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SALUD | 21-06-2016 18:30

El boom de la arte terapia como elemento sanador

¿Por qué colorear mandalas ayuda a reducir el estrés y a fortalecer el sistema inmune? Las razones médicas detrás del bienestar que producen las actividades creativas.

Está de moda comprar mandalas. Y no solo eso: está de moda pintarlos, comprar libros repletos de mandalas en blanco para colorear. Decenas de páginas sujeta al libre albedrío de quien las posee, para dedicarse a una práctica manual con el objetivo de descansar la mente. De apaciguar el murmullo de los pensamientos y concentrarse solamente en los colores y en las formas. De alguna forma, está de moda recurrir al arte plástico para recuperar la paz interior.

Esto no es una ocurrencia vana. Tiene décadas de experiencia en el tratamiento médico de diferentes problemas de salud física y mental a través del arte, y estudios científicos que, poco a poco, muestran cómo las actividades creativas tienen un efecto protectivo y sanador sobre la salud de las personas. Sus efectos terapéuticos promueven la relajación, proporcionan una vía para la autoexpresión, reducen la presión sanguínea, fortalecen el sistema inmune y reducen el estrés, entre otros efectos tanto fisiológicos como psicológicos.

“A lo largo de 7 años de dar clases de arte en un Hospital de Día fui aprendiendo que nadie puede asegurar que dibujar o pintar nos va permitir vivir más años. Pero si de calidad de vida se trata, no tengo dudas de que el arte nos garantiza una vida más gozable”, resume Sergio Eisen, artista plástico. Eisen es coordinador del Taller de Arte del Hospital de Día en Proyecto Suma, organización civil sin fines de lucro que trabaja junto a personas con sufrimiento mental con la mira puesta en la integración social, laboral, familiar.

“La creación nos permite tomar distancia frente a emociones negativas que toman la totalidad de nuestro ser –describen Eisen-. Al poder verlas plasmadas en un papel o lienzo (miedo o angustia, por ejemplo) esas emociones saltan los límites de nuestro cuerpo y se transforman en colores, texturas y formas que, a su vez, van cambiando de dibujo a dibujo. El arte permite sacar afuera todo ese volcán de emociones que llevamos dentro. Al poder verla separada de uno, esa "mancha fija" comienza a ser considerada de un modo tal que ya no resulta estática. De dibujo a dibujo las formas y los colores cambian (a veces con sutileza) y esto significa que uno puede darse cuenta de que no es prisionero de las emociones dolorosas, que es factible externalizarlas, transformarlas y hasta desarmarlas.”

OrígenesLa terapia a través del arte se inició a mediados del siglo XX y básicamente consiste en el uso de las artes visuales con fines terapéuticos. La idea subyacente es que las representaciones visuales, objetivadas a través del material plástico, contribuyen a la construcción de un significado de los conflictos psíquicos, y favorecen su resolución. La representación plástica sería, desde este punto de vista, un proceso de construcción del pensamiento.

“Pintar y dibujar nos conecta con las partes más sanas de nuestro sistema nervioso. Practicar arte permite establecer nuevas conexiones entre regiones de nuestra psiquis que estaban aisladas. En ese sentido el arte tiene una función cognitiva y reparadora que potencia el éxito de un tratamiento clínico”, describe Eisen.

Las primeras investigaciones científicas sobre el arte visual se focalizaron sobre sus efectos psicológicos y fisiológicos, mayormente sobre poblaciones de personas con algún trastorno o enfermedad. Y demostraron que las intervenciones con arte visual tienen efectos estabilizadores sobre las personas reduciendo el estrés, aumentando la auto reflexión y el auto conocimiento, alterando los patrones de comportamiento y pensamiento y también normalizando la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y los niveles de la hormona cortisol (básica en el mecanismo del estrés).

Después de esto, lo que aún quedaba entre signos de interrogación era si el arte visual también tiene efectos sobre la neuroanatomía de un cerebro sano. Algunos estudios de imágenes hechos a través de resonancia magnética funcional (MRIf) se concentraron en investigar cómo se activan los circuitos cerebrales de recompensa cuando una persona es sometida a experiencias estéticas o a la producción de nuevas formas artísticas de tipo visual. Se comprobó que en esos momentos se activan regiones cerebrales vinculadas con procesos cognitivos como la introspección, el auto monitoreo, la prospección, la memoria autobiográfica y la comprensión de los estados emocionales e intenciones de las otras personas. “Nuestras investigaciones muestran que la terapia basada en la producción de arte visual tiene efectos neurales sobre la resiliencia psicológica en los adultos. Y esto, a su vez, posee consecuencias positivas sobre, por ejemplo, la resistencia al estrés, a la angustia, al dolor emocional”, explica la neurocientífica alemana Anne Bolwerk.

