El dramaturgo, director teatral y actor Alfredo Staffolani, es una de las voces más talentosas de la nueva camada de artistas argentinos que desarrollan su carrera tanto en el país como en el exterior. Su nombre, junto al de colegas como Lola Arias, Mariano Pensotti o la coreógrafa Constanza Macras, se ha vuelto habitual en los teatros alemanes.
Antes de tomar la decisión de comenzar a trabajar como actor desarrolló tareas en las áreas de comunicación de Unicef y el Ministerio de Desarrollo Social. Al mismo tiempo cursaba la carrera de periodismo y cuando sólo le faltaba completar algunos seminarios y su tesis, terminó descubriendo que en realidad no quería trabajar en un medio sino conocer más sobre la vida de las personas y escribir sobre ello. Hoy, después de 25 años haciendo teatro, a pesar de los avatares de la profesión, atraviesa una etapa muy fructífera.
Este año montó su obra “The sound of silence” (El sonido del silencio), en el Festival Welt Bühne (Escenarios del Mundo), del Residenztheater de Múnich y presentó en Madrid sus libros “La maldad del mundo” y “El buen destierro”. Por si fuera poco, actuó en “Potencia Gutiérrez”, de Maruja Bustamante, en el teatro Cervantes; estrenó “Motorhome”, con Thelma Fardin y Nicolás Riera y, además, el drama “La habitación blanca”, bajo la dirección del también actor y director Lautaro Perotti, en la prestigiosa sala Timbre 4. En el poco tiempo libre que tuvo se ocupó de dirigir el largometraje “El tiempo del fin”, coescrito con Agustín Abda, que se proyectó en el FIBA porteño. Este falso documental, narra la experiencia traumática de una pastelera de la chubutense localidad de Gaiman, que conoce a la médica creadora de una metodología que podría borrar los recuerdos del ser humano.
El año próximo hará gira con “Nothing compares to you”, coproducción entre Perú, Chile y Argentina que dirige Alejandro Clavier, cuyo debut será en el Festival Internacional Santiago a Mil. En mayo será parte del elenco del musical “Pretty woman”, con Florencia Peña, y planea estrenar una versión de “Juan Gabriel Borkman”, de Ibsen, en el circuito independiente.
Con calidez extrema, honestidad intelectual y una simpatía que disimula su timidez, conversa con NOTICIAS en un concurrido café de avenida Corrientes.
Noticias: ¿Es más sencillo estrenar en Alemania que aquí?
Staffolani: Es curioso, pero últimamente mi trabajo tiene más espacio de ingreso allá que en Buenos Aires. Para estrenar una obra en el teatro público acá no sé muy bien qué es lo que hay que hacer. Concretamente, en el teatro San Martín, en este momento, no sé qué es lo que tengo que hacer para enviar un proyecto. ¿Ir, contarle quién soy, qué hago, por qué lo hago a cada director que pasa por ahí?
Noticias: ¿Cómo llegó su teatro a Europa?
Staffolani: Hace cinco años, Rafel Spregelburd, me recomendó para una convocatoria de voces emergentes. El nuevo director del teatro lo conocía a él porque había sido su dramaturgista y tuve una primera experiencia como autor. Después me fui a trabajar un tiempo allá donde escribí y dirigí una obra en 2018. Desde entonces, todos los años, me van convocando para la edición de este festival llamado Escenarios del Mundo.
Noticias: ¿Trabaja con libertad o condicionado por el gusto del público alemán?
Staffolani: Con total libertad y en colaboración con ellos. Hay muy buena recepción cuando llego, más allá del resultado de la obra. Me dejan experimentar y probar el material. Vale aclarar que en estos momentos hay una situación compleja porque hay una censura total a los artistas que están a favor de la posición de Palestina. Es una contradicción; por un lado, la apertura a nuevas voces y por otro la tensión que si uno es propalestino no puede estrenar en Alemania.
Noticias: ¿Se puede vivir sólo con los ingresos del teatro?
Staffolani: Vivo principalmente de la docencia. Doy clases en la EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático), en Timbre 4 y en el Instituto Argentino de Musicales que dirigen Ricky Pashkus y Fernando Dente. El trabajo como actor es completamente inestable y mis participaciones en lo audiovisual son muy chiquitas. Uno debería tener continuidad en las obras del teatro comercial. Eso es difícil porque hoy las obras no duran más que una temporada. Tuve la suerte, en los últimos tiempos, de trabajar en el San Martín y el Cervantes como actor, pero eso es una vez cada tanto. El teatro más autogestivo no te da la posibilidad de vivir y por eso hay que estar haciendo veinticinco cosas a la vez.
Noticias: ¿Cede los derechos de sus piezas para el exterior?
Staffolani: Tengo un agente en Alemania y tengo otro en Inglaterra que sociabilizan mis obras y entonces cobro derechos. La diferencia con Lola (Arias), Mariano (Pensotti), Constanza (Macras) o Marina Otero, es que ellos ya son marcas en Europa. Los teatros piensan un poco las programaciones en virtud de poder comisionarle a ellos nuevos trabajos. Por ahora, no es mi situación.
Noticias: ¿Para qué se hace teatro?
Staffolani: ¡Muy buena pregunta! (piensa). En mi caso vengo de un momento medio estructural de mi vida luego del fallecimiento de mis padres y necesitaba volver a poner el cuerpo y ordenar mi situación cotidiana. Creo que, además, hacer teatro es una cuestión de fe. Sobre todo, en este momento en que las instituciones culturales están bastante vulneradas uno puede perder rápidamente la identidad. Me pregunto mucho, ¿por qué actrices, actores, directores y directoras que valoro y admiro no están produciendo? Me hace mal ver esto porque todos tienen una relación muy apasionada con el teatro, pero se ha vuelto casi imposible llevar adelante una producción.
Noticias: ¿No son suficientes los subsidios?
Staffolani: En general se cobran después de más o menos noventa días de solicitarlos y esa plata que te dan uno la termina invirtiendo, por ejemplo, en comprar seis sillas para la escena, porque no alcanza para otra cosa. PROTEATRO (organismo que depende del Ministerio de Cultura porteño), te pide hacer doce funciones de una obra y eso es difícil de sostener. Estas limitaciones terminan determinando lo que hoy se escribe. Así aparecen obras muy austeras y bastante pobretonas, con poca escenografía y en muchos casos con elementos que aportan los que integran las cooperativas.
Noticias: ¿Qué propondría para modificar este sistema?
Staffolani: Por ejemplo, ir a los depósitos de escenografía de los teatros públicos y gestionar su préstamo o hasta pagar salas de ensayo siendo que hay un montón ociosas. Creo que el sistema debería ser más autosustentable. Quizá ayudaría crearse un banco de escenografías y otro de vestuario. Sobre todo, en una ciudad como Buenos Aires donde el teatro no oficial es tanto o más caudaloso que el oficial.
Noticias: Esto me lleva a preguntarle, ¿cuál es su opinión sobre el presente en materia cultural?