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SOCIEDAD | 10-07-2020 01:19

Baby Etchecopar y el éxito del odio

Por qué el periodista más conflictivo de la Argentina conecta con la ira de tanta gente. Peleas memorables, anti feminismo y la paranoia de la avanzada K.

¿Quién no conoce a Baby Etchecopar en la Argentina, el actor y periodista que desde hace más de 20 años ha consolidado un estilo inconfundible en las mañanas de la radio, hecho de declaraciones feroces y opiniones disruptivas, muy lejos de la corrección política? Para sus detractores, es un comunicador violento siempre dispuesto para el ataque indiscriminado. Para sus admiradores, un hombre brutalmente honesto, que con dureza y sin filtro pelea contra los privilegios y desmanes de la política.

La lista de sus guerras personales sorprende por la variedad y extensión. En 2017, se agarró a las piñas con Roberto Navarro en los pasillos de Radio 10, por obvias diferencias políticas. Por la misma época, acusó a Rial de “andar siempre con trolas”, cuando el periodista de espectáculos criticó sus declaraciones sobre la excesiva exposición de las chicas de 12 años en Facebook. A Pamela David, la mandó a estudiar periodismo y a Maju Lozano, a “ponerse crema de enjuague” y a “vestirse mejor”. También se peleó con Mirtha Legrand, con Mauro Viale, con Luciana Salazar y con Diego Brancatelli. Y esto es solo una pequeña muestra en comparación con sus grandes confrontaciones, de carácter político, en las que Hebe de Bonafini, Luis D'Elía y Amado Boudou, son algunos de los objetivos preferidos.

A causa de Cristina Kirchner, a quién calificó hace pocos días de “el cáncer de la Argentina” en la mesa de Mirtha Legrand (comandada por Juana Viale), acaba de ser objeto de una denuncia por parte de 65 diputados y senadores del Frente de Todos. La encabezó Cecilia Moreau, hija de su ex compañero de filas en el radicalismo, Leopoldo; a quien Etchecopar sostuvo económicamente cuando no tenía un peso. La narración de esta situación del pasado le dio la oportunidad de recargar sus dardos contra su ex correligionario, y a partir de él, volver a atacar a las “lacras” kirchneristas.

Sus conflictos con las mujeres son de antología y de parte de los colectivos feministas sufrió sus peores escraches. "No tenemos ninguna defensa los ciudadanos honestos contra las tortilleras éstas, contra las mugrientas, estas porreras, estas crías hijas de puta que están en la puerta, estas 20 atorrantas que no hacen nada, villeros asquerosos”, dijo de un grupo que lo cercó con pancartas delante de la radio, después de una discusión con una dirigente del Movimiento Evita.

Por sus exabruptos, fue objeto de una denuncia de la Fiscal Barcia, que terminó en una probation por la cual debía ceder, sin interrupciones, una porción de su programa radial, para que una especialista diera información sobre violencia de género. “Estuvo todo perfecto con la probation, no tengo nada contra el feminismo -declaró a NOTICIAS, en una entrevista para esta nota (ver reportaje)-. Lo que no acepto, es que me llamen misógino”.

Su última confrontación fue con la Defensora del Público, Miriam Lewin, quien declaró a una radio "apuntamos a que Etchecopar no sea escuchado en la sociedad". "Señora Miriam Lewin, ¿cómo va a hacer usted para que no me escuchen? ¿Me va a desaparecer?",  la increpó Baby en su programa de televisión, para pasar luego a hacer un repaso de los momentos -según él- más controversiales del pasado profesional de la funcionaria.

En un loop que recorre las mismas instancias una y otra vez, Etchecopar se desborda, insulta, entiende que se extralimitó, se disculpa y la historia vuelve a empezar. El loop también contiene demandas, cartas documentos, denuncias e intervenciones de organismos como el INADI.

Él confiesa que esta versión de sí mismo, iracunda y confrontativa, es parte de su verdadera personalidad, pero muchos creen que se trata de un personaje que le ha dado grandes réditos y que, de algún modo, representa a una porción de la sociedad disconforme, enojada, harta del maltrato y de su invisibilidad para el poder.

