El ex campeón de boxeo ruso, Renat Agzamov, se ha reconvertido como un un famoso pastelero, especializado en tortas super elaboradas e increíblemente complejas. Sus tortas se venden por decenas e incluso miles de dólares, y se jacta de haber creado más de 2.700 tortas.
A pesar de que dedicó buena parte de su juventud a los deportes, Agzamov considera a la pastelería una de sus grandes pasiones de siempre. Y es que su que trabajaba como chef en un ferrocarril, le inculcó en su hijo el amor por la cocina desde muy chico. A los 7 años, Agzamov comenzó a hornear muffins y galletitas. Más tarde, a los 16 años, empezó a cocinar tortas para sus seres queridos. Hoy en día, es uno de los artesanos pasteleros más buscados del mundo.
Además, ha ganado varias competiciones de pastelería a lo largo de los años, como el Campeonato Mundial de Repostería. Pero su salto a la fama se dio en 2018, cuando creó un pastel de bodas de casi 4 metros de alto que, según trascendió, costó USD 179.000. El motivo del pastel era un castillo de cuento de hadas, con todas sus torres, balcones, estatuas y hasta iluminación interna, y pesaba en total 1500 kg y medía 4 metros: algunos de los pasteles de Agzamov requieren el trabajo de cientos de personas.
El reconocimiento de Agzamov se apoya fuertemente en las redes sociales, sobre todo Instagram, gracias a lo cual puede mostrar sus llamativas creaciones. Actualmente tiene más de 2 millones de seguidores en dicha red.
"Todos los pasteles se preparan de acuerdo con la tecnología del ladrillo: la galleta se corta en cubos, cada uno de los cuales se baja por separado en la crema y luego se pega de manera escalonada. Este método permite remojar uniformemente la crema de postre. Todos los pasteles están cubiertos con terciopelo de chocolate. Una fina capa de chocolate en polvo se corta fácilmente con un cuchillo”, cuenta Agzamov
Varias veces, los periodistas le han preguntado por qué pasa tanto tiempo creando algo tan fastuoso que, en definitiva, desaparecerá en cuanto alguien se lo coma.
“Si mis productos tuvieran una forma eterna, hechos de yeso o metal, probablemente hubiera hecho un museo hace mucho tiempo, y hubiera disfrutado el hecho de que la gente vaya allí. Pero como no tengo la oportunidad de mostrar mi trabajo a alguien en vivo, y todo está solo en el archivo de fotografías, tengo que generar algo nuevo todo el tiempo. Esto proporciona un terreno fértil para el crecimiento creativo”, explica el boxeador devenido en chef.
por R.N.
Galería de imágenes
Comentarios