Fabiola Yañez no está pagando el alquiler del departamento en el que vive. Es un dos ambientes en el centro de Madrid en el que a duras penas caben ella y parte de su familia. La mamá, Miriam, duerme en el living, y la ex primera dama y su hijo Francisco usan el dormitorio. Le quedan otros cinco meses de gracia antes de que venza el año por adelantado que pagó Alberto Fernández en mayo pasado, cuando la forzó a mudarse a ese estrecho lugar. Antes de eso habitaba un espacioso cuatro ambientes en el barrio de Salamanca, uno de los más coquetos de la capital española, pero Alberto le dijo que debía irse de ahí.
A su abogada Mariana Gallego le contó la primera vez que se vieron:
– Alberto me dijo que el cuatro ambientes se lo prestaba “Pepe” Albistur, su amigo. Claro, todo se lo prestan…
La ironía en su voz era patente.
–¿Y qué pasó? –inquirió Gallego.
–Dijo que se lo reclamaron, y nos tuvimos que venir para acá, donde ni entramos.
A la abogada le había costado que Fabiola le diera la dirección. Quería citarla en un bar, acaso avergonzada por las condiciones en que vivía.
Desde que decidió denunciar por violencia de género a Fernández, en agosto pasado, el dinero que él le giraba mes a mes desde Buenos Aires dejó de llegar. Ahora, por decisión de la Justicia, que le embargó parte de la jubilación de privilegio al ex presidente, 3.400 euros de esa suma son para la cuota alimentaria de Francisco, de 2 años. Yañez exige 5.000, pero Alberto dice que no puede afrontar ese gasto y pide que ella regrese a la Argentina, donde él pagaría pesos en vez de euros y podría ver a su hijo. Ella se niega.
–No podría conseguir trabajo allá, ni caminar por la calle –les dice a sus íntimos.
El origen de la causa entre Fabiola y Alberto.
La causa judicial empezó cuando Yañez se dio cuenta de que no había manera de negociar un arreglo económico con su ex pareja. Es parte de lo que se relata en “El martirio”, el flamante libro del autor de estas líneas que acaba de publicar Planeta.
Tras recriminarle a Fernández que no le consiguiera un trabajo en Madrid, a pesar de su amistad con el presidente Pedro Sánchez, ella le escribió por chat: “Vos creés que esas fotos ya no existen. Lo tuviste todo y lo arruinaste”. Recién cuando la denuncia era un hecho inminente, Alberto reaccionó y le propuso firmar un comunicado conjunto negando lo que había publicado el diario Clarín sobre las imágenes con los hematomas que tenía en sus manos el juez Julián Ercolini. “Tenés mi palabra de que nada va a faltarte”, le prometió en un mensaje de texto desesperado, e insistió: “¿Podemos hacer esa declaración conjunta?”.
“Lo tengo que pensar”, contestó ella. Y le advirtió: “Si lo hacés solo, no te va a creer ni Dios”.
Él contestó: “No lo voy a hacer solo. Si me dejás solo, no lo voy a hacer”.
Pero ya no volvió a tener noticias de ella. Horas después, las imágenes de los hematomas vieron la luz y Fabiola avanzó con su denuncia.
Más allá de que en esta historia claramente parece la víctima, lo cierto es que Fabiola intentó sacar provecho –en forma consciente o no– de esa condición. En el juicio, la “testigo B” presentada por Alberto –una ex amiga de Fabiola oriunda de Misiones– declaró que la primera dama también le mostró las fotos de los hematomas a ella.
Y cuando le preguntó por qué las conservaba, Yañez le contestó:
–Las guardo porque no soy tonta y por las dudas.
Otra ex amiga, Sofía Pacchi, también aportó una información parecida cuando le tocó declarar como testigo en octubre pasado. “Guardaba chats o grababa discusiones para después verlos”, dijo sobre Fabiola.
En el origen de la decisión también hay un condimento político. En el consulado argentino en Madrid, desde donde declaró vía Zoom la denunciante, trabaja Maximiliano Keczeli, un funcionario al que, según versiones como la publicada por Javier Calvo en el diario Perfil, en realidad le estaría pagando su sueldo la SIDE. “Keczeli es cuñado de Lucas Nejamkis, hombre muy cercano a Antonio ‘Jaime’ Stiuso, un histórico que dice haber vuelto a influir en los servicios”, apuntó Calvo.
Entonces, ¿tuvo algo que ver el supuesto agente con la declaración de Yañez? Un ex jefe jeráquico de la SIDE, que conoce bien a Nejamkis y Keczeli, lo confirma con su jerga de espía:
–Chequeado el dato: el vínculo y la génesis de la Operación Fabiola en España.
–¿Tenés detalles? –le pregunté–. ¿Los de la SIDE la abordaron a ella?
El viejo agente –que pidió anonimato, como corresponde a su rubro– dijo:
–Sé que les cayó de carambola. El cuñado de Nejamkis se dio cuenta de lo que se estaba gestando, pasó el dato a Buenos Aires y pusieron toda la Embajada y el consulado a disposición de ella. Bastante institucional todo, te diría.
