Quien fuera el Ministro de Relaciones Exteriores durante la gestión de Mauricio Macri analizó para NOTICIAS las implicancias de lo sucedido en Estados Unidos esta semana, y el rol de los populismo de derecha e izquierda en sacar provecho del enojo de una parte de la sociedad con el sistema, mediante una dialéctica del odio que juegan en beneficio propio, socavando en el proceso las instituciones democráticas.
NOTICIAS: ¿El intento de golpe en el Capitolio es una mancha para la democracia estadounidense?
Jorge Faurie: Fue una imagen muy negativa para la trayectoria que tiene la democracia norteamericana, sin duda. La de Estados Unidos es la democracia rectora, su Constitución ha inspirado la estructura democrática de muchos países como Argentina. Y lo que vimos fue el deterioro de tantos años de construcción.
NOTICIAS: ¿Qué consecuencias mundiales cree que tendrá?
Faurie: En primer lugar, hay algo que es sumamente importante: lo que sucede en una de las principales potencias, en un país rector, sirve de espejo del tipo de sociedades que querríamos moldear. En esto se ha destruido la capacidad de construir consensos o formular narrativas para atender conflictos que terminan siendo resueltos de una forma violenta y con mecanismos asociados a las peores manifestaciones de los populismos. Además, se vio un violencia bastante irracional porque el conjunto de personas que se congregó al llamamiento del todavía presidente, Donald Trump, es muy disímil. Hay algunos que son totalmente nihilistas, que quieren destruir el orden de unas determinadas ciudades y hubo mensajes racistas o contra grupos raciales particulares. Esto ha existido en otras etapas de la historia del siglo XX y siempre con resultados negativos. Y, para una potencia como Estados Unidos y su representación global, es básicamente un hecho muy negativo a la vista de los demás. Por ejemplo, desde la perspectiva de China, que es su contendiente en ocupar el primer lugar como gran potencia. Los chinos son grandes cultores del orden y la armonía y esto fue desarmónico y desordenado. El presidente electo, Joe Biden, a partir del 20 de noviembre tiene una tarea enorme por delante para generar una recomposición de la imagen de Estados Unidos y una recomposición de la autoridad. Y, al mismo tiempo, una tarea enorme para mostrar que la clase dirigente de Estados Unidos tiene la capacidad de generar proyectos e ideas que sean más convocantes y congregantes de una sociedad que hoy está dividida.
NOTICIAS: Cambiemos ha sido muy crítico hacia los populismos latinoamericanos, ¿cuáles son las conexiones con este fenómeno?
Faurie: Comparten características como, por ejemplo, la convocatoria personalizada. Pero creo que las democracias, en este momento y en todas partes del mundo, tienen desafíos para poder atender las inquietudes que tiene la población. Por diferentes razones, ha habido divorcios entre las dirigencias y las bases sociales y, por lo tanto, esas tensiones se traducen en estas grietas entre distintos sectores de opinión. Lo vimos en Argentina, en Chile, en Brasil y ahora en Estados Unidos, un lugar que entendíamos que tenía los mecanismos más aceitados para gerenciar las opiniones entre los distintos sectores sin recurrir a la violencia. El presidente Trump ha exacerbado esa condición que tiene hoy de desafíos a la democracia y ha profundizado esa contraposición entre quienes tienen la mirada republicana y quienes tienen la mirada demócrata.
NOTICIAS: Donald Trump obtuvo millones de votos. ¿Qué dice esto de la sociedades estadounidense?
Faurie: No todas las expectativas de las poblaciones son captadas por las estructuras tradicionales. Hablo de los partidos políticos y de otras instituciones como organizaciones no gubernamentales o movimientos más o menos afianzados dentro de las estructuras democráticas pero que, sin embargo, no captan estas expectativas. Esta crisis la tiene Francia con los “Chalecos amarillos”, la tiene Chile con la vocación de reformar una Constitución que data del período de Pinochet y que no le permite al pueblo chileno tener el juego que ellos entienden debería tener. Lo vimos también en Perú, en Ecuador y, obviamente, en Argentina. En Estados Unidos esto no nació con Trump sino que él capitalizó este desagrado, esta discordia que había en la sociedad. La administración de Washington no captaba el sentir de lo que conocemos como la “América profunda”. Tampoco lo captaron las personas más abiertas, las más progresistas ni toda la clase que está en la Costa Este americana. Esto se vio en los años previos a Trump, lo capitalizó y lo exacervó. Ahora Estados Unidos tiene que encontrar el camino para poder llevar adelante una sociedad pacífica porque sino vivirán en un permanente conflicto social y político.
