Facundo Astudillo Castro tiene 22 años y la última vez que se supo algo de él fue el 30 de abril, cuando dos efectivos lo frenaron en un retén de la localidad de Mayor Buratovich y le hicieron una infracción por violar la cuarentena. El joven había salido esa mañana desde Pedro Luro, donde vive, con el objetivo de viajar a dedo hasta Bahía Blanca. Sin embargo, no solo nunca llegó a destino sino que no se comunicó con nadie de su entorno. Su madre, Cristina, de inmediato sospechó que había pasado. Pero tuvieron que pasar más de dos meses para que el Juzgado Federal N° 2 de Bahía Blanca la aceptara como querellante, caratulara la causa como “desaparición forzada de personas” y resolviera que todas las medidas de prueba estén a cargo de la Policía Federal y no de la Bonaerense, la fuerza bajo sospecha.
La resolución del Juzgado se dio a conocer el 8 de julio, el mismo día que se decidió llevar adelante el allanamiento a la subcomisaría de Buratovich, una localidad de 5 mil habitantes que pertenece al Partido de Villarino, a unos 90 kilómetros de Bahía Blanca. “Para nosotros no es casual que ese anuncio se haya hecho rozando las 9 de la mañana y minutos después (Sergio) Berni declarara que apartaba a las fuerzas policiales de la investigación. No es que él lo creyó pertinente, sino que el Juzgado acababa de plantear que había que sacar a la Bonaerense de ahí”, afirma a NOTICIAS el abogado Luciano Peretto quien, junto a Leandro Aparicio, trabajan como querellantes de la familia de Facundo.
La desaparición. Facundo había vivido con una novia en Bahía Blanca hasta febrero, cuando se separó y decidió volver a Pedro Luro. Hasta el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio trabajó en una cervecería. El inicio de la cuarentena lo dejó sin trabajo. En ese contexto, decidió viajar para recoger algunas pertenencias que le habían quedado en la casa en la que había vivido.
En Buratovich dos policías le hicieron una infracción por violar el artículo 205 del Código Penal, que sanciona a quienes no cumplan las medidas adoptadas para impedir la propagación de una pandemia. Los efectivos verificaron su domicilio, pero lo dejaron seguir camino. “Eso fue lo único que estuvo en la causa por mucho tiempo. La cosa se empezó a entramar el 18 y 19 de junio, durante un rastrillaje que se llevó adelante y del que nosotros participamos”, agrega Peretto.
Esos días se incorporaron a la causa dos testimonios de efectivos que, en distintos momentos, dijeron haber estado en contacto con el joven. Uno fue el de una policía que declaró haber levantado de la ruta a Facundo. La mujer iba de civil en el vehículo particular de su padre. De acuerdo a Peretto, la oficial declaró haber dejado al joven en la localidad de Teniente Origone.
El otro testimonio es de un policía, quien contó que le informaron sobre la presencia de un joven en el kilómetro 750 de la ruta 3. “El hombre declaró que fue hasta el lugar, que verificó la identidad de Facundo con su carnet de conductor, al que le sacó una foto, y que lo dejó seguir viaje para Bahía Blanca. A partir de ahí, ya no se sabe nada. No hay ningún dato”, agrega el abogado.
Sospechas. En una primera instancia, la causa quedó a cargo de la Unidad de Instrucción 20 de Bahía Blanca, a cargo de Rodolfo De Lucía. Según informó Télam, esta mañana el fiscal planteó su incompetencia para investigar el hecho en la mañana del 9 de julio y pidió que el expediente quedara en manos de la Justicia Federal.
Para la querella, ese es el ámbito donde se tiene que investigar. De Lucía había orientado su investigación a la averiguación de paradero. “A 70 días de la desaparición de Facundo, había que abandonar esa línea de investigación. Hay que empezar a asumir que todas las contradicciones que nosotros observamos en las declaraciones de los efectivos”, subraya Peretto.
Los abogados querellantes y la madre de Facundo insisten en que, si bien es lógico que se pueda pensar que el joven pudo haberse ido por sus propios medios, no es una actitud que cuadre con su personalidad: “Facundo es un amiguero de ley, un pibe que concibe a sus amigos como sus hermanos y con los que nunca había dejado de tener contacto. Adora a su abuelo materno, quien es como su padre. Es un chico divertido, jodón y alegre. Además, es bastante dependiente de las redes sociales y de su celular. Todo esto nos hace dudar de que se haya querido ir”, apunta el abogado.
Por este motivo, la querella requirió que la Justicia tomara medidas con el teléfono del joven. El historial de llamadas y mensajes ya está incorporado en el expediente y ahora se aguada el resultado de un estudio de geolocalización del dispositivo. Al mismo tiempo, requieren que los efectivos que dicen haber visto a Facundo vuelvan a prestar testimonio ante la Justicia Federal, ya que sus declaraciones fueron en sede policial, justamente, frente a sus propios jefes.
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