El ex agente lo sabe porque sigue teniendo diálogo con la actual cúpula de la SIDE.
Documental
¿De qué vive Fabiola hoy aparte de los 3.400 euros mensuales que por orden judicial le pasa Fernández? Quienes la rodean hablan de dos ingresos recientes que le permiten subsistir sin sobresaltos. Uno sería un pago por la entrevista y por las primicias fotográficas de los hematomas que en agosto le dio al portal Infobae, y la otra, un anticipo por un documental sobre su historia que todavía no tiene fecha de estreno ni canales que hayan elevado una oferta a los productores, que se mantienen en las sombras. Todo muy vaporoso.
Fernández afirma que el documental ni siquiera empezó a filmarse y que solo se trata de un método de presión de la ex primera dama. Dice que ella lo sondeó con estas palabras cuando estaban en medio del toma y daca anterior a la denuncia: “Me ofrecen 3 millones de dólares. ¿Vos cuánto tenés?”.
Fernández cuenta que cortó la comunicación, indignado.
Según Yañez, en cambio, la charla nunca existió. Además, 3 millones parece un número exagerado para un proyecto que por ahora solamente tiene título: “Fabiola: la verdad”. Lo más probable es que le pagaran un anticipo menor y que hubiera una promesa de más dinero una vez que el documental se comercializara.
Su abogado Mauricio D’Alessandro confirma:
–Algo le pagaron por el documental, con eso está tirando.
Por fortuna para Fabiola, el abogado y su colega y esposa Mariana Gallego no le están cobrando porque privilegian la prensa que les da el caso. Y tampoco gasta en jardín de infantes, porque Francisco asiste a uno estatal. No hay empleada doméstica ni niñera, en contra de lo que trascendió en varios medios. De chofer hace alguno de los custodios, y para los traslados tienen que alquilar un auto.
D’Alessandro intentó lo que no pudo hacer el ex presidente, conseguirle trabajo a su clienta. Un día lo llamó una colaboradora de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, una ex periodista y actual dirigente de la derecha de ese país, aliada a Vox. La colaboradora le explicó al abogado que se solidarizaban con Fabiola y que lo que tenían en mente era que diera charlas sobre su tema, violencia de género, en teatros y otros lugares.
Cuando D’Alessandro preguntó por la contraprestación económica, la colaboradora de Ayuso calculó:
–Le podríamos pagar unos 2.000 euros mensuales.
El abogado se rio:
–Muy lejos no creo que llegue con eso.
Le pasó el dato al periodista Eduardo Feinmann, quien en su programa de radio se comunicó con Ayuso en Madrid. Sorprendida, la dirigente negó todo. El tema quedó ahí.
Nuevo amor
En medio de la malaria, Fabiola parece haber encontrado un consuelo. A fines de octubre, los programas de TV de la tarde contaron que acababa de estrenar un nuevo festejante, un empresario español. Pero no trascendió el nombre del candidato porque ella creyó que aún era prematuro presentarlo.
Su abogado D’Alessandro cuenta:
–El tipo es exportador de percebes, cincuentón, tiene plata. Ella lo conoció en una cena con amigos, se lo presentaron.
–¿Percebes son los crustáceos? –pregunto.
–Sí –explica el abogado–. Son como unos bichos raros que se crían en las rocas, muy ricos.
–¿Y cómo se llama el hombre?
–No se puede decir hasta que formalicen. Todavía no pasó nada entre ellos.
–¿Es conocido en España?
–Él dice que no. Pero no lo sé porque no vivo en España.
–¿Cuándo empezó esta historia?
–Creo que lo conoció hace un par de meses, pero las primeras salidas datan de octubre.
El abogado alega que esa incipiente relación es otro de los motivos por los cuales Fabiola se niega a volver a Buenos Aires, como pretende Fernández.
–Ella ya tiene su vida armada acá –dice.
Muy oportuno.
Cómo empezaron.
Hasta antes del escándalo, la versión oficial sostenía que Fabiola y Alberto y se conocieron en el 2013, cuando él fue a dar una charla a la Universidad de Palermo donde ella estudiaba y trabajaba. Pero, ante la Justicia, Yañez ahora sostiene que la relación se remonta a 2010, es decir, cuando Fernández aun estaba en pareja con Vilma Ibarra. Desprolijidades.
A instancias de él, en su entorno ahora desparraman otra versión. Dicen que se conocieron en la noche, probablemente en alguna fiesta o evento de los que convocan a hombres del establishment y del poder y a jóvenes mujeres salidas de las agencias de modelos o la televisión. En el 2009, por la misma época, Fabiola apareció en una foto de la fiesta Halloween Chandon en la disco Jet Lounge, disfrazada de marinera. Su amiga Sofía Pacchi, también modelo, además de tapa de la revista Hombre, posó vestida de novia.
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