Friday 19 de December, 2025

MUNDO | 29-09-2025 07:47

Tony Blair: el comodín de Donald Trump para Gaza

Trump gira y propone a Tony Blair para encabezar un gobierno transitorio en Gaza, tras el rechazo en la ONU y las dudas sobre el futuro palestino.

Donald Trump encontró en Tony Blair a su carta inesperada para salir del callejón en Gaza. Tras el rechazo de Benjamin Netanyahu al plan aprobado por la Asamblea General de la ONU —que proponía una rápida transferencia de la Franja a la Autoridad Palestina—, la Casa Blanca impulsó un giro: poner al ex primer ministro británico al frente de un “gobierno de transición” que administre el territorio hasta por cinco años.

La propuesta, bautizada como Autoridad Internacional Transitoria de Gaza (GITA), daría a Blair la máxima autoridad política y legal sobre la Franja, con sede inicial en Egipto y apoyo de una fuerza multinacional patrocinada por la ONU. No es un detalle menor: el esquema recuerda los precedentes de Kosovo y Timor Oriental, donde una administración internacional manejó el proceso de posguerra antes de la independencia.

La elección de Blair busca enviar un mensaje de equilibrio. Para Israel, representa un rostro aceptable, con experiencia y buena sintonía con varios líderes del Golfo. Para Trump, es la oportunidad de reencuadrar su estrategia después de que su idea original —reconvertir Gaza en una “Riviera” turística y tecnológica tras desalojar a millones de palestinos— resultara inviable y escandalosa. Blair es, en este contexto, un símbolo de pragmatismo: alguien que no entusiasma, pero que puede ordenar el caos.

El problema es que Blair divide aguas. Como enviado de Oriente Medio entre 2007 y 2015 cultivó relaciones en la región, pero para gran parte de los palestinos encarna lo contrario de la autodeterminación: un aliado de Washington que en la práctica bloqueó el camino hacia el Estado propio. Su rol en la invasión de Irak en 2003 lo convirtió además en una figura marcada por la desconfianza. Que hoy vuelva a escena como administrador de Gaza despierta más recelo que entusiasmo.

El plan prevé que Blair encabece una junta de siete a diez miembros y una secretaría de 25 personas que manejaría áreas clave: ayuda humanitaria, reconstrucción, seguridad, legislación y coordinación con la Autoridad Palestina. Se habla de tecnócratas y de una policía civil sin afiliación política, pero todo bajo supervisión internacional. Es, en los hechos, una ocupación con rostro institucional.

Trump presenta esta fórmula como un “término medio” entre su plan inicial y la declaración de Nueva York avalada por más de 140 países, que planteaba una transición rápida de un año hacia una Autoridad Palestina reformada. Pero la clave está en lo que no dice: el proyecto de Blair carece de un calendario firme para la creación del Estado palestino. Es, por eso, mucho más cómodo para Netanyahu y para quienes en Washington temen entregar poder real a una AP debilitada.

Los países árabes han sido claros: solo aceptarían integrar una fuerza multinacional si hay garantías políticas de que Gaza será parte de un Estado palestino viable. Sin esa hoja de ruta, el riesgo es que la GITA se convierta en una administración de emergencia perpetua. Y que Blair, lejos de facilitar una transición, termine siendo el rostro de una nueva postergación.

Mahmud Abbas, desde Ramala, ya advirtió que Gaza es “parte integral del Estado palestino” y que la AP está lista para asumir la gobernanza. Pero su discurso se escuchó a distancia, porque Estados Unidos le negó la visa para asistir a la Asamblea General. Ese gesto resume la paradoja del momento: se abre la puerta a Blair, pero se le cierra al propio liderazgo palestino.

En definitiva, Blair aparece como un administrador de lo imposible. Su figura permite a Trump esquivar el bochorno de un plan inviable y mantener a Netanyahu dentro del juego, mientras calma a socios árabes clave con una apariencia de pragmatismo. Lo que está claro es que el ex primer ministro británico vuelve al centro de la escena como un comodín que encarna la provisionalidad. Puede ordenar la ayuda y contener el caos inmediato, pero difícilmente logre cambiar el trasfondo del conflicto.

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Maximiliano Sardi

Maximiliano Sardi

Editor de Internacionales.

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