Lo suyo es contar historias conmovedoras. Y cuando lo hace, el tiempo parece detenerse. Como cuando en el medio de esta entrevista Ricardo Canaletti relata el triste caso de Nelson Madaf, “un crimen que no existió”, y su entusiasmo lo desborda en detalles y gestos. O como cuando se tomó 58 minutos de televisión en vivo para explicar el caso Schoklender. O cómo se refleja en los relatos de su último libro, “Crímenes sorprendentes de la clase alta argentina” (Sudamericana). “Elijo las historias porque primero me sorprenden. Sólo así puedo transmitirlas bien”, explica. Su pasión, ya es su marca registrada.
Noticias: ¿Se creó una coraza para hablar de temas tan duros?
Ricardo Canaletti: No, lo tomé desde otro ángulo. Me parece que al público le gusta escuchar historias. Mi viejo, en Italia, no tenía TV y no iba al cine porque eran pobres. ¿Cómo se divertía? Italia siempre tuvo juicios orales. Los viejos iban a escuchar las historias con la verba de los abogados, que desarrollaban un mundo para defender o atacar. Después se reunían en la plaza pública a repetir lo escuchado e iban los pibes. Eso quiero hacer, contar historias. Pueden ser políticas, sociales y policiales.
Noticias: ¿Qué opina de las películas que romantizan casos, como la de los Puccio o la de Robledo Puch?
Canaletti: Vi “El clan” y me gustó, pero me molesta que les sigan la vida a tipos que están condenados. Los hacen figuras.
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Noticias: ¿Nunca se identificó con el lado “malo” de un caso?
Canaletti: Es una pregunta difícil, porque a veces encuentro explicaciones. No me importa ser imparcial, me importa ser objetivo. Si esto es blanco, es blanco. Si lo usa Cristina, no me importa. Eso es ser objetivo: esto pasó y está probado. Si beneficia a este o aquel, no me importa. Hay hechos que provocan reacciones emocionales y las tenés que contar. Y a veces te pasan a vos.
Noticias: ¿Hay casos que lo hayan conmovido en cámara?
Canaletti: Lloré dos veces en cámara. Una fue con el padre de Ángeles, Franklin Rawson. Era la primera vez que él daba una nota larga en TV y el final que había pensado era recitando la letra de “Una escalera al cielo”, de Led Zeppelin. No pude pedir el corte. Me abracé con él y me quedé llorando. El otro caso fue el de Nelson Madaf, no muy conocido. Fue un crimen que no existió. A un chico pobre de 17 años le gustaba una chica de 16 y fue el último en verla. Ella, Claudia Díaz, desapareció. Sus padres hicieron la denuncia y llegaron a las Marchas del Silencio de Catamarca. El gobernador de San Luis va al programa de Mirtha Legrand, le pregunta por el tema y promete que se va a resolver. ¿Quién fue el último que la vio con vida? Nelson Madaf. Lo agarraron y le hicieron todo tipo de torturas, empezando por romper una botella, metérsela en la boca y arrancarle los dientes. Hasta le contagiaron HIV por las inyecciones que le daban para que soportara el dolor. Estuvo tres años preso, sin prisión preventiva. Y un día reapareció Claudia Díaz. Se había escapado de su casa porque el padre le pegaba y terminó en San Juan, casada con un hombre que la hizo su esclava sexual y con el que tuvo cuatro hijos. Hubo dos dramas y me conmovió.
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Noticias: Esa historia está en un libro anterior. ¿Cómo eligió los casos que salieron en este nuevo?
Canaletti: Me gusta recorrer la historia argentina, vas reconstruyendo. Aprendí de Tomás Eloy Martínez a tomar los hechos verdaderos y contar lo más verosímil posible lo que queda en el medio. Pero este libro me costó: no le encontraba la vuelta a la clase alta, que aunque es la que ha dominado este país, nunca contó que violaba a la hija y maltrataba al hijo o que este mató a aquel por la herencia. En la historia de Fabián Anchorena el crimen es el adulterio, pero lo fascinante es cómo tiró una fortuna imposible de gastar en una vida.
Noticias: ¿Por qué abandonó un tiempo “Cámara del crimen”?
Canaletti: Es un programa que mide, pero no es lo que quiero hacer. Se me pegó demasiado, el público me identifica con él. Era un programa querido por mí mientras era en vivo por dos horas; hoy cambió. Tiene otro formato y hay dos periodistas más.
Noticias: ¿Descansa en ellos?
Canaletti: Sí, pero no quiero hacer el resumen de la semana. Son dos muchachos que hacen actualidad, no hay espacio para el contexto histórico. Llegué a contar el caso Schoklender en 58 minutos y no bajaba de 3 puntos. Me querían matar, pero cuando vieron el rating, me dejaron.
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Noticias: ¿Por eso intenta diversificarse? Ahora está en Radio Uno por las noches.
Canaletti: Sí, me gustan otras cosas: la música, el cine, el teatro. Si pudiera, haría más cosas.
Noticias: ¿Lo suspendieron del canal por un exabrupto?
Canaletti: Me peleé con la gente de deportes por calentón. Soy de la idea de que los periodistas deportivos tienen que decir de qué cuadro son. Una estupidez. Tenía Twitter, lo comenté, me contestaron mal, contesté y escaló. A la gente del canal no le pareció bien.
Su veta apasionada es probable que tenga que ver con su ascendencia italiana. Hacia esos rumbos fue en los ´80, cuando se convenció de que no iba a ejercer su título de abogado porque su apellido sin contactos no le permitía ascender. “Trabajé de todo: levanté nieve de la calle, atendí en una lechería, en una ferretería…”, recuerda. Hoy, sentado en el Croque Madame del Círculo Italiano, sonríe cuando un empleado lle dice: “¡Al fin por acá, Canaletti!”. Recuerda el italiano perfecto que aprendió y le valió un puesto de vigilante urbano en Milán. Pero nunca llegó a tomarlo: vino a Argentina de vacaciones y no volvió.
Noticias: ¿Se había reconciliado con el país?
Canaletti: No, me pudieron los afectos. Además había hecho mucho esfuerzo y no había llegado a nada. Tenía mi autito usado y alquilaba un departamento, pero había estudiado y era vigilador. Eso sí, estaba tan negado con el país que seguía hablando italiano y no podía con el español.
Noticias: ¿Cómo llegó a escribir policiales?
Canaletti: Mi viejo tenía un cliente que era gerente de Clarín y había hecho entrar a mi hermano. Le fui a hablar y me preguntó si sabía de economía, le dije que tenía una cultura general. Así empecé a colaborar. Hasta que me encargaron una nota de policiales porque faltaba alguien, pidiéndome que reescribiera un cable. Lo simplifiqué, contándolo como se lo contaría a mi vieja. ¡Lo que hago hoy! Fue una revolución.
Noticias: ¿Qué desafíos pendientes tiene?
Canaletti: Quisiera hacer más radio, hacer entrevistas a gente del espectáculo. Hace poco le hice una a Moria y me encantó, también a Beto Casella y a Narda Lepes. A otros es interesaría hablar con Macri, a mí no. Me divierten más estos personajes. Y me gustaría hacer teatro. También seguir escribiendo, ¿sabés por qué lo hago? Porque extraño la prensa escrita.
Por Vicky Guazzone di Passalacqua
@misskarma
por Vicky Guazzone
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