Dentro de esta idea, Baby sería la voz de una indignación genuina y popular, que no encuentra ni oídos ni cauce para la acción política y se constituye como discurso del odio, del enojo, de la ira y la insatisfacción.

Trabajo. Estrategia artificial o desborde auténtico de sus emociones, esas actitudes le han ganado a Etchecopar una audiencia fiel y persistente, capaz de acudir en su defensa a la puerta de la radio cuando las cosas amenazan con desbordarse o de seguirlo con abnegación en sus obras teatrales, programas de televisión y cambios de emisora.

Durante 20 años fue un miembro imprescindible de Radio 10, donde en la ultima década, se mantuvo segundo detrás de Jorge Lanata de 9 a 12, y recién descendió al tercer puesto (abajo de Víctor Hugo Morales en la AM 750), este año. La situación parece haber motivado su salida hacia Radio Rivadavia, cuando quisieron cambiarle el horario del programa, y él lo interpretó como una estrategia para sacarlo. “No vengo a hacer una radio normal, vengo a poner a Rivadavia en el primer lugar, así que me tienen que ayudar todos, taxistas, colectiveros, la gente”, dijo el lunes 11 de mayo, cuando comenzó de 12 a 14 su ciclo, “Baby en el medio”.

Los buenos números también lo están acompañando en la televisión. Su programa “Basta Baby”, que se emite una hora antes de la medianoche, lidera la franja con un promedio de 2,86 (TN hace 1,26 y C5N, 1,52). Y en junio, llegó a hacer picos de 4 puntos.

Como dato que suma a su popularidad, el programa de Mirtha en el que expresó las polémicas declaraciones contra Cristina Kirchner (y en el que estuvo acompañado de Eduardo Feinmann, Oscar González Oro y Fernando Carnota) alcanzó picos de 10,1 de rating frente al 7,7 que marcó PH, conducido por Andy Kusnetzoff.

Su estilo fuerte y agresivo cambió poco en estos años, pero la política se constituyó en uno de sus temas centrales.

“Para entender el fenómeno de Baby Etchecopar hay que correrse de la instancia de pensar si uno está de acuerdo o no con su postura política o ideológica y tratar de entender por qué es que conecta tan directo con la gente -explica la analista de medios, Adriana Amado-. Si bien ahora toma más visibilidad, hay que decir que este estilo de comunicación directo, rudo, llegando a la grosería ha sido siempre la marca de Etchecopar, desde cuando estaba en las tardes de sábado de Radio 10, muchos años atrás”.

Para Amado, en el discurso del periodista se articulan dos cuestiones: por un lado, este estilo rudo se emparenta con una impronta muy porteña de expresión. “Él, de alguna manera, tal vez hiperbólica, replica este modo de hablar. Esto es la base para generar empatía con mucha gente, que siente que hay un periodista que habla como hablan en el barrio y que expresa el malestar que el oyente siente. Este oyente no encuentra esa empatía en otro periodismo, que analiza la política quizás demasiado enfocado en las intrigas de palacio y menos en el impacto que esas decisiones tienen en la vida cotidiana de la gente. Esta creo que es la clave del éxito del enfoque 'Etchecopar'”.

En un libro del sociólogo francés François Dubet, que acaba de publicarse en Buenos Aires con el título “La época de las pasiones tristes” (Siglo XXI) se ofrece una excelente explicación de la proliferación de los discursos que expresan ira, enojo y hasta odio, en las redes sociales y en los medios, que puede servir para comprender la empatía que las palabras de Etchecopar logran en sus oyentes.

Para Dubet, vivimos una época cruzada por la desigualdad. Pero a diferencia del pasado, donde las clases sociales establecían las mayores distinciones entre la gente, las desigualdades de hoy son transversales a las ideologías de los partidos políticos, y recorren situaciones de disputa nuevas, como el género, la religión, la educación, la vivienda, etc. Los movimientos indignados que surgen el mundo, son una expresión de la ira que provoca esta situación múltiple de desigualdad y que, curiosamente, lejos de capitalizar la izquierda, termina sumando la derecha, con candidatos como Trump o Bolsonaro.

