Dicen que Lee Child va a dejar de escribir las novelas de Jack Reacher, el PM –Policía Militar– (o ex PM, la mayor parte del tiempo) de dos metros de altura, salvaje en la pelea, tan inteligente como Sherlock Holmes a veces, exitoso con las mujeres.
Hasta el momento, Child publicó 24 volúmenes, instalados en el tope de la lista de best-sellers desde el primero, “Zona peligrosa” (1997). A esta altura hay más o menos la mitad traducidos al castellano, primero por Ediciones B y RBA, ahora por Blatt & Ríos. Una ventaja adicional, para el lector argentino, es que se han traducido también una cantidad de cuentos, donde Child se muestra tan eficaz como en las medidas largas. Y que permiten saber cosas de la infancia y adolescencia de Jack (tan fascinante y seguro de sí mismo como de adulto).
En esas novelas hubo de todo. Desde títulos destacables por sus valores puramente literarios, como “El enemigo” (que cuenta parte del pasado de los padres, en especial la madre francesa) y la reciente “Tiempo pasado” (donde Jack Reacher se dedica más que nada a rastrear la vida juvenil del padre, más tarde marine, en los archivos de un pueblito), hasta otras de pura diversión, o con gran trama de novela policial “de enigma”.
En la lista, “Mañana no estás” es la novena. Ocurre en Nueva York, y la cuenta el propio Reacher (algo poco frecuente). Arranca de noche en el subte, ante una mujer que cumple con casi todos los requisitos de una terrorista suicida islámica, según el Mosad. Reacher se acerca para intentar controlarla, sin saber en lo que se mete.
Se desencadenan el movimiento, las vueltas de tuerca del argumento, y la acción. Hay varios grupos sucesivos: la policía de Nueva York, el FBI, la CIA, un equipo de apoyo de dos mujeres (tal vez madre e hija) que vienen de la zona de Al-Qaeda, y un vínculo con un personaje clave de la geopolítica de los últimos años.
Buena parte del tiempo los personajes van y vienen por los subtes de Nueva York. De lo contrario, recorren las calles y los barrios, con gran placer del propio Lee Child, que parece conocer todo sobre hoteles, lugares para comer, atajos, cuñas de edificios ruinosos entre dos lujosos. También de costumbres de todo tipo, desde los códigos de los encargados de los hoteles, hasta los ritmos, o los modos distintos de circular, en distintos barrios, digamos Greenwich Village, o “downtown” (el centro).
Quienes ya han leído algunos de los títulos de la serie encontrarán como siempre la descripción minuciosa, a veces casi exagerada de algún elemento (el lector saldrá muy informado sobre los distintos vagones del subte), o su capacidad para describir personajes. De un tipo importante dice, por ejemplo: “Tenía la piel bronceada, pero de una manera arrugada, activa, de aire libre. Nada de camas solares para él”. Del ambiente: “Hay muchos mellizos en Nueva York. Muchas madres grandes, por lo tanto mucha fertilidad asistida”.
Además la novela (de 2009) es violenta, políticamente incorrecta, veloz, y cargada de la lengua filosa de Jack Reacher. Además tiene abundantes vínculos con Afganistán, la caída de las torres en el 2001, y los cambios posteriores de la seguridad estadounidense. Ideal para mantenerse despierto en tiempos de cuarentena.
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