Evelyn es nieta del primer cacique de la comunidad Tekoa Tamandua, en Misiones, y se acaba de convertir en la primera mujer guaraní que se recibió de abogada. Su historia se viralizó en redes sociales a través de una publicación suya: “Hubo mucho en contra. Mujer, mybia guaraní, pobre y compañera”, escribió en Twitter. Buena parte de las respuestas a ese mensaje, confirmaron lo que ella sabe desde siempre: en pleno 2020, la trama de prejuicios e ignorancia sobre los pueblos originarios todavía persiste.
Su nombre completo es Evelyn Jordana Duarte Marinelli y tiene 23 años. El viernes 29 rindió su último examen por teleconferencia. Su plan era recibirse en marzo, pero la pandemia obligó a que la sede que tiene en Posadas la Universidad Católica de Santa Fe, reprogramara sus mesas. “Elegí Abogacía porque me interesa el tema de los pueblos originarios. Crecí escuchando a misioneros repetir el slogan del crisol de razas, pero siempre con el fervor de hablar de italianos y polacos. Jamás escuché fervor diciendo ‘todos tenemos algo de sangre guaraní’”, cuenta a NOTICIAS.
El abuelo de Evelyn fue el cacique de su comunidad por casi 40 años. “Él y mi abuela fueron los fundadores. Después, asumió mi papá asumió pero por temas laborales salió. Por un tiempo entró un sobrino suyo y ahora mi hermano, que ya es grande, es el cacique”, relata. En este pequeño lugar, ubicado en el departamento de 25 de mayo, viven unas 50 familias organizadas con una especie de sistema político propio.
“Mucha gente sigue creyendo que todo el mundo evolucionó pero que los pueblos originarios tienen que mantenerse como hace 500 años atrás. Quieren vernos cazando con arco y flecha y viviendo de la recolección.Y, cualquier cosa que nosotros intentemos hacer que se parezca al hombre blanco, como usar teléfonos o teñirnos el pelo, habilita preguntas”, reflexiona la joven.
Con este prejuicio vivió Evelyn toda su vida. Durante la carrera se cruzó con compañeros y docentes que le preguntaban si había tenido internet o si las casas de su comunidad eran de material. “A veces no era con maldad, sino simplemente por ignorancia”, agrega. Para ella, la visión sobre los pueblos originarios está “hollywoodizada”: “Hay turistas que visitan la comunidad pero no para aprender o conocer otra cultura sino para llenar su propio morbo. Pero cuando llegan y ven canchas de fútbol, viviendas de material o agua potable se sienten decepcionados”, dice.
Cambio. Cuando era más chica, Evelyn no respondía tanto a las agresiones. Sin embargo, en el 2018 se presentó en un concurso y se convirtió en Reina Nacional de la Madera: “Me atacaron mucho en redes sociales. Una de las cosas por las que más me agredieron fue porque soy alta. Mi mamá, del segundo matrimonio de mi papá, es blanca. Tiene ascendencia italiana, es gringa y grande. Con mis hermanos somos mestizos y más blancos que el resto. Eso era suficiente para que dijeran cosas como ‘no se parece a la gente de esa raza, tiene que ser negrita y bajita’”, recuerda.
A partir de ahí, empezó a responder, cansada de los cuestionamientos permanentes. “Nunca se toma en consideración que, en definitiva, podemos hacer lo que tengamos ganas porque somos personas como cualquier otra”, insiste. “Me encanta Twitter y ahora lo estoy usando ahora para mostrar el prejuicio y el odio de un sector que puede ser mínimo, pero que igual es chocante”, dice. En su cuenta mostró algunos de los mensajes que recibió estos días y respondió: “Hastiada de tener que dar explicaciones sobre mi identidad. ¿Acaso el que se dice ‘alemán’, ‘polaco’ o ‘italiano’ tiene que estar justificándose a cada rato? ¿Tengo que andar con partida de nacimiento y DNI por todos lados?”.
Difusión. Para Evelyn no hay contradicción alguna entre defender sus raíces y la de su comunidad y, al mismo tiempo, vivir como cualquier otra persona del siglo XXI. Dice que, incluso aquel sector que defiende a los pueblos originarios desde el reconocimiento de una historia injusta, suele caer en el paternalismo: “Siempre nos quieren en el monte”, afirma.
Como abogada, tiene intenciones de especializarse en el asunto y, sobre todo, de darle difusión a su cultura. Cuenta con pasión, por ejemplo, que en Tekoa Tamandua, uno de los lugares más importantes es el Opy, que es la casa de adoración. “Ahí es donde los abuelos realizan ceremonias y donde pasan la mayor parte del tiempo. Esa sí es una casa de barro con el techo de tacuara o paja, pero es un lugar sagrado”, describe.
"Estudié en una facultad privada porque no hay públicas de Derecho en Misiones. Me dieron la oportunidad porque yo no tenía los medios económicos. La facultad me abrió las puertas y la Universidad Católica de Santa Fe me dio la posibilidad. Aunque fue difícil a veces, con el tiempo aprendés a manejar mejor algunas situaciones", apunta. El tuit con el que Evelyn celebró su egreso y se viralizó es la muestra de que todavía queda mucho por hacer: “Tenemos nuestra forma de vivir, estamos en comunidades, pero somos personas totalmente insertas en las ciudades que deberíamos poder desarrollarnos como todo el resto”, agrega.
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