Nunca, desde que Giacobbe & Asociados realiza el ranking de influyentes, un presidente en ejercicio estuvo en un puesto tan bajo. No es la primera vez que un presidente carece de peso político suficiente como para ocupar el primer lugar. Con Alberto Fernández sucede desde siempre. Ni bien resultó electo, ocupó el tercero, el año siguiente el segundo, y ahora retrocede al séptimo lugar. En otras oportunidades en las que sucedió lo mismo, este ranking funcionó como síntoma de un poder que resultaba difuso, con todo lo que eso implica en términos de incerteza para los argentinos.
En 1995 Domingo Cavallo, siendo ministro, era considerado más influyente que el presidente Carlos Menem, al igual que en 2001 en que el ministro superó a De La Rúa. En 1999, 2000 y 2002 Menem era considerado el más influyente, habiendo dejado la presidencia. Sucedía lo mismo en 2008 y 2009, cuando Néstor Kirchner seguía liderando el ranking a pesar de que su esposa ya era presidenta.
La grieta, representada por Cristina Kirchner y Mauricio Macri, domina la escena. Aunque por el bando opositor pesan mucho las figuras de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.
Los liberales de distintos espacios políticos y roles públicos están todos al alza. Javier Milei logró colarse dentro del top ten, José Luis Espert dentro del top twenty. Manuel Adorni creciendo, al igual que Victoria Villaruel, Emmanuel Danann, Ramiro Marra, Carlos Maslaton y el mismo Ricardo López Murphy.
La responsabilidad que -a todos, oficialistas y opositores- les asigna la gente es enorme. Entre ellos deberán conducir dos años políticamente trabados y económicamente angustiantes, frente a un conjunto de argentinos abiertamente disgustados.
*Por Jorge Giacobbe, director de Giacobbe & Asociados.
por Jorge Giacobbe*
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