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SOCIEDAD | 15-08-2021 00:10

La historia desconocida del verdadero jefe de Lionel Messi en el PSG

El emir de Qatar, Tamin Bin Hamad Al Thani, es el que manda en el club parisino, a pesar de que el titular es su amigo Nasser Al-Khelaifi. El fútbol para lavar la imagen de un régimen.

París Saint-Germain, el equipo que pensó en Lionel Messi, no es un conjunto común. Es una sociedad anónima cuyo dueño no es un empresario, ni un fondo común, ni un rico del montón. Su dueño es un país. 

El PSG es propiedad de Qatar, que lo compró en 2011 a través de un fondo soberano conducido por el actual emir, Tamim bin Hamad Al Thani. El padre de Tamim, el entonces emir Hamad bin Khalifa Al Thani, creó el Qatar Investment Authority (QIA) para gestionar los beneficios de la exportación de petróleo y gas natural. Y una subsidiaria del QIA, Qatar Sports Investments, es la que compró el club por algo así como 100 millones de euros, deuda incluida.

Quien condujo la operación de compra fue Tamim, líder qatarí desde que su padre abdicó, en 2013. Tamim es el segundo hermano del segundo matrimonio de Hamad. Nadie creía que llegaría a emir, porque ese cargo debía corresponderle a uno de sus hermanos mayores, pero Hamad lo eligió sorpresivamente como príncipe heredero en un decreto que firmó en 2003 y desde entonces el sucesor se preparó para reinar.

Los méritos de Tamim para ser elegido tuvieron que ver principalmente con su trabajo como gestor deportivo. Organizó los Juegos Asiáticos, los Juegos Panárabes, dos mundiales de natación, uno de atletismo paralímpico, otro de boxeo amateur y fue parte del equipo que consiguió la sede del Mundial de fútbol de 2022, además de que, por su fluidez con el inglés y el francés, logró relacionarse con el mundo diplomático internacional.

El emir Tamin Bin Hamad Al Thani es el que manda en el PSG - El presidente del club, su amigo Nasser Al-Khelaifi - Lionel Messi

En el fondo, ese fue uno de los motivos por los cuales Qatar decidió invertir en el fútbol. En 2008, el gobierno qatarí elaboró un documento llamado Visión Nacional Qatar 2030, en el que proyectó a 22 años y otorgó al deporte un papel central en el crecimiento del país. Para el gobierno de la familia Al Thani, el deporte debía ser uno de los soportes del reposicionamiento, ya que, a pesar de su riqueza, los Al Thani sentían que Qatar pasaba inadvertido.

La estrategia debió potenciarse casi inmediatamente, porque entre fines de 2010 y principios de 2011, con la Primavera Árabe, Qatar se enfrentó con una de las potencias regionales, Arabia Saudita, que lo acusó de promover el golpismo. La Primavera Árabe fue un movimiento de oposición que desembocó en la caída de los gobiernos de Egipto, Libia, Yemen y Túnez; provocó fuertes enfrentamientos en Siria, y obligó a realizar cambios políticos en otros países. El motivo del enfrentamiento fue que Qatar alentó la nueva ola política, mientras que Arabia prefirió una respuesta más conservadora.

En medio de esa crisis regional, Qatar compró el PSG, un equipo con poco lustre y menos títulos, cuyo glamour tenía más que ver con su localización en París que con su palmarés. Cuando Tamim bin Hamad Al Thani adquirió el equipo parisino, los equipos más laureados de Francia eran Saint-Etienne, con diez títulos; Olympique Marseille, con nueve, y Lyon, con siete. PSG tenía solo dos.

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Razones. ¿Por qué compró un club? Porque entendió que el fútbol podría darle una visibilidad que casi ninguna otra actividad le daría. El fútbol, y Paris en especial, ofrecerían a Qatar una llegada y un relacionamiento únicos. Así fue.

Qatar utilizó desde entonces la plataforma futbolística para mostrarse. El punto más alto de esa política se dio en 2017, cuando compró al brasileño Neymar en 220 millones de euros. Lo hizo un mes después de que Arabia Saudita y otros seis países de la región (Egipto, Emiratos, Bahrein, Maldivas, Libia y Yemen) rompieran relaciones con el gobierno de Doha y lo acusaran de proteger al terrorismo.

Cuando crecía la imagen negativa de Qatar por las acusaciones de sus enemigos, la respuesta fue una fenomenal demostración de “soft power”, concepto que surgió en 1990 en Harvard, cuando Joseph Nye definió así al poder de la influencia internacional obtenida por métodos blandos como la diplomacia, las relaciones y el marketing. Es una oposición al término “hard power”, que sería obtener resultados por vía dura, como ls violencia.

¿Qué hizo Qatar cuando lo acusaron de proteger terroristas? Compró a Neymar y cambió el eje del debate. El mundo empezó a mirarlo como un país dinámico y audaz, destacado por sus inversiones y por su PBI, que es el más alto del planeta. Qatar no estaba en condiciones de resolver sus conflictos mediante una disputa bélica, de modo que respondió con poder blando y eclipsó a sus adversarios.

de Neymar pudo tener sentido deportivo y hasta económico, en la práctica el brasileño ofició como una pieza dentro de la estrategia global de Tamim bin Hamad Al Thani. ¿Y Messi?

El conflicto con sus vecinos regionales se superó a comienzos de 2021, cuando Arabia le levantó el bloqueo que lo tenía casi aislado.

Hoy Tamim gobierna un emirato chico y rico, una monarquía en poder de los Al Thani desde el siglo XIX que superó sus enfrentamientos con el deporte y la diplomacia como aliados. Ya probó que con el “soft power” obtiene resultados. Aunque los conflictos hayan mermado, ¿para qué va a cambiar?

 

 

Por José Ignacio Lladós, periodista y autor de “El Circo de los Pueblos. Cómo dictadores, narcos, políticos y empresarios consiguieron poder a través del fútbol”

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