NOTICIAS: Va más allá de la irracionalidad de Trump y sus consecuencias.
Faurie: Es que es una sociedad que tiene angustias y preocupaciones y que no encuentra su presente con las herramientas que conoce y que, al mismo tiempo, lamenta lo que ha perdido. En un pasado reciente, gran parte de la sociedad norteamericana tenía un nivel de bienestar que hoy le es difícil de sostener. Frente a esto, reacciona y hay un dirigente que capta esto, pero que en lugar de hacer propuestas que resuelvan los problemas, solamente lo utiliza como factor de división. Esto sucede en muchos lugares, no solo en Estados Unidos. Lo que hay es una incapacidad de la dirigencia de poder adecuarse a las demandas que le plantea ese segmento de representación. Cambiaron los métodos de trabajo, de comunicación y hay una demanda de inmediatez en la resolución de los problemas. Las soluciones tienen que ser ya.
NOTICIAS: ¿La política tradicional ya no alcanza a dar respuestas?
Faurie: La democracia está estructurada sobre grupos de representación como los partidos políticos, entre otros. Después surgieron las estructuras intermedias pero ninguna alcanza hoy para dar respuestas. Y la respuesta no es que la democracia no sirve sino preguntarnos cómo se tiene que transformar hoy la actividad de representación en democracia para poder mantenerse. Todavía hoy la democracia es el sistema político que asegura la libertad, el respeto al otro y la defensa de los propios valores. Ahora lo que está en tela de juicio es cómo lo hacemos porque ha cambiado la forma en que vivimos.
NOTICIAS: ¿Qué protagonismo tiene o debería tener la comunidad internacional?
Faurie: La comunidad internacional aspira a que los Estados Unidos -que es un actor clave por su potencia económica, comercial, tecnológica y en materia de defensa- pueda cohesionar u ordenar su propio sistema político interno para que se resuelvan los conflictos sin violencia. Eso es lo que espera el mundo, pero el mundo sigue haciendo su vida. China sigue teniendo acuerdos comerciales importantísimos con todo el Sudeste asiático, la Unión Europea promueve nuevos entendimientos con China. Cada tanto el mundo tiene un escenario donde aparecen nuevos protagonistas que alteran el curso de la obra. En este momento, vemos que hay una interacción donde algunos de los actores pugnan el papel principal y quien era el protagonista tiene problemas para el manejo de su Parlamento. Está en ejecución esa nueva pieza donde el actor principal podrá volver a tomar el papel protagónico o se procederá a un eventual nuevo protagonista.
NOTICIAS: ¿Esto tendrá una conclusión en el corto plazo?
Faurie: No creo. Cuando hay procesos de transformación, el mundo está en constante ebullición. Lo que hay que hacer es estar preparados para adecuarse al cambio.
NOTICIAS:¿Y en Argentina?
Faurie: Lo que sucede es que estamos viendo desde lejos algo que nos sucede continuamente. ¿Cuántas veces se ha tomado acá el Congreso? En el 2001, en el 2008, en el 2015, en el 2017. De alguna manera, la discusión del aborto no fue una toma violenta pero fue una manifestación de sectores de opinión que estaban expectantes frente al Congreso para decir “lo quiero” o “no lo quiero”. Gracias a Dios que no resolvemos con violencia, pero hace algunos años nos tirábamos piedras en la calle. No es que Argentina sea pionera, pero sí lo vemos hace mucho porque acá las instituciones tampoco alcanzan a dar respuesta a las expectativas que tiene la gente.
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