México. ¿Cómo fue la vida allá?
Cyrulnik: Allá trabajé un poco haciendo comerciales, pero honestamente no quería anclarme en México. Mi trabajo fue más bien hacerle el laburo de hormiga a Lucas, mi marido, para poder volvernos a vivir a Argentina. Me encantaba el país para estar de turista, pero no para criar un bebé [N. de la R.: su primer hijo, Calder, que nació en Buenos Aires. Luego del parto volvió a México] ni vivir para siempre. Me dediqué a ser mamá full time y a ver cómo nos podíamos volver. Es muy dura la vida lejos. Por más que tengas un buen pasar, es muy distinta.
Noticias: ¿Le costó el desarraigo?
Cyrulnik: Sí. Es muy lejos de Argentina... Yo lo vivía como algo que estaba bueno momentáneamente, pero sabía que era una etapa.
Noticias: ¿Su marido también lo tomaba así?
Cyrulnik: No, a Lucas me costó un poco convencerlo. De hecho, él todavía tiene una nostalgia con México, y al principio cuando llegamos y no nos encontrábamos mucho laboralmente, tenía la fantasía de volvernos. Pero Argentina es un país que, si bien es muy complicado, es nuestro. Y eso vale toda la guita del mundo. Acá se es feliz con muy poco, y no hablo de lo económico.
Noticias: ¿Hoy él ya armó su red de trabajo?
Cyrulnik: Por suerte sí. Tiene un estudio en Colegiales en el que le va muy bien, trabaja con La Nación, hace muchas tapas de moda y editoriales. Trabajaba acá antes de irse a México, pero ahora es como volver a empezar.
Noticias: ¿Y en ese sentido cómo fue el reacomodamiento del ego en la pareja? Porque allá el que trabajaba bien era él y acá es usted la reconocida…
Cyrulnik: Tal cual. Son todos aprendizajes. Ya vamos a cumplir diez años de estar juntos. Se trata de un día a día de elegirnos y entender que uno no está en la cima de la montaña todo el tiempo, vas subiendo y bajando. Lo importante es decir “nos elegimos y le damos para adelante con lo que tenemos”. Somos muy amigos, que me parece que es vital. Hablamos muchísimo. La vida con dos hijos, los años, el desarraigo, cambiar de país y arrancar de cero no es fácil. Pero lo fácil no forma parte de la vida adulta. Esa es una frase de cabecera que tenemos. Si podés aprovechar y transformar lo difícil que te toque pasar, te hacés una persona más sabia.
Noticias: ¿Es cierto que su suegro era el Zorro?
Cyrulnik: No, mi suegro es un inglés que vive en el Sur. Pero la mamá de Lucas tuvo como segundo marido a Guy Williams, el actor que interpretaba al Zorro. ¡Así que Lucas vivió con el Zorro! De hecho falleció en Argentina. Y cuando miramos “El Zorro” a la mañana, siempre le decimos a Calder que ese era su abuelastro.
Noticias: ¿Ha posado para Lucas?
Cyrulnik: Sí. Incluso antes de conocernos. En 1996, para unas fotos que hice para Olé. Después nos dimos cuenta, me estaban tirando agua y él era el asistente que me la tenía que tirar. Muchas veces hemos hecho campañas en el estudio, y hacemos fotos cada tanto con la familia. Pero discutimos bastante, no me gusta nada trabajar con Lucas. Él me trata como su mujer, no como trataría a un compañero de trabajo. No le importa herir mi susceptibilidad.
Noticias: ¿Y cómo es como papá? ¿Qué descubrió nuevo de él en esa faceta?
Cyrulnik: Es un gran padre. Los dos somos hijos de padres separados, ninguno viene de la familia ideal que se junta todos los domingos. Por eso tenemos muy en claro que queremos tomar lo mejor que hicieron con nosotros y no repetir lo que no hicieron tan bien. Hacia ahí vamos. Uno siempre quiere ser mejor padre de lo que es, y la verdad es que estoy muy orgullosa del marido que tengo y del padre en el que se transformó.
Noticias: ¿Y de usted misma qué descubrió?
Cyrulnik: Primero, entendí cómo una vez que nace tu hijo, tu vida ya no es más tuya. Y es impresionante vivirlo, no importa cuánto te lo digan antes, es una experiencia avasallante. El mundo es hermoso, pero cuando un hijo tuyo tiene fiebre, todo es de papel. Me volví un poco más miedosa. Antes agarraba los límites, los pisoteaba y no me importaba nada. Siempre fui muy arriesgada y muy poco miedosa, y eso me cambió. Ahora, por ejemplo, me da miedo el avión. Es una gran enseñanza al narcisismo y al ego darse cuenta que tu mirada no está más puesta en vos sino en ellos. Hay una frase que dice que somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Entonces quiero darles a mis hijos lo mejor para que puedan ser lo mejor en su vida.
Noticias: En su carrera también tuvo un momento de crisis existencial. A la distancia, ¿cómo analiza hoy ese momento?
Cyrulnik: Fue un estallido emocional. Terminé en un extremo absoluto de la vida. Hoy, a la distancia, me encantaría que mis hijos no tengan que pasar por algo así para aprender. A mí me tocó para entender y ver la vida de otra manera. No me arrepiento, porque por algo te tocan las cosas. Era una chica que vivía muy intensamente y se divertía demasiado. De pronto dejó de divertirse y empezó a leer cosas de espiritualidad y la cabeza le estalló. Por la velocidad a la que iba en la vida, terminé queriendo meterme a vivir con monjas de clausura. Tenía una intensidad con esa euforia mística que me había agarrado, que para mí era reveladora. Me acuerdo que las monjas me decían: “Se te va a pasar, no vas a ser monja, este es un paso”. Y así fue.
Noticias: ¿Qué le quedó de eso? ¿Hoy es católica practicante?
Cyrulnik: A mis hijos no los bauticé pero me gustaría. Lucas viene de una familia anglicana, yo de una judía. Lo que hice fue una catequesis para adultos y bautizarme. Pero sí siento que tengo una espiritualidad muy ecuménica. Mis raíces son judías, porque vengo de un pueblo judío y nací en el seno de una familia judía. Y eso no lo cambio, me encantan las tradiciones que tengo y las quiero seguir. Eso es lo que me aferra a la tierra, de dónde vengo. Después me encanta la filosofía oriental, me parece que la tiene muy clara. Creo que la espiritualidad es un puente hacia arriba. Voy hacia Dios y me considero una persona creyente. Creo que somos más que esto que se ve. Ahora mi gran desafío es qué transmitirles a mis hijos. Seguramente esto que te estoy contando se los contaré a ellos cuando crezcan y me pregunten.
por Vicky Guazzone
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