Los puestos laborales más buscados en 2021 serán aquellos que fomenten y sostengan la agilidad empresarial. Entre ellos, podemos destacar los roles de Scrum Master, quienes velan por el desarrollo de la autogestión y adaptabilidad de los equipos de trabajo y de Agile Coach, quienes operan a nivel cultural y estructural en la organizaciones.
Es sabido que los avances tecnológicos y los cambios en la modalidad del consumo online llevaron a nuevas formas de concebir el trabajo y estructurar los equipos dentro de las empresas.
Métodos ágiles como Kanban o Scrum se convirtieron en pocos años en aliados corporativos indiscutibles, por ejemplo en compañías que se encontraban en un proceso de digitalización de sus productos o servicios. En los últimos años se disparó la demanda de los roles requeridos para articular exitosamente estas nuevas formas de trabajo. Tal es así que la abundante búsqueda de profesionales para ocupar el rol de Scrum Master hizo que LinkedIn, la red profesional internacional más utilizada, incluyera esta función en el ranking de los 15 empleos emergentes en Argentina en 2020. Esta tendencia no solo se vio a nivel local, sino también regional con el rol de Agile Coach, convirtiéndose en el puesto 15 con un 53% de crecimiento interanual.
Las condiciones actuales indicarían que esta demanda continuará con vigor y además tendrá una fuerte impronta en habilidades interpersonales que puedan aplicarse en entornos de trabajo remoto.
Procesos. Los duros tiempos que estamos atravesando no vinieron a poner un freno a la tendencia digital. Muy por el contrario, se aceleró con la potencia de un transbordador supersónico. Muchos cambios en las empresas dejaron de ser opcionales para convertirse en la nueva normalidad. Gran parte de nuestras actividades cotidianas se digitalizaron, hasta las más impensables, como festejar cumpleaños y reuniones familiares.
La adopción de Scrum, el marco de trabajo ágil más utilizado en el mundo, como enfoque fundamental para propiciar la necesaria digitalización de las empresas se volvió un plan no negociable, incrementando la búsqueda de talento capaz de ocupar estos nuevos espacios de Scrum Master/Agile Coach.
Gracias a muchas de las premisas de Scrum como, por ejemplo, la clara priorización del trabajo, el tamaño pequeño de los equipos, los equipos de trabajo contaron con mucha claridad y capacidad de adaptación.
Pero no todo es color de rosa para quienes están familiarizados con la construcción de productos digitales con métodos ágiles. Los Scrum Masters y Agile Coaches en particular, entre los cuales me incluyo, nos hemos basado en el trabajo presencial para poder observar, escuchar y mantener conversaciones ad-hoc con los miembros de los equipos, y así poder percibir estados de ánimo, posturas, conflictos emergentes y detectar impedimentos a tiempo. La ausencia repentina de la presencialidad significó que todos esos medios de crear transparencia y relación interpersonal ya no estén disponibles en la forma que conocíamos.
Lección. Este año nos enfrentamos cara a cara con el cisne negro. Aprendimos a la fuerza lo que significaba la resiliencia. Comenzamos a repensar todas las reuniones de forma virtual y la tecnología disponible acompañó el cambio. Conectarnos a esas reuniones de trabajo no fue un problema técnico. Utilizar las herramientas tampoco, más allá de algunos traspiés de seguridad que van quedando en el pasado. Incluso enfrentamos un enorme desafío de compatibilizar la vida personal y laboral que transcurría en el mismo espacio físico.
La sorpresa vino por otro lado. Las competencias de facilitación de grupos y toma de decisiones participativa que antes eran muy deseadas se tornaron críticas. En definitiva, estamos aprendiendo que la criticidad del trabajo remoto no pasa por la tecnología ni por los procesos, sino por una cuestión cultural de la empresa y aspectos personales de los empleados que traspasan las paredes corporativas. Esto no es nuevo, sólo que ahora es más evidente.
Proyección. Con las soluciones dinámicas que ofrece la agilidad, las habilidades técnicas no serán un problema. En cambio, serán necesarias competencias en la creación de equipos de trabajo remotos que demuestren particularmente empatía, transparencia y respeto en sus interacciones. Un valor fundamental será promover que las personas sean por demás comunicativas, buscando las oportunidades de compartir información deliberadamente y asumiendo las mejores intenciones de sus compañeros cada vez que lean un mensaje de texto.
El monitoreo del estado de ánimo grupal, las palabras utilizadas y el lenguaje no verbal debe ser intencional en un entorno en el que todos los colaboradores se encuentran distribuidos. Para este cometido, es fundamental fomentar la participación de las personas con sus cámaras encendidas. Las empresas que ya tienen experiencia en intercambios remotos, por ejemplo, trabajando en simultáneo a través de diferentes husos horarios, tienen ventaja en esto. Hoy se ha vuelto la norma dentro de una misma ciudad.
Sostener un ambiente de seguridad y confianza donde cada uno se sienta a salvo de “abrir la puerta de su casa” seguirá siendo un desafío extra en el desempeño virtual de estos roles. Esto implica concientizar acerca del uso del “tiempo de micrófono” a sabiendas que todo lo que se diga debe poder ser escuchado por cualquier persona del otro lado y tolerancia a las interrupciones que pueden generarse de forma involuntaria en el hogar.
Por último, las intervenciones emergentes de coaching y mentoría que sucedían en contextos presenciales, ahora deben ser buscadas deliberadamente. Si antes solía haber almuerzos de equipo, es importante mantener esta práctica de forma virtual. Lo mismo aplica para los after-office que eran presenciales, donde todos los miembros del equipo tienen la posibilidad de conectarse y conversar de lo que quieran, más allá del trabajo.
*Martin Alaimo, Coach Profesional Certificado, Entrenador Scrum Certificado (CST) y Coach Empresarial Certificado (CEC)
por Martin Alaimo*
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