Thursday 18 de April, 2024

SOCIEDAD | 15-01-2020 11:09

El chiste del Canciller Felipe Solá sobre el cerdo tirado a la pileta

A través de su mascota, la chancha Pelota, el canciller broméo con el episodio que involucra a Álvarez Castillo. Aplausos y críticas.

Después del revuelo que causó ayer en las redes el video de un cerdo cayendo a pique en la pileta del empresario Federico Álvarez Castillo, en Punta del Este, fueron muchos los que se sumaron con humor a la repercusión del hecho.

Uno de ellos fue el actual Canciller, Felipe Solá. En un retweet del comentado video escribió: “Le mostré a mi chancha Pelota el video del empresario Álvarez Castillo arrojando un cerdo a su pileta desde un helicóptero. 'Por favor que nadie le diga cerdo' me pidió. 'Nosotros somos buenos chicos'”.

La chancha Pelota es la mascota del canciller, que desde hace más de un año tiene su propia cuenta en Twitter y se presenta como “Solo busco unidá. Los amigos me dicen Pelota, a los enemigo, ni justicia” (la falta de “s” es literal). Otro rasgo característico de la chancha, es que escribe siempre en verso, en una clara alusión a la poesía gauchesca, y es fanáticamente peronista.

Por supuesto, el personaje le sumó puntos y seguidores a Solá en la campaña y es muy conocida, por eso la oportunidad de la intervención en este caso.

Pero el chiste de hoy, que además hace referencia irónica a la insistencia en el lenguaje políticamente correcto, no cayó bien a todos. En especial entre los defensores de animales, que desde el momento en que se conoció el video del conflicto, han protestado alarmados por la evidente situación de maltrato.

Por ahora, las aclaraciones de Federico Álvarez Castillo alegando su repudio al vandalismo que se ve en imágenes, no cayeron bien. La mayoría descree que haya sido víctima del hecho. Sobre todo porque alguien desde al lado de pileta grabó la secuencia y se escuchan carcajadas durante la filmación.

Todo lo que rodea al episodio del chancho provoca emociones ambiguas, desde la risa hasta el profundo rechazo. Los comentadores graciosos corren el riesgo de caer en la volteada y ser tan repudiados como los protagonistas.

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