“Vergüenza, humillación, ira, resignación: no se puede describir toda la gama de los sentimientos provocados por las desigualdades, pero sí mencionar las emociones que caracterizan su individualización -explica Dubet-. La primera de ellas es la omnipresencia del sentimiento de desprecio, la impresión de ser invisible o no ser visto por lo que uno es. Las 'pequeñas' desigualdades se revelan en las palabras, los gestos y las miradas; ponen en entredicho la dignidad y el valor de las personas. Es el desprecio de los 'grandes', el presidente de la República y los políticos, el de los medios, los intelectuales y el de todos los que al parecer desprecian a las personas comunes y corrientes”.

Tal como señala Adriana Amado, es ese inconformismo de la gente común, el que parece expresar Etchecopar cuando critica a políticos y poderosos. Un grupo social, que en palabras de Dubet, exige respeto de acuerdo a los valores democráticos de igualdad que se pregonan desde la política.

La aparición de las redes sociales y, con ellas, la expresión espontánea de sus usuarios de enojos, resentimientos y odios echa nueva luz sobre esta clase de expresiones en los medios tradicionales. Los “haters”, cuando no son utilizados como trolls por una fuerza política, usan las redes como un mecanismo de descarga. “Y los discursos de odio se propagan con mayor facilidad, por la conectividad de la red, y despiertan reacciones mas intensas en nosotros por lo que su frecuencia aparece también magnificada desde el lector”, dice a NOTICIAS el investigador Ernesto Calvo, autor de “ Fake news, burbujas, trolls y otros encantos” (Siglo XXI) junto a Natalia Aruguete.

Esto podría explicar el éxito que cualquier noticia sobre Etchecopar tiene en los principales portales donde, según los editores, cualquiera de sus conflictos se posiciona rápidamente entre las notas más leídas y se replica viralmente en las redes.

Reverso. En el lado B de Baby Etchecopar, se puede encontrar al protagonista de situaciones tan graves como las que vivió en 2012 cuando robaron su casa y para defenderse mató a uno de los ladrones. Él y su hijo terminaron heridos y traumatizados, sometidos a una larga recuperación. También sufrió muchísimo la muerte de su mujer, en 2016, aunque hoy está mejor y en pareja con Silvina Cupeiro.

“Baby es uno de los tipos más divertidos que conozco, más cordiales. Es generoso, solidario, siempre puedo contar con él”, contesta Oscar González Oro ante la pregunta de NOTICIAS sobre el Etchecopar de carne y hueso.

“Solidaridad” es también la palabra que recalca Luis Novaresio al describirlo. “Es capaz de ser garante de un contrato de alquiler, prestarte plata, es querido por todos en la radio. Tiene un gran sentido del humor, que nada tiene que ver con el personaje que ves en la tele, con el que uno puede o no coincidir”.

“La gente está acostumbrada a preocuparse más por las formas que por los contenidos y es cierto que en las formas Baby puede parecer un tanto exorbitante -dice el periodista Gabriel Levinas, columnista en su programa de televisión-. Pero si analizás el contenido, está más a la izquierda que tantos otros. La diferencia con otros periodistas es que todos mean adentro de la pileta y él mea desde arriba del trampolín. Además es un tipo muy libre. Yo muchas veces discuto con él al aire o doy opiniones que son totalmente distintas y no tengo que pedirle permiso”.

Amado y odiado por parte iguales, él está convencido de que sus peores conductas surgen de la persecución kirchnerista, que lo sigue a sol y a sombra. Y que detrás ese hostigamiento, está el verdadero deseo de acabar para siempre con la libertad de prensa. “¿Por qué creés que la gente me sigue? No me sigue porque soy un loquito suelto que odia, sino porque está cansada de que le toquen el traste, de que le roben, de que le saquen la guita del Anses para bancar campañas políticas -le explicó a NOTICIAS-. Si todos los que gobernaron la Argentina en los últimos 20 años lo hubieran hecho tan bien, vos no me estarías haciendo esta nota, porque yo estaría pasando recetas de cocina”.

 

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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