La historia de Rob Citrone, el millonario dueño del fondo Discovery Capital, ya no circula solo en los pasillos de Wall Street. En Argentina su nombre comenzó a aparecer en boca de dirigentes políticos, economistas y periodistas que ven en él algo más que un simple inversor extranjero atraído por las tasas locales. La relación cercana con Scott Bessent, secretario del Tesoro de Donald Trump y el nuevo “Messi” económico de Javier Milei, despierta sospechas de que Citrone se benefició con información privilegiada en la reciente crisis financiera argentina.
El fondo que dirige maneja unos USD 20.000 millones y, según estimaciones de la prensa especializada, llegó a ganar dos millones de dólares diarios con operaciones en bonos argentinos durante 2024 y 2025. Lo hizo comprando papeles a precios de remate, convencido de que la probabilidad de default era “minúscula”, y aprovechando el efecto rebote que generaron las medidas de rescate impulsadas desde Washington.
La sospecha de “inside information”
Septiembre fue un mes revelador. En medio de la corrida cambiaria y con el mercado desconfiando de la capacidad de pago del Tesoro argentino, Citrone redobló su apuesta: adquirió bonos que se derrumbaban en las pizarras internacionales. Días después, la llegada del auxilio norteamericano liderado por Bessent disparó los precios. El resultado fue una ganancia inmediata y extraordinaria para Discovery Capital.

La secuencia fue tan perfecta que dejó un olor a “inside information”. ¿Casualidad o sincronización? No ayudó a despejar dudas el hecho de que Citrone y Bessent compartieran pasado común en el mítico fondo de George Soros, con operaciones conjuntas que se recuerdan como hazañas especulativas: el ataque a la libra esterlina en 1992 o la jugada contra el yen japonés en 2013.
El nexo político y la visita a Milei
Citrone no se limitó a mirar la Argentina desde Connecticut. Viajó varias veces a Buenos Aires, con contactos de alto nivel. El 14 de abril de 2025, cuando Bessent desembarcó en la Casa Rosada para respaldar al presidente Milei, el propio Citrone también estuvo allí, casi en el mismo horario. La foto de ambos visitantes recorrió los círculos financieros y alimentó la idea de un doble rescate: el político para Milei y el financiero para Discovery.

El gestor nunca ocultó su entusiasmo por la administración libertaria. “Argentina es la mejor historia de inversión desde 2013”, dijo en mayo en un podcast de Goldman Sachs. Sus apuestas están concentradas en bonos en dólares que vencen durante el mandato de Milei, convencido de que el Gobierno cumplirá esos compromisos. Pero, como buen especulador, siempre aclara que la clave es poder salir rápido: entrar fuerte y escapar a tiempo antes de que cambie el viento.
La política local toma nota
El asunto ya no es solo de mercados. La política argentina comenzó a observar de cerca la trama. El senador Miguel Ángel Pichetto, jefe del bloque peronista disidente y voz influyente en el Congreso, escribió en X (exTwitter): “Recuerden este nombre: Rob Citrone, dueño del fondo Discovery Capital. La agencia Bloomberg dice que gana millones de dólares por día con los bonos argentinos. Compró bonos antes del anuncio del ‘rescate’ de Estados Unidos, cuando los precios estaban a la baja. ¿Habrá vendido después del anuncio, cuando los bonos mejoraron por el apoyo norteamericano?”.

El señalamiento de Pichetto apunta al corazón de la sospecha: la posibilidad de que la ayuda financiera de Washington haya tenido como principal beneficiario a un fondo amigo.
Entre Soros y la Argentina de Milei
La trayectoria de Citrone está marcada por su pertenencia a la elite de los llamados Tiger Cubs, los discípulos de Julian Robertson que se convirtieron en estrellas de Wall Street. Con Soros aprendió a detectar desequilibrios y a explotarlos sin miramientos. Años después, con Discovery Capital, trasladó ese manual a mercados emergentes, donde las oportunidades son grandes, pero también los riesgos.
Hoy su apuesta se centra en la Argentina, país que compara con el inicio de la convertibilidad de los ’90: reformas drásticas, un clima de optimismo inicial y el atractivo de activos subvaluados. Pero la diferencia es que ahora no se trata solo de la visión de un financista: detrás está el poder político de Trump, su secretario del Tesoro y un Gobierno argentino dispuesto a alinearse con Washington.















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