Thursday 25 de April, 2024

SOCIEDAD | 10-11-2020 12:11

Mario Juliano: el recuerdo de un "súper juez"

Se dedicó al fuero penal, fundó la Asociación Pensamiento Penal y Víctimas por la Paz. Trabajo en cárceles, fallos contra el statu qúo y maratones solidarias.

¿Cuántas personas se necesitan para ser juez penal, marido, padre de seis, abuelo de tres; correr maratones solidarias; ser líder de la Asociación Pensamiento Penal; ser creador de la Asociación Víctimas por la Paz; correr 1500 kilómetros en bici durante diez días para ayudar a alguien; abogar por el uso de celulares en las cárceles; promover el juicio por jurados en todo el país; irse de Necochea a La Plata también en bici para juntar fondos para la cooperadora del Hospital Municipal de Necochea; apoyar públicamente a los cannabicultores; apadrinar centros culturales en las cárceles; escribir libros; pertenecer a ochenta grupos de WhatsApp y atenderlos a todos con compromiso total, como un gran maestro de ajedrez jugando simultáneas; ser venerado casi como un rockstar por hordas de jóvenes abogados; ayudar a varios liberados a rearmar sus vidas luego de la experiencia de la cárcel; viajar dentro y fuera del país a participar en conferencias, mesas redondas, debates; tomarse su trabajo con toda seriedad y a la vez tener un fino y mordaz sentido del humor; ponerse a construir una casa con otra agrupación solidaria para una familia en condiciones extremas; ser buen amigo?

La respuesta es: muchas. A no ser que te hayas llamado Mario Juliano.

Sabemos, aunque nos cueste creerlo, que han pasado tres semanas desde su muerte y que en el ritmo del mundo es noticia casi prehistórica. De todos modos creemos que, ahora que se ha asentado un poco el estupor por su partida, vale la pena dedicar unos minutos a una semblanza de la persona que fue.

Mario Juliano era la representación del cambio que la Justicia necesita, y que él mismo se encargaba de llevar adelante poniendo la mente, y sobre todo, el cuerpo. Hablamos de cambio paradigmático, y no de cambiar algunas figuritas de manera gatopardista para que luego todo siga más o menos igual. No. Humanizar, agilizar, simplificar sobre todo el vocabulario, dar acceso a justicia. Entender que el problema de uno es el problema de todos, y que la sociedad mejora cuando el reparto de mejoras es equitativo.

Y la puesta era tan apasionada, tan intensa, que contagiaba sobre todo a los jóvenes que, por praxis natural, también buscan el cambio y agradecen cuando se les abre una puerta para que sus ideas puedan salir a jugar. Iba y venía por todo el país inoculando altas cargas virales de análisis y crítica en las esperanzas de muchos. Conectaba gente valiosa que de otra manera nunca se habría conocido y que, a través de él, encontraban canales de comunicación para discutir y avanzar, aún en el disenso. Disenso que muchas veces él mismo incitaba, provocaba y alentaba desde su perfil de discutidor incansable, de buscador permanente de la iluminación casi zen de nuevas ideas. Ideas para poner en práctica. Nunca especulativo, siempre operativo. Quizá eso enamoraba a los jóvenes, que no se quedaba en la sarasa de la charla de café: te miraba y te atravesaba de propósito, de acción. Era un chamán, no un chamuyero.

Cuando hablamos de la Asociación Pensamiento Penal, de la que fue creador y líder, estamos hablando de una organización de más de 500 integrantes en toda la región, que discute permanentemente, y de manera vanguardista,  temas tales como la política carcelaria, las penas, la legislación, los derechos humanos, las políticas de género, la justicia restaurativa. Está formada, en su mayoría, por abogados obviamente jóvenes.

También fue creador y líder de Víctimas por la Paz, una asociación de víctimas de delitos de  gravedad diversa diseminadas por todo el país, que busca alternativas pacificadoras e integrales al conflicto social que representa el delito.  Un grupo de gente con historias dolorosas que no espera el castigo vindicativo sino rehacer sus vidas de otra manera de la que el mal llamado sentido común de la sociedad espera. Buscaba, contactaba y acercaba a cada víctima con un cuidado y una amorosidad propia de un padre. Sabemos que estaba orgulloso de esta asociación a la que pertenecemos quienes escribimos esta nota.

