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POLíTICA | 29-05-2019 10:56

Quién es Santiago Cafiero, la mano derecha de Alberto Fernández

Politólogo de 39 años, comenzó militando con curas villeros, ocupó cargos durante todo el gobierno de Scioli y apoyó a Randazzo en 2017.

Mate amargo y un calendario de la Virgen acompañan el escritorio de Santiago Cafiero, líder del Grupo Callao, que integra a una docena de políticos y economistas que vienen trabajando desde el año pasado junto con Alberto Fernández en su regreso al kirchnerismo. Politólogo de 39 años, Santiago es el nieto del histórico Antonio Cafiero -ministro de Comercio Exterior de Juan Domingo Perón y gobernador bonaerense- e hijo de Juan Pablo -ministro de Desarrollo Social de la Alianza y embajador K ante el Vaticano-. En su despacho en la sede del Partido por el Trabajo y la Equidad (Parte), que fundó Fernández, el joven Cafiero, militante peronista de toda la vida, orquesta la campaña de su jefe con vista a la Avenida de Mayo y 9 de Julio.

Comenzó a militar en la Juventud Peronista (JP) a los 15 años en los pagos de su familia, San Isidro, y también hizo tarea social en un comedor con dos curas de la villa La Cava. Después estudió Ciencia Política en la UBA. En 2001, mientras su padre era ministro, él participó de la encuesta del Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo), que organizaba Víctor de Gennaro y juntaba firmas a favor de un subsidio a jefes de hogar desocupados, que terminaría aplicando el gobierno de Eduardo Duhalde.

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Más tarde cursó la maestría en Políticas Públicas de la Universidad Di Tella, donde se interesó por asuntos fiscales. Trabajó primero en un estudio jurídico y después en un banco.  En 2007, entre los contactos de la Di Tella y la portación de apellido, consiguió un contrato en el Ministerio de Economía para trabajar en el plan productivo nacional. "Es cierto que el apellido te abre puertas, pero también estás más observado. Por ejemplo, desde chico me preguntaban por qué no era candidato a intendente de San Isidro", expone Cafiero. También cuenta que a su entonces novia no le gustó nada el cambio laboral porque en el sector privado ganaba más, pero a él le interesaba más el público. Gajes del oficio, de los que también se quejan más de un funcionario del PRO.

Cuando Daniel Scioli llegó a la gobernación bonaerense en diciembre de 2007, Cafiero comenzó también un periodo de ocho años de funcionario de su gestión. Primero fue asesor del entonces subsecretario de Asuntos Municipales, Alejandro Arlía. Después fue director provincial de Industria, subsecretario de Industria, Comercio y Minería -desde donde promovió al sector manufacturero y sus parques-, viceministro de Desarrollo Social y finalmente subsecretario de Modernización.

"A Scioli lo critican mucho, pero yo le estoy muy agradecido", comenta Cafiero. "Hoy quizá no coincido con diversas posiciones que ha ido tomando", aclara sobre quien coquetea entre competir en la interna del Frente Patriótico o irse a Alternativa Federal.

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"En 2015 perdemos y la derrota en el peronismo es muy visceral: el PJ era un continente y se dividió en muchos archipiélagos que se bombardeaban entre sí", recuerda. Entonces volvió al sector privado, fundó una librería en San Isidro -que ya cerró- y una editorial, Punto de Encuentro, que sigue abierta y que comparte con otros socios. También se mantiene con los ingresos de investigador de la Universidad de San Martín -donde estudia la historia de las políticas económicas desde el regreso de la democracia- y de asesor de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires -en cuestiones de defensa del consumidor-. Además está haciendo el doctorado en Desarrollo Económico en la Universidad de Quilmes.

En 2017 apoyó la candidatura a senador de Florencio Randazzo. "Lo apoyé porque pensé que Cristina no iba a jugar, y me equivoqué. También nos equivocamos porque hicimos campaña como si ella no existiera", relata Cafiero. ¿Por qué no se fue con la ex presidenta cuando ella se postuló? "Porque era importante dejar el testimonio. Queríamos ir a una PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias) con ella, pero no nos dio las PASO. Nos definíamos como kirchnerismo crítico", recuerda.

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Cafiero militaba la zona norte del conurbano de la mano del intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, y entonces conoció al jefe de campaña de Randazzo, Alberto Fernández. Poco después de las elecciones lo invitaron a una comida con varios dirigentes, entre ellos el ahora candidato presidencial. "Cuando el peronismo pierde, se abre. Entonces yo dije lo que pensaba, que le exigíamos autocrítica a Cristina, pero nosotros no la hacíamos. Dije que debíamos llamar a Cristina porque ella había sacado muchos más votos que nosotros, y fui criticado", rememora Cafiero.

