En la fecha he tomado conocimiento de un comunicado de sociedades científicas argentinas sobre la nota de la cual soy autor y fue publicada en la revista NOTICIAS el 22 del corriente mes.
El comunicado repudia dicha nota y dice “por considerarla ofensiva para la comunidad médica, pero por sobre todo nos preocupa el impacto negativo que pueda tener en la población, al mostrar de manera sesgada los avances del conocimiento”.
En primer lugar, aclaro que en ningún momento fue mi intención ofender a la comunidad médica, de la cual obviamente formo parte.
En segundo lugar, aclaro que justamente la nota está orientada a señalar y poner énfasis sobre algunos de los sesgos – tan prevalentes en los seres humanos en general – que contribuyen a la falta de cuidado y atención de la gente por las enfermedades vasculares, que son responsables por tantas muertes y discapacidades en el mundo (como bien señala el mismo comunicado).
El comunicado expresa “sobre todo” preocupación por “mostrar de manera sesgada los avances del conocimiento” pero no indica específicamente – y esa palabra, específicamente, es clave en todo este asunto – cuáles son esos sesgos -que en realidad no existen-.
No creí que fuera necesario mencionarlo en el artículo de la revista NOTICIAS, pero creo que vale aclarar que nací en los Estados Unidos donde hice la residencia médica completa y tengo licencia médica para eventualmente ejercer en los estados de Nueva York, Massachusetts y Pennsylvania. Pero decidí hacerme ciudadano argentino y volver para intentar aportar algo de lo que había aprendido durante mi formación. Una trayectoria de 40 años con numerosos reconocimientos internacionales y casi 200 publicaciones científicas avalan una trayectoria de trabajo continuo.
Los 14.000 caracteres de la nota fueron escritos por mí, no por un periodista, y los ítems destacados en la tapa fueron extraídos de ese texto. Tuve el cuidado de que cada comentario estuviese apoyado en evidencia científica. Impresiona ver que se han focalizado más en una tapa provocativa que en el contenido científico del artículo.
Lo escribí porque personalmente me preocupa saber que en un país líder indiscutido en ciencia (Estados Unidos), los errores médicos están entre las primeras causas de muerte. También impacta que en Dinamarca se ha mostrado que los chequeos de salud no la mejoran. Y en nuestro medio tenemos recursos escasos como para desperdiciarlos en evaluaciones no efectivas. Eso, y el resto de la información que destaqué, me causa preocupación como médico y me estimula a tratar de mejorar mi práctica diaria. Imposible corregir errores si uno no los reconoce. Es por esto que, ante verdades contundentes, me sorprende una reacción que no sea la de entender que en enfermedades frecuentes y graves podemos cometer errores corregibles en los que deberíamos trabajar juntos para lograr un mejor sistema de salud.
Respondo algunos comentarios específicos del comunicado emitido por las sociedades médicas:
La nota de ninguna manera pretende ser ofensiva para la comunidad científica. Como dijo Antonio Machado: nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
He tratado de que el impacto sobre la población sea positivo y no negativo, en el sentido de abrir los ojos, ver la realidad y poder accionar sobre ella.
Nadie dice que no se hayan logrado avances en el mundo respecto del tratamiento de la enfermedad cardiovascular, mi énfasis está en la PREVENCION para no tener que llegar a ese tratamiento. Nuevamente, mi propuesta no es no ir al médico, sino ir para prevenir.
¿Si el concepto de “pocos” factores de riesgo no existe, porque los firmantes dicen que “la presencia de solo uno puede predisponer a mayor posibilidad de eventos cardiovasculares”? Estamos diciendo lo mismo.
El libro “A mí no me va a pasar” apunta al ciudadano común, que no tiene tanta exposición a la importancia de la prevención. Si es verdad que la comunidad médica argentina “controla los factores de riesgo”, es necesario que esto se difunda más entre la población lega. Hace poco tiempo publiqué en JAMA (una de las revistas más prestigiosas internacionales) datos que mostraban que la mayoría de los pacientes que vemos en nuestro centro neurológico tienen hipertensión arterial (probablemente la causa más importante de infarto cardíaco, ACV y demencia) no diagnosticada o tratada y no controlada.
Es cierto que todas las mentiras son peligrosas, pero lo son más aquellas que buscan justificar un accionar imprudente, sobre todo cuando estamos hablando de vidas humanas. No es cierto lo que se alude de la búsqueda de rédito personal, mi única intención es promover la prevención y salvar vidas. De la misma forma que lo hice con la pandemia de COVID-19 en muchas entrevistas. No soy un médico que trabaje para los medios ni participo en política. ¿Qué interés más que el beneficio de la población puedo buscar? Por el contrario, lo que he escrito puede ir en contra de mis intereses, pero es la verdad que todos debemos conocer. Eso es lo que me hizo elegir esta carrera y eso es lo que guía mi accionar diario.
Traté de enfatizar las verdades de hoy con el conocimiento disponible hoy no solo en la Argentina sino en los países más avanzados y desarrollados. En el artículo menciono estudios hechos en los Estados Unidos, Reino Unido, Israel, Dinamarca y la India. Solo hago alusión a la Argentina lamentando el bajo número de científicos y enfermeros que tenemos y el excesivo número de estudiantes de medicina. El resto de la nota responde preguntas sobre la prevención que la gente se hace, pero sobre las que pocos conocen la respuesta.
En el artículo terminé argumentando que, si alguien pensaba que algo pudiera parecer provocativo, debía leer la carta que dejó el Dr. Favaloro. Estoy seguro de que a cualquiera le resultará más difícil rebatir los argumentos de quien creo justo decir que es un prócer con valores internacionalmente conocidos y no cuestionables. Como muestra, solo cito literalmente uno de sus párrafos:
- “Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario, se castiga.”
Solo escribí un artículo destacando que diversos estudios en el mundo nos muestran los problemas que afectan a la práctica médica. Si aceptamos estos datos en lugar de negarlos, hoy podríamos hacer una medicina basada en la evidencia que aseguraría una mejor atención de la salud en la mayoría de los argentinos por igual.
Por Conrado Estol, neurólogo y autor de la nota de tapa de NOTICIAS, “Las mentiras médicas más peligrosas".
por Conrado Estol*
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