Su actividad como juez, para los defensores del statu quo, fue polémica, porque sus fallos buscaban permanentemente ampliar derechos. Algo que no está bien visto entre los que piensan que con los derechos que hay ya está bien. Y no era un juez con poco trabajo, para nada.

Trabajó mucho en las cárceles, para tratar de hacerlas menos hostiles. Sabía que el propósito de la cárcel no es simplemente el castigo de la privación de la libertad, sino la reinserción de la persona. Algo que parece obvio, hasta que uno visita una cárcel. Ayudó a la creación de comités de resolución de conflictos, con muy buenos resultados. A través de APP también impulsó la creación de Radio Utopía, la radio online de las cárceles. Llevaba a mucha gente a conocer diferentes prisiones para que vieran de primera mano de qué hablamos cuando hablamos de cárcel. Fuimos testigos, en la cárcel de Batán, de un concierto de un grupo de rock al que llevó para tocar en el patio para todas las personas privadas de libertad. Y también estuvo en la organización de la emocionante primera maratón realizada dentro de un penal, también en Batán. En la que, por cierto, también corrió. Soñaba con poder tener dentro de Argentina una cárcel como la de Punta de Rieles en Uruguay, adonde viajaba permanentemente a aprender, costeando de su bolsillo los gastos. Como cuando viajó a Colombia o a Costa Rica, con los mismos propósitos. O a tantos lados más.

Su compromiso con su propia comunidad, el núcleo Necochea – Quequén fue muy fuerte. Más allá de que en los primeros tiempos de la democracia fue concejal, algo más para sumarle al CV. En estos últimos años estaba apasionado con la agrupación Efecto Mariposa, creada por el doctor Arabarco en Necochea, que se ocupa de solucionar problemas habitacionales a personas en situaciones de vivienda muy indignas. Llegó a correr 24 horas en bicicleta para recaudar fondos para la salita médica del barrio San Martín de Necochea.

Atendía a la prensa, a quien quiera que lo solicitara, siempre. Escribía artículos de un tirón. Y hasta tenía tiempo para ser un lector compulsivo. Lector de todo, del libro que se le pusiera adelante. Ficción, no ficción, ensayos, doctrina jurídica.

Más allá de todo lo que hacía, Mario era un hombre que te daba oportunidades y confiaba en vos. Y si le respondías, elevaba la apuesta y te exigía un poco más, sacando algo aún mejor de dentro tuyo, creyendo en vos a veces más que vos misma, que vos mismo. Te mejoraba, no hay otra manera de decirlo. Lo hacía con todos y todos le estamos agradecidos por eso. Era algo que en estos días casi no se ve: un líder generoso. 

Mario hacía de todo, todo el tiempo. No paraba. Y siempre estaba pensando en qué nuevo límite traspasar. En qué detalle cambiar para mejorar la sociedad en la que vivimos. En qué nueva acción solidaria realizar.

No sabemos cómo hacía, pero Mario Juliano no dejaba retazo de tiempo sin utilizar. Porque hacía todo lo que contamos y además, como ya dijimos, era marido, padre, abuelo y amigo.

Lo extrañamos desde el minuto cero. O, mejor, como dicen los españoles: lo echamos en falta. Porque esa es la sensación, que nos falta. Porque estaba ahí, todo el tiempo. Pero creemos que todo esto lo organizó para ponernos a prueba una vez más: seguir produciendo cambios, seguir carneando vacas sagradas, pero sin él. A ver cómo hacemos.

Solo la mano de la muerte podía detenerlo porque, como el plomerito de mameluco rojo, a este súper Mario también lo movía el amor e iba para adelante sin parar.

 

*Integrantes de "Víctimas por la paz".

por Diana Márquez y Andrés Castagno

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