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SOCIEDAD | 25-05-2020 00:15

Cornelio Saavedra y Mariano Moreno: enfrentamiento, muerte y misterio

Los dos hombres fueron los líderes del primer gobierno patrio. De aliados a rivales. La muerte de Moreno y el supuesto rol de Saavedra.

Mariano Moreno y Cornelio Saavedra  integraron el primer frente político nacional. Durante los sucesos de mayo de 1810 fueron quienes se hicieron cargo de la crisis institucional, aunque los conflictos producto de sus diferencias no tardaron en llegar. Quizá, como una predicción del futuro, estos personajes encarnaron la primera grieta de la historia argentina. Ahora bien, su rivalidad, ¿los califica como enemigos? ¿Cómo funcionaba  la Primera Junta en su interior? La muerte de Moreno en altamar, ¿fue producto de un encargo de Saavedra? Mitos y misterios.

Historia. El 18 de mayo de 1810 el virrey Hidalgo de Cisneros confirmó la caída de la Junta  Suprema de Sevilla. El rey de España, Fernando VII, había sido capturado por los franceses y, como por efecto dominó, en  el virreinato del Río de la Plata estalló el debate ¿Nombrar autoridades propias  pero sin romper el vínculo con la corona? ¿Establecer un gobierno local, aunque, bajo qué términos? ¿Transformar la estructura económica?  Las disputas por el poder se agudizaron y así fue como el 25 de mayo  se formó la Primera Junta de Gobierno.  Era un cuerpo colegiado  con varias vertientes de pensamiento. El presidente era  el jefe del ejército, Cornelio Saavedra, y los  secretarios fueron  Juan José Paso y Mariano Moreno, ambos abogados. El esquema terminó de conformarse con seis vocales más.

“La Junta surge en un contexto de  búsqueda de representatividad, indefiniciones e incertidumbre. Es un acuerdo entre  los protagonistas de la política y la milicia. Las diferentes tradiciones ideológicas  de sus integrantes generaron fuertes tensiones internas. En 1860 se planteó una polémica: los acontecimientos de mayo, ¿constituyeron una revolución política o un levantamiento militar? ”, reflexiona María Inés Rodríguez Aguilar, historiadora especialista en Revolución de Mayo.

Jugar en el tablero político de aquellos tiempos implicaba correr riesgos y los representantes de la Primera Junta lo sabían.  Por un lado, el temor a una  eventual represalia de España y por otro, la sospecha de alguna traición intestina. Fue por ello que el embrionario gobierno adoptó una operatoria represiva. Moreno, a través del periódico “La Gazeta de Buenos Ayres”, el 23 y 28 de junio de 1810, lo dejó en claro: “Perezca el hombre corrompido que pretenda envolver nuestras Provincias en los males consiguientes de la tiranía. (…) Si en la instalación de este gobierno provisional se descubre algún viso de atentado (…) jura la Junta (…) que morirán, pues nada miran con tanto horror como el menor riesgo de manchar el honor  y la pureza de sus intenciones”. Quizá el peligro presentado por un enemigo (interno o externo) fue la circunstancia que posibilitó que Saavedra y Moreno actuasen como verdaderos aliados. “Si bien el peso protocolar recaía sobre el presidente de la Junta, todas las acciones de gobierno eran propuestas por los dos secretarios”, asegura Gabriel Di Meglio, doctor en historia argentina e investigador del CONICET. Saavedra era el presidente de la Junta y tenía más poder, pero no podía tomar decisiones de manera unilateral  ya que se trataba de un gobierno colectivo.

Cada cual tiene trip en el bocho. Cornelio Saavedra era un notable comerciante de Buenos Aires que mantenía buenas relaciones con la élite. Su vida dio un giro en 1807, durante la segunda invasión inglesa, cuando fue elegido por los patricios como jefe de las milicias. Luchó y venció, y de allí en adelante se consolidaría su perfil militar. En cambio, Mariano Moreno era un protoburgués de clase media. Estudió leyes en la Universidad de  Chuquisaca, Bolivia. Durante la fallida revolución de enero de 1809 encabezada por Álzaga, su referente político, fue el abogado de la Audiencia que buscaba darle legitimidad a Liniers en su cargo de virrey (conflicto de intereses a la orden).También era periodista y junto su hermano  fundó el diario “La Gazeta de Buenos Ayres”, vehículo  por el cual divulgaba su ideología.

“Saavedra buscaba autonomía, aunque dentro de la monarquía española. Comulgaba con la idea de que los vecinos pudiesen elegir las propias autoridades en el Río de la Plata y  manejar su propia economía; pero no por ello pretendía  dejar de tener al rey de España como un símbolo. Planteaba una especie de monarquía federal. Era un proyecto revolucionario, pero moderado” afirma  Gabriel Di Meglio. En cambio, Moreno era un renovador en términos progresistas. Quería un cambio más radical, abarcando todo el orden económico y político heredado de la colonia, lo que incluía per se transformaciones en las estructuras sociales. “El proyecto de Moreno (y  en su versión extrema, de Castelli)  implicaba una modificación  mucho más profunda sobre el Río de la Plata. Buscaba romper con España y alcanzar la independencia total; aunque no lo dice abiertamente, lo propone”, concluye Di Meglio. En efecto, se trata de dos posiciones políticas diferentes dentro del bando revolucionario. De todos modos, ambos tenían un punto común. Según Ana Laura Sucari, socióloga y doctora en historia, los dos estaban de acuerdo en que en el Río de la Plata y en las Provincias Unidas debía funcionar una economía de libre comercio.

