La campaña electoral en EE.UU. entra en su recta final. Las encuestas dan a Joe Biden con una leve ventaja sobre Donald Trump: 47,6% frente a un 45,5% del actual presidente, que despliega todo su arsenal mediático para pelear con el retador demócrata.
"Magníficas críticas y calificaciones anoche. ¡Gracias!", fue el mensaje por Twitter de Trump dar un discurso desde la Casa Blanca en el que festejó su propia gestión y propagó el temor de que Biden destruiría "el sueño americano".
Biden se impone en media docena de estados que serán decisivos para inclinar la balanza entre uno y otro candidato: Arizona, Carolina del Norte, Florida, Michigan, Pensilvania y Wisconsin. En esas regiones Trump ganó en 2016. Y para repetir y revertir, apela a los mismos mecanismos que lo consagraron, con ataques personales a la fórmula rival y al partido demócrata.
Pizzagate. La teoría conspirativa que se viralizó durante la campaña de 2016 vuelve a circular a pesar de que fue desmentida por una amplia gama de organizaciones, incluido el Departamento de Policía Metropolitana del Distrito de Columbia en Washington, lugar surgió el rumor. ¿Qué sostenía? Que la pizzería Comet Ping Pong de Washington era la fachada de una presunta red de pedofilia ligada a Hillary Clinton, la candidata demócrata en 2016, que alcanzaba a buena parte del partido demócrata.
Los expertos que investigaron la filtración de correos privados de Hillary que la vinculaban, en la que participó la empresa de seguridad privada llamada CrowdStrike, afirmaron haber rastreado las herramientas de piratería utilizadas, y afirmaron que un grupo ruso había accedido a la cuenta de la ex Secretaria de Estado para sembrar material apócrifo. Desmentida la fakenews entonces. Pero las redes republicanas vuelven a agitar la sospecha en su favor.
Dormilón. Joe Biden eligió a Kamala Harris como compañera de fórmula. Y desde la órbita Trump ya agitan que será ella quien terminará asumiendo la presidencia: desean instalar que el candidato demócrata no está en su mejor momento desde el punto de vista físico e incluso intelectual. Breitbart, uno de medios los más influyentes en la derecha estadounidense, publicó un demoledor video intentando probar el deterioro cognitivo de Joe Biden, que cumplirá tras las elecciones los 78 años (Trump tiene 74). En el vídeo se recopilan varias de sus intervenciones públicas, en las que confunde a su hermana con su mujer, se olvida el nombre de Barack Obama al que nombre como “mi jefe”, o se olvida la letra y titubea en las respuestas ante los entrevistadores.
Biden sobrevivió a dos aneurismas cerebrales a fines de la década de 1980. La afección se complicó con una trombosis venosa profunda posterior y la embolia pulmonar. Pero sus médicos insisten en que las consecuencias de los aneurismas están "controladas".
El “Tío Joe” como lo apoda su equipo de campaña, es para Trump "Sleepy Joe" (el Dormilón Joe), tras haberse quedado dormido en plena entrevista con el analista político Paul Waldman, del Washington Post.
Polarizar. La elección de Harris como vice le aporta a la fórmula demócrata el voto de las mujeres y los negros (sobre todo en medio de la fuerte campaña antirracista), dos estratos que de todos modos Trump daba por perdidos. La estrategia de los republicanos es polarizar la figura de la senadora por California (otro estado que el actual presidente sabe no le será favorable). E insisten en que es un peligro dejar la presidencia de Estados Unidos en manos de una figura segundona de la política: no fue la candidata más dinámica en la campaña de las primarias demócratas en 2019, y sin duda alguna no fue ni de cerca la más exitosa.
También ponen en blanco y negro sus propuestas: es defensora de la interrupción voluntaria del embarazo, del Obamacare (el programa de salud pública que los votantes republicanos detestan), de poner fin a la pena de muerte (que rige en estados como Texas, Misuri y Florida), de legalizar la marihuana, de terminar con la brecha de género salarial, y de implementar políticas en pos del cambio climático (algo que Trump ha echado por tierra).
Debilidad. Reforzando la imagen de debilidad física y mental de Biden, y política y moral de Harris, es como Trump espera ganar las elecciones: una campaña “sucia” sin cuartel. “Los tres debates programados entre Trump y Biden (el 29 de septiembre en Ohio, el 15 de octubre en Miami, y el 22 de octubre en Nashville), van a ser decisivos y tendrán una audiencia récord", vaticina el consultor político republicano Frank Luntz. "En este punto, la elección es para Biden, pero digo esto enfáticamente, esta elección está demasiado ajustada como para dar un ganador", marcó Luntz a la cadena de televisión CNBC. Reconociendo la ventaja del retador incitan el miedo y movilizan a los votantes republicanos que en la última semana han ganado las calles en distintos estados.
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