En diciembre de 2017, dos meses después de la victoria de Cambiemos en los comicios legislativos, la ex presidenta fue quien llamó a Fernández para reconciliarse. Y a los pocos días, quien fuera jefe de Gabinete K del periodo 2003-2008 invitó a Cafiero a un encuentro personal. "Basta de aventuras, armemos la unidad del PJ", le propuso.

Entonces Cafiero comenzó a reclutar a "muchos compañeros que andaban sin brújula" y armó un grupo que tomó el nombre de la avenida donde se encontraban, Callao. Nada de referencias a próceres ni ideales. Allí se juntaron los economistas Matías Kulfas y Cecilia Todesca Bocco -ex funcionarios del Banco Central en tiempos del cepo cambiario, aunque después críticos de ese control férreo de capitales-, su colega Fernando Peirano -ex subsecretario en el Ministerio de Ciencia- y los platenses Guillermo Chávez y Victoria Tolosa Paz, concejal y esposa del ex secretario de Medios K Enrique "Pepe" Albistur.

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"Pensábamos que faltaba discutir contenidos", cuenta Cafiero. "A Alberto no le gustó mucho porque quería que emergiera una nueva generación política, no intelectuales que no se involucran en la política para transformar la historia. Pero le empezamos a llevar papers para que se los acercara a Cristina. Así fue que la conocí", explica. El Grupo Callao llegó a tener reuniones ampliadas con hasta 60 ex funcionarios y académicos.

"Yo le decía a Alberto que la Argentina necesitaba un hombre de Estado porque la situación es muy traumática", expone. "La sociedad confió en unos CEO's, que no sé si eran CEO's, confió en que el mercado era el que mejor asignaba los recursos. Ese discurso les hizo ganar las elecciones. Ahora que no fue así la sociedad está más angustiada. Este gobierno deterioró la calidad de vida y te echa la culpa a vos, al ciudadano. Por eso te pide que hagas un esfuerzo. Es muy perverso. El problema es que no sos competitivo, no que las tarifas subieron 4.000% y empujaron los costos", completa.

Cafiero considera un "disparate" el pensamiento de algunos analistas y políticos que consideran que la fórmula de los Fernández no será la que finalmente se inscriba el 22 de junio. "Es lo que dicen los que están recalculando. Cuando ven la foto de ellos dos juntos, los kirchneristas perdonan a Alberto. Y él, a su vez, puede conseguir nuevos votos y puede gobernar un país que está destrozado. Porque se necesita un hombre de diálogo y él dio testimonio de diálogo, incluso con los que piensan distinto, durante todos estos años. Es influyente, genera ideas, se equivoca pero reconoce errores. Tampoco hay que desconocer a Cristina, que concentra la mayor cantidad de votos", se deshace en elogios.

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"Si me ofrecía ir con (Carlos) Zannini de vice, yo no hubiera aceptado ser candidato a presidente", le confesó Fernández a Cafiero. No quería repetir la fórmula de Scioli en 2015. "Cristina tiene que estar en la boleta", agregó el postulante.

Cafiero vaticina que si ganan, "no será un gobierno de Cristina ni de Alberto exclusivamente, van a convocar a amplios sectores". Pone como ejemplo al Grupo Callao, que participa con otros colectivos como Atahualpa, Fragata y La Usina en lo que llaman Agenda Argentina.

"El Gobierno quería estirar la grieta y se encontró con Alberto, que deberá mostrar su poder comunicador y dar a conocer nuevas propuestas a las nuevas demandas que hay ahora y que no había en 2015", explica Cafiero. Y pone como ejemplo los movimientos feminista y de la economía popular, los tarifazos, la caída del empleo, el medio ambiente, la mayor pobreza y lo que llama "agenda institucional, incluida la división de poderes y un Poder Judicial realmente independiente".

Precisamente en este último tema Fernández abrió la primera polémica de su campaña, cuando propuso revisar fallos de determinados jueces. "No es que Alberto busque controlar a los jueces sino revisar lo que ellos expresaron en sus fallos. Los fallos son actos de gobiernos. Los jueces lo tomaron como una amenaza, pero no fue una amenaza contra nadie, sino que, como cualquier funcionario, deben dar explicaciones. No tenemos la idea de destituirlos, no está en agenda llevarlos al Consejo de la Magistratura. Creemos que es importante tener una Justicia y un Consejo de la Magistratura independientes, que no jueguen a favor del poder de turno. Creo que se tergiversó lo que dijo Alberto. Revisar fallos es una parte de las tareas del Consejo de la Magistratura. La excepción es cuando destituye", intenta justificar a su jefe político.

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