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CULTURA | 28-05-2019 12:07

Un festival para pensar en tiempos de grietas y peleas

El Festival de Pensamiento Contemporáneo, en Rosario, reunió a intelectuales y artistas para desarmar ideas básicas como el amor o el tiempo.

Algo extraño pasó en Rosario. El último fin de semana, mientras la conversación pública en redes y medios tradicionales era dominada por el anuncio de la fórmula Fernández-Fernández, las elecciones provinciales y las especulaciones políticas, en la ciudad santafecina más de 3 mil personas se reunieron para reflexionar. En tiempos de grietas y peleas salvajes, el “Festival de pensamiento contemporáneo” se convirtió en un refugio para los apasionados que están cansados de gritar.

Artistas, científicos, escritores, periodistas, activistas y músicos fueron convocados para conversar sobre grandes temas de la agenda contemporánea: el “Amor” y las formas actuales de vincularnos, los “Cuerpos” que habitamos, los “Paisajes” que nos rodean y constituyen, el “Trabajo” como forma de realización o como necesidad de supervivencia, las “Pantallas” y sus nuevas maneras de mostrar el mundo y el “Tiempo”, esa abstracción que nadie sabe definir pero que determina todo el universo conocido.

El encuentro fue organizado por el Gobierno de Santa Fe, con el patrocinio del Consejo Federal de Inversiones (CFI), la Universidad Nacional de San Martín, la Universidad de Rosario, el Centro Cultural Parque España -donde transcurrieron las jornadas- y la Revista Anfibia que, con su impronta, marcó el ritmo y los contenidos de todo el evento.

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Diferentes formas. El encuentro tuvo una forma inédita. No fue un congreso de pensadores reunidos para compartir avances teóricos. Fue un festival. Tuvo música y algunos expositores, incluso, bailaron sobre el escenario. Afuera del auditorio se podía visitar la performance Sinfonía Big Data, del Laboratorio Performático de Anfibia y Casa Sofía.

En paralelo, la periodista española Cristina Fallarás dictó un taller de crónica para dieciséis jóvenes periodistas de toda Latinoamérica. Bajo el título “Contar la ciudad”, los talleristas se lanzaron por las calles de Rosario en búsqueda de relatos que mostraran la historia e identidad de su gente. Los textos producidos serán recopilados en un libro por editorial Mansalva.

El protagonismo de personajes con formaciones tan variadas le imprimió al festival un tono ambivalente. Y, en lugar de moderadores, hubo “provocadores” que, con distintas estrategias, llevaban adelante las conversaciones. Algunos apelaron al juego, como el periodista Reynaldo SIetecase, que provocó en “Tiempo” e invitó a sus oradores a hacer asociaciones libres alrededor de frases populares. Otros, como Cristian Alarcón, director de Anfibia y provocador en “Paisajes”, llevaron al escenario fotos de la vida privada y familiar de los invitados para asociar las ideas sobre el entorno con las experiencias más íntimas.

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En la misma línea se ordenaron las reflexiones: hubo invitados que marcaron la cancha desde el humor, otros desde su formación académica y otros desde su propia experiencia personal. Hubo lugar para los consensos pero, también, para los cruces apasionados, como el que tuvo por protagonista a Cristina Fallarás que se puso firme para sentar su posición sobre la precarización laboral.

Público. Las conversaciones del festival excedieron la lectura y la escucha. Los gestos y las recorridas por el escenario fueron tan importantes como la palabra. Por eso, los organizadores decidieron colgar en la web todo el registro de lo que pasó, disponible en las redes oficiales del gobierno santafecino.

“De ninguna manera podíamos suponer cómo iba a ser la energía que iba a llenar este espacio. Sólo sabía que era una energía sobre todo millenial y centennial, que son mi desvelo y preocupación. Son un público agradecido, inteligente. Les gusta la ironía, lo picante, los sabores. Disfrutan de las riñas, de los momentos de intimidad pero también de la frivolidad. Nos entendemos muy bien”, dijo Alarcón para cerrar el evento y dejó la puerta abierta para una segunda edición. Durante tres días, en Rosario se respiró otro aire y, con seguridad, este volverá a ser un espacio necesario en poco tiempo.

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