El espejo de la farándula habilita debates latentes en la sociedad. No importa si ella se llama Juana Viale, Thelma Fardin o Jimena Barón, todo parece entrar en un circuito donde las cuestiones que afectan los derechos de las mujeres están en boca de todo el mundo, aunque no todos sepan muy bien de qué se trata.
En la semana del 5to. aniversario del NUM está claro que hemos logrado que algunas violencias machistas ya no sean consideradas naturales -y por lo tanto dejan de ser invisibles- en la sociedad patriarcal.
Uno de los problemas que se presentan en esta construcción de sentidos de la mano de figuras públicas, es que en el trazo grueso de las preguntas contundentes se buscan respuestas contundentes. Y así se evaden las complejidades, las individualidades, los detalles.
Las incertidumbres, los tiempos de espera, se toleran mal en una sociedad que aprendió que la respuesta inmediata aparece con el "enter" validada con medios que parecen transmitir siempre alguna verdad absoluta revelada en boca de profesionales, que las más de las veces, tienen poca o ninguna formación en temas de géneros.
¿Está bien o no que una mujer que denunció a su ex vuelva a vivir con él? Pregunta trazo grueso. En ese contexto la pregunta no es por qué no se va o por qué vuelve con él. La pregunta es por qué la sociedad defiende a los machirulos y desprotege a las víctimas. ¿Por qué nos siguen enseñando desde niñas que el amor perdona TODO y la capacidad de comprender es un don de las mujeres que aman? ¿Por qué todo el mundo se está preguntando por qué vuelve con él si lo denunció y no por qué vuelve él, que fue denunciado?
Cualquier mujer que se haya separado de su compañero habiendo hijes sabe que las idas y vueltas son muchas hasta que la decisión definitiva se instala. Claro que no todas publican a cada rato en IG. Entonces puede parecer insólito algo que en verdad es habitual. La disolución de un vínculo sobre todo cuando hay hija/os no suele ser sencilla ni expeditiva.
Una consideración importante es que cuando hablamos de las violencias machistas deberíamos no perder de vista qué difícil es a veces evaluar los riesgos. El de perder la propia vida: el de los efectos en la subjetividad, el de la violencia económica. Y podríamos describir más, el aislamiento por razones aparentemente amorosas o los celos son algunas de las consideraciones que desde afuera, pueden observar, sobre todo las amigas que están cerca, que desesperan pero no siempre saben muy bien que hacer. O cómo decir.
Pero qué pasa si se trata de la farándula, simple y sencillamente no sabemos. Hacemos deducciones e imaginamos historias. Las violencias machistas tienen un in crescendo, un circuito que se repite, se instalan, se hacen dolorosa costumbre. La persona violentada va concentrando su energía activamente en sobrevivir o en proteger su propia subjetividad y no enloquecer. En no renunciar a su promesa tatuada de incondicionalidad. Parece entregada pero está trabajando para no entregarse.
¿Por qué no se va? ¿Por qué vuelve? Sería tranquilizador tener respuestas contundentes. No las hay. Vivimos en una sociedad que acepta las violencias machistas y sus expresiones, las romantiza, garantiza la impunidad de los violentos en tribunales de Injusticia y en los programas de chimentos donde responsabilizan a la víctima.
Poner la mirada juzgadora sobre cómo actúa una mujer que denunció violencia y no sobre quien ha sido denunciado también habla de quienes somos. Que el amor todo lo puede es una gran mentira del patriarcado en la que muchas siguen creyendo. Tal vez allí se encuentren más respuestas para quienes estén en condición de buscarlas.
*Psicóloga, periodista feminista y autora de "Las mentiras del patriarcado"
por Liliana Hendel*
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