El Instagram de Florencia Kirchner bien podría ser el de una escritora enigmática de los Estados Unidos de principios de siglo pasado,o bien, el de una directora de cine experimental de la Alemania de los 80, sobre todo por su estilo claroscuro.
Sin embargo, hay dos personas que la devuelven constantemente a lo terrenal y no le permiten ese vuelo artístico que desea, sus padres Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Entonces, en cada posteo, ella transita ese limbo entre lo que no quiere decir y fantasea y lo que sus seguidores esperan, que es una bajada de línea política constante. Resultado: publicaciones vacuas, lavadas y confusas, que pueden leer sus más de 336 mil seguidores.
Su nuevo posteo data del 19 de febrero, día en que su madre cumplió 71 años. En la foto puede verse a una pequeña Florencia a upa de CFK, como un claro paralelismo de la edad que hoy tiene su hija Helena con respecto a ella. Hasta ahí, conmemorativo en lo visual, pero su texto cae en sus vicios discursivos y se presenta poco legible para sus fieles, con un guiño hacia su padre y mucho desprecio a los tiempos que vive la sociedad argentina actual.
Esto sin mencionar la última frase que reza: “Me hubiese devorado que no esté (da escalofríos todo lo que se puede decir literal)”, en clara referencia al atentado que sufrió su madre el 1 de septiembre de 2022.
Amante de la literatura de Virginia Woolf y Clarice Lispector, a quienes contantemente les hace tributo, tanto en la difusión de sus propios libros como en la utilización de la impronta depresiva y solitaria que profesan, Flor K a sus 33 años hace de sus redes sociales un termómetro de su estado de ánimo, por lo general catártico y melancólico.
Algo es cierto: su intención es la de mantener el perfil bajo y escribir libremente lo que se le antoje, pero su apellido inmediatamente la vuelve a subir al ring de lo mediático. Una lupa con la que irremediablemente luchará por siempre, hasta en sus pensamientos más encriptados.
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