El ministro tiene alguno sencillos rasgos que lo hace más digerible para el mundo empresarial que cualquier otro ministro de Economía de un gobierno kirchnerista.
- Estudió en los EE.UU. Si bien nada es garantía, haber progresado intelectualmente en el país capitalista más poderoso genera una serie de prejuicios favorables, a diferencia por ejemplo del vernáculo Kicillof.
- Su relación con Stiglitz. Ya se sabe que el Premio Nobel es un crítico del sistema capitalista, así como está y, particularmente, del mundo financiero. Sin embargo, no es un anti sistema, sino más bien un reformista.
- La personalidad. El ministro es un moderado y racional que no suele tener salidas extemporáneas o que genere dudas sobre sus verdaderas intenciones. En todo caso los interrogantes están relacionados a su real margen de maniobra frente a CFK.
- El mal menor. Los empresarios preferirían otro ministro –sobre todo los que están más ligados al mundo financiero y de los servicios globalizados. Pero la valoración de un funcionario no es tanto por sus virtudes, como en comparación con otras alternativas más radicalizadas. Guzmán les resulta potable frente a una “vanguardia esclarecida”.
- No se crio en el entorno de Cristina. Si bien ella lo acepta bastante y debe conseguir su aval para decisiones importantes –como el incremento de las tarifas de servicios públicos- no es su “pollo”. Toda persona puede reconvertirse por necesidad, sin embargo es más difícil que abandona su matriz de pensamiento.
Por estas cinco razones, el mundo de los negocios le prende una vela al serio y escueto Guzmán.
por Carlos Fara
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