Sunday 14 de December, 2025

SOCIEDAD | 14-07-2025 09:42

"Menem": la argentinidad de los 90 al palo

La nueva serie sobre el ex presidente es un regreso a la década de la pizza con champagne. La tapa de NOTICIAS con María Julia.

La serie “Menem”, estrenada el 9 de julio en Prime Video, dejó en claro que en el aire y en el inconsciente colectivo del pueblo argentino, los años 90 están más presentes que nunca. E incluso que algunos tópicos se reiteran como un bucle: los hechos de corrupción, las valijas que pasan por la aduana sin control, los pro y contras de las privatizaciones, la imagen magullada del peronismo y hasta la presencia de "Yuyito" González.

Dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Leonardo Sbaraglia, la biopic del expresidente argentino Carlos Saúl Menem, no solo retrata los años dorados y oscuros de una figura central del poder político, sino que, en plena efervescencia por el revival noventoso, recrea contradicciones, resentimientos y conflictos familiares que parecían dormidos.

Camino del héroe. El relato se articula entre el ascenso del joven caudillo riojano al sillón de Rivadavia en 1989 y los acontecimientos más convulsionados de la década: la privatización de empresas estatales como Entel, la convertibilidad de Cavallo, el escándalo del Yomagate, el atentado a la AMIA y la trágica muerte de Carlos Menem Jr.

La narración incorpora a varios personajes ficticios, uno de ellos, Olegario Salas (Juan Minujín), un fotógrafo que funciona como testigo de época y narrador omnipresente. Inspirado libremente en el histórico Víctor Bugge, que retrataba todo lo que acontecía en la diaria presidencial, su presencia permite mixturar archivos reales, diálogos recreados y tramas dramáticas con ciertas licencias narrativas que tensionan los límites entre realidad y ficción.

La serie no es reveladora, no denuncia pero rememora. Y el resultado es un retrato contradictorio de Carlos Menem, carismático e inescrutable. Lo muestra humano pero a la vez implacable. Cercano a la gente pero con ambición desmedida. La interpretación de Sbaraglia, sostenida en un trabajo de caracterización minuciosa, evita el juicio moral y se centra en la construcción de un personaje que seduce al poder, lo domestica y finalmente lo dilapida. La serie reconstruye con precisión hechos claves: la anticipada asunción presidencial en medio de la hiperinflación alfonsinista, el desalojo de Zulema Yoma (Griselda Siciliani) de la Quinta de Olivos luego de que ella le jugara políticamente en contra, la convertibilidad y sus celos a Domingo Cavallo (interpretado por Campi), el levantamiento carapintada de Seineldín, la privatización de Entel con la efervescente María Julia Alsogaray (Mónica Antonópulos), el Pacto de Olivos y el lavado de dinero en el célebre caso Yomagate.

Punto de quiebre. Pero la línea argumental más potente llega con el tratamiento del atentado a la AMIA en 1994 y la muerte de Menem Junior en 1995. La serie no elude la ambigüedad: se insinúan sospechas, pactos de silencio, alianzas con servicios de inteligencia y una dimensión trágica que expone al poder como una maquinaria que devora a sus propios protagonistas. En ese sentido, el tono de “Menem” oscila entre la sátira política y el thriller familiar, con momentos de humor negro que recuerdan que la historia argentina, incluso en sus tragedias, tiene ribetes grotescos. Un dato no tan conocido pero que toma relieve prepondarante es la aparición de una bruja que le advierte que una tragedia ronda la vida del Presidente si avanza en su intención de ir por la reelección. La mujer que aparece no sería otra que Azucena Agüero Blanch.

Esquirlas. El éxito de la serie no es casual. A solo tres días de su estreno, la plataforma Prime Video reconoció que las reproducciones superaron las expectativas. Es que llega en un momento donde la sociedad argentina revisita la estética y el espíritu de los años noventa con una mezcla de fascinación y alarma. Figuras como "Yuyito" González regresan con fuerza a los medios, los jingles de campaña se viralizan en redes sociales y el apellido Menem, como resabio ideológico, regresa al poder bajo la figura de su sobrino Martín, hijo de su hermano Eduardo.

Pero la serie también despertó conflictos legales y familiares que tiñeron de polémica su estreno. La nieta del ex presidente, Antonella Menem, intentó frenar la emisión denunciando el uso indebido de la imagen de su padre, Carlos Jr., fallecido en el confuso accidente que la serie recrea como posible atentado. Junto a Carlos Nair Menem, solicitaron ante la Justicia la suspensión del estreno alegando falta de autorización familiar. La demanda fue rechazada cuando se presentó un documento firmado por el propio Menem en 2020, donde cedía los derechos sobre su imagen, voz y nombre. Sin embargo, el conflicto no quedó ahí. Antonella declaró en diversas notas que “se están lucrando con el dolor de una familia”, exponiendo una vez más la tensión entre el derecho a la memoria y el uso comercial de figuras públicas fallecidas.

La emblemática foto de María Julia Alsogaray para NOTICIAS, vestida solo con un tapado de piel, bajo el título “Reina pero no gobierna”, reaparece en la serie “Menem”. Mónica Antonópulos encarna a la excéntrica ingeniera industrial devenida política y figura central de la privatización de Entel. Su personaje brilla en la pantalla como ícono de los '90, con todos los tópicos de la década. Seducción ostentosa, poder, exposición, rumores de un vínculo amoroso con Menem, y finalmente presa por corrupción. El origen de la foto se ubica en Las Leñas, posando en exclusivo para el fotógrafo de NOTICIAS Osvaldo Dubini, cubierta por un tapado prestado por Graciela Borges y avalada con un “estás divina” de Susana Giménez. Un marco que construye fehacientemente la frivolidad política de la época. Antonópulos se mete en la piel de esta figura compleja, poderosa y mediática, acaso el arquetipo de la era menemista. En la serie, esta revista aparece en varias ocasiones, como un termómetro de validación del poder que amasaron diferentes personajes como la misma María Julia Alsogaray, Domingo Cavallo y Carlos Menem.

A diferencia de las recientes biopics de Monzón, Sandro, Maradona y Coppola, entre muchas otras, que buscan exaltar o redimir la figura popular del héroe en cuestión, aquí se opta por una mirada más ambigua, que coquetea con el cinismo y deja que el espectador decida si el ex presidente fue un visionario o un encantador de serpientes. La estética de la serie, opulenta, veloz y luminosa, es un reflejo exacto del país que quiso ser primer mundo mientras se desangraba en corrupción y exclusión.

La serie “Menem” no busca hacer justicia ni rendir homenaje. Solo muestra. El análisis lo hará cada espectador por sí mismo.

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Mariano Casas Di Nardo

Mariano Casas Di Nardo

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