El tango, con su melancolía nostálgica y su pasión ardiente, es una manifestación cultural profundamente arraigada en el corazón de Buenos Aires. Y aunque muchos nombres famosos dominan la escena local, existen verdaderos tesoros que no gozan de la misma fama pero merecen ser escuchados. Aquí, cuatro de esos talentos poco conocidos, pero igualmente imprescindibles para experimentar la esencia auténtica del tango en Buenos Aires.
Juan Massimo
Cuando se habla de pasión, deseos y amor por el tango, el nombre de Juan Massimo es una fija. Nacido y criado al calor de las nuevas olas culturales y artísticas de los años 60' y 70' en su tierra natal de Adrogué, durante su adolescencia desplegó su amor y vínculo con la música inicialmente de la mano del rock progresivo. Cantó y vibró al ritmo de las guitarras eléctricas y sintetizadores (que eran una novedad en aquel entonces).
Pero la pasión por la música fue un contagio de su abuelo materno, que desde chico le enseñó a entonar estrofas de los fuelles argentinos más emblemáticos. Luego la vida misma lo llevó a tomar otros senderos: la adultez, el trabajo, la paternidad... Massimo se alejó de los escenarios. Pero hoy, promediando sus sesenta años, apostó a volver a cantar.
En tiempos en los que se ve la "adultez" como una etapa declinante, Massimo es un ejemplo de resiliencia: reencauzó su sueño de hacer música, volviendo a sus orígenes tangueros, y grabando tres discos de estudio con grandes artistas de la escena local. Define a su música como "tango conurbano", alejado del estereotipo del "tanguero con gomina”, y su repertorio mezcla lo clásico con sonidos nuevos, como el freestyle.
Salió a la cancha presentando sus discos en Unione e Benevolenza, y en el mítico escenario del Club Villa Malcom, y desde entonces, gira por todo Buenos Aires mostrando su arte, con una adaptabilidad a los escenarios a los que se enfrenta y sin temor a animarse a jugar con los sonidos y estilos que lo atraen. “No importa el tiempo que muchos decretan perdido, sino sostener la pasión intacta y los deseos de cumplir los sueños hasta el último segundo de vida que nos toque vivenciar", concluye el cantor.
Carlos Quilici
El bandoneón, alma del tango, encuentra en Carlos Quilici a un maestro virtuoso pero subestimado. Aunque su nombre puede no ser tan reconocido como el de otros bandoneonistas famosos, como Astor Piazzolla o Aníbal Troilo, la habilidad de Quilici para transmitir las emociones más profundas a través de las notas de su instrumento es incomparable. Sus actuaciones íntimas y conmovedoras son una verdadera delicia para los amantes del tango.
Pablo Inza
En el mundo de la danza del tango, Pablo Inza destaca como coreógrafo y bailarín innovador. Aunque su nombre puede no ser tan conocido como el de otros maestros de la milonga, como Juan Carlos Copes o Mora Godoy, la creatividad y la expresividad de Inza sobre la pista de baile son incomparables. Sus actuaciones cautivan y emocionan, llevando al espectador a un viaje único a través de la música y la danza del tango.
Hernán Genovese
Genovese es un compositor y pianista talentoso que merece ser reconocido por su contribución al mundo del tango. Aunque su nombre puede no ser familiar para muchos, su música es una verdadera obra de arte, que combina la tradición del tango con influencias contemporáneas de una manera única y cautivadora. Genovese es un verdadero maestro del piano, cuyas composiciones conmueven y emocionan a quienes tienen el privilegio de escucharlas.
Estos cuatro tangueros vivos pero menos conocidos son verdaderos tesoros ocultos en la escena del tango en Buenos Aires. Descubrir su arte es sumergirse en la auténtica esencia del tango, una experiencia que todo amante de la música y la danza debería tener la oportunidad de vivir.
por R.N.
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