Rivalidad, muerte y misterio. “Saavedra y Moreno eran  fuertes adversarios  que disputaban la administración de un futuro político, no enemigos. Estaban enfrentados, sí. Pero porque cada uno hacía su juego y ese era el método para sobrevivir en la esfera política. Comparten una situación de crisis con miradas distintas. Ambos  defienden la factibilidad de poner en marcha su pensamiento en un contexto internacional sumamente complejo”, infiere Rodríguez Aguilar.

Cuenta la leyenda que tras la victoria  de la batalla de Suipacha, el capitán Duarte , en estado de ebriedad,  proclamó  a Saavedra -con una corona de azúcar - como “el nuevo Rey”. La respuesta de Moreno a tal evento se conoció públicamente el 8 de diciembre de 1810, cuando La Gazeta de Buenos Ayres publicó el decreto de Supresión de Honores. Este, además de señalar que la citada “coronación” atacó a los derechos de la patria, estableció una quita de privilegios a los miembros de la junta y a sus esposas. El secretario era consciente de que sólo el más hábil continuaría en el poder.

Los periodistas Gisela Marziotta  y Mariano Hamilton, en su libro “Mejor muertos”, afirman que  Moreno pensó que Saavedra se negaría a firmar tal decreto y que, de esa manera, se evidenciaría su ambición de portar una corona. Nada salió como el  abogado imaginó. Según el historiador José María Rosa, en su obra “Historia Argentina”, esta resolución fue lo más impolítico que salió de la pluma de Moreno, ya que no sólo agredía a Saavedra, sino también, al pueblo y a las cónyuges de los funcionarios, ya que las prerrogativas también se extinguirían para ellas. Por el contrario,  Rodríguez Aguilar  añade que la supresión de honores sólo fue una expresión tendiente a diferenciar el virreinato de la monarquía española. Sea como fuere, tras estos sucesos, Saavedra envió una carta a su colega Chiclana, en la que se refirió a Moreno como  un “Demonio del Infierno” que intentó asesinarlo. 

En estas instancias, Saavedra no sólo  era respaldado por “el pueblo”  (vecinos con derecho a voto) sino además, contaba con el apoyo de los diputados de las provincias del interior. Ocurre que, avanzado diciembre, la Junta se transformó en La Junta Grande, lo que  implicó  que a la conformación inicial del gobierno se le sumaran representantes de las demás provincias. Todos eran saavedritas. Moreno, por su parte, sostenía la tesis de Buenos Aires “como la hermana mayor” del resto del territorio, es decir, apostaba a que la capital porteña siguiera tomando las decisiones que afectaban a toda la extensión del Río de la Plata. Asimismo, sabía que en este nuevo esquema sus ideas eran la minoría. Quizás por ello renunció a  su puesto  en la Junta y solicitó el cargo diplomático en Londres.

El 22 de enero de 1811 el ex secretario embarcó rumbo a Inglaterra. El 4 de marzo del mismo año falleció. Felipe Pigna, historiador, y Miguel Wiñazki, periodista, publicaron en 2002 un artículo en el diario Clarín. En él narran un hecho que podría dar lugar a la teoría de que Moreno murió producto de una conspiración. En efecto, señalaron que el 2 de febrero de 1811, diez días después de la partida del abogado, su esposa Guadalupe recibió un paquete anónimo en su casa.  Allí dentro había un velo, un abanico negro, un par de guantes del mismo color y una nota: “Estimada señora, como sé que va a ser viuda, me tomo la confianza de remitir estos artículos que pronto corresponderán a su estado”.

Otro detalle que eventualmente podría abogar a favor de la hipótesis de un asesinato, es la firma de un contrato entre Cornelio Saavedra y el norteamericano David Curtis de Forest. En aquel se establecía que Curtis de Forest desempeñaría la misma función que Moreno en Londres, toda vez que “el doctor dos Mariano Moreno hubiere fallecido o  por algún accidente imprevisto, no se hallare en Inglaterra…”. “Si bien Moreno murió en altamar y varias posturas sostienen que fue envenenado por órdenes de Saavedra, yo entiendo que no fue así. Mariano eligió irse  a un exilio en una franca de un gobierno que mayoritariamente era saavedrista”, afirma Sucari. Por su parte, Rodríguez Aguilar sentencia: “Atribuirle la responsabilidad a Saavedra es una estrategia que hace el grupo morenista a partir de la defunción de él. El presidente de la Junta no tuvo nada que ver. Tampoco hay certeza de que Moreno haya sido realmente envenenado. En esa época mucha gente perecía durante los viajes en barco. Con este desenlace Moreno se convirtió en una figura romántica. Qué hubiese ocurrido si  hubiera seguido con vida, sólo pertenece al universo de las especulaciones”.

Han pasado más de 200 años de la muerte  de Mariano Moreno y al día de la fecha su causa constituye un misterio. Lo cierto es que sus ideas, luego de su deceso cobrarían protagonismo y serían incluso mayoritarias, principalmente a partir de 1812 con la sociedad patriótica.

 

*@eugeevictoriaa y @sofiluz17, alumnas de periodismo de la Escuela de Comunicación de Perfil.

por Eugenia Trubbo Faugas y Sofía Luz Granato

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