Organización cerebral. En la Universidad de Granada (España), Elizaberta López Pérez, licenciada en Bellas Artes y doctora en Pintura por la Universidad de Granada, llevó a cabo estudios sobre el uso de la arte terapia para el tratamiento de enfermos mentales agudos. Su trabajo, basado en los principios del psicoanálisis, parte de una premisa básica: toda obra de arte es un signo que se configura como rastro vital, y su material fundamental, la humanidad del ser que deja su huella en el mundo. López Pérez trabajó durante más de un año con 20 enfermos mentales agudos pertenecientes a la Comunidad Terapéutica del Área Norte del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Los asistentes a estas sesiones participaron en ellas de manera voluntaria, durante dos días a la semana, y versionaron cuadros de pintores como Modigliani, Munch o Van Gogh, ofreciendo su visión sobre los mismos.

Según López Pérez, que analiza el tema desde el psicoanálisis, el arte tiene un carácter liberador para estos pacientes, que proyectan su mundo interior y sus deseos reprimidos a través de sus cuadros. De este modo, enfrentan fantasmas y deseos, que se hacen realidad en el proceso artístico, donde les es posible darles vida o destruirlos.

“El proceso del trabajo artístico ayuda a organizarse y a comprender que toda tarea requiere de una secuencialidad o de pasos ineludibles para concretar algo que deseo -describe Sergio Eisen-. Esto parece una obviedad, pero en épocas determinadas por el pensamiento ansioso, el trabajo artístico ayuda a internalizar que una tarea, por sencilla que parezca, precisa ser subdividida para lograr un mejor abordaje y no caer en la frustración.”

El trabajo de un artista parte de una instancia inmaterial: el tema a plasmar sobre la tela, el papel, la pared. ¿Qué hacer? ¿Cómo bajar una idea de entre las nubes y concentrarla en un material? Luego, llega el momento del desarrollo propiamente dicho. ¿Cómo materializar esa idea, con qué herramientas, en qué tamaño? ¿En qué orden ir ejecutando las acciones?  El tercer y último paso es poder ponerle fin a la obra. “La creación artística, por insignificante que nos parezca lo que estamos haciendo, nos obliga a tomar decisiones a cada instante, un color puesto entro lugar modifica aquello que queremos transmitir”, puntualiza Eisen, que también organiza la muestra Sumarte, que integra trabajos de artistas de la institución y artistas profesionales.

Desde la Thomas Jefferson University de los Estados Unidos, se hicieron diversas investigaciones que demuestran cómo la combinación de la arte terapia con la práctica de la meditación mindfulness producen cambios en la actividad cerebral. Dichos cambios se asociaron a una disminución del estrés y de la ansiedad entre pacientes con cáncer ya a las ocho semanas de comenzado el programa de entrenamiento. Las modificaciones neuropsicológicas observadas en estas investigaciones confirman otros estudios realizados entre población femenina con cáncer de mama que señalan la reducción del estrés, la depresión y la ansiedad, además del fortalecimiento del sistema inmune y de la resiliencia, y una mayor sensación de satisfacción y recompensa.

“El arte le permite a las personas tomar contacto con todos los sentidos, y trabajar con las manos da la posibilidad de reencontrarse con experiencias de nuestra vida primaria en la que lo sensorial, mucho antes que el lenguaje, fue nuestro principal nutriente –concluye Eisen-. Me aventuro a decir que el cerebro adulto, a través del arte, se conecta con distintos materiales que remiten a una etapa nutricia de la vida humana. Lo decodifica como algo reparador, porque está ligado al instinto de vida en estado puro”.

Volviendo a los mandalas, no hay estudios científicos que permitan asegurar que brindan los mismos beneficios que ir a un taller de arte terapia. Y ningún profesional de manera individual puede asegurarlo tampoco. Tal vez solo queden como símbolo de una época.

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