Hace más o menos una década, el libro de un español, Manuel Vilas, llamó la atención en las librerías argentinas. Ante todo por el título, “España”. Después, por la originalidad del contenido. Editado por recomendación de Rodolfo Fogwill, incluía no estrictamente cuentos, sino textos. Los dos primeros tenían una flexibilidad mental y técnica digna de autores de ciencia ficción como J. G. Ballard, o William Gibson. Otros libros suyos, como “Aire nuestro”, o “Los inmortales”, presentaban una mezcla semejantes. En todos imperaba un modo múltiple de enfoque de la idiosincrasia española, a través de un lugar específico del mapa: Zaragoza, o más exactamente Barbastro, donde Vilas nació en 1962.
Un punto de giro fue “El luminoso regalo” de 2013: una extensa novela con hincapié en el sexo y el erotismo. A su vez iba desarrollando una importante obra poética. Un libro cercano, que indicaba la concentración en sí mismo como llave para abrir aspectos de la realidad, se llamó “Gran Vilas”. En los últimos años, acentuó una actitud de aceptación de las realidades que lo rodean, como puede percibirse en “Amor” (obra completa de poesía hasta el 2010) y esta “Alegría” que fue finalista del premio Planeta 2019.
Muy variados en temáticas, extensiones o tonos, los distintos libros están muy unidos sin embargo por el lenguaje, que parece aspirar a la comunicación intensa de una conversación de alto vuelo, y a una unificación de los distintos títulos en una obra con un único centro.
En este caso, el libro depende en buena medida del anterior, “Ordesa”, considerado uno de los más logrados. Intenta abarcar la vida de la familia de sus padres, y de su propia familia. Varias instancias tienen que ver con la gira de presentación de esa novela. Un largo viaje con su hijo Valdi (Vivaldi) por Estados Unidos, le permiten transmitir el disfrute descubierto metro a metro de la relación padre-hijo, que no hace más que conectarse con el mismo vínculo, pero entre él mismo y su padre.
Las palabras castellanas fluyen con extrema facilidad, patinando sobre superficies entrenadas anteriormente en el periodismo musical o pop (Bob Dylan o Lou Reed están entre sus referentes clave). Provocan una unión del que escribe y el que lee en los asombros, las angustias y las depresiones de la vida. Tarde o temprano, incluso ante la destrucción o la muerte, surge el poder y la energía de estar vivo. Las últimas páginas homenajean a los referentes del cine en relación con España y consigo mismo: Cary Grant, Ava Gardner Montgomery Clift, Marlon Brando. “Han venido a verme”, reconoce Vilas. “Ha venido a verme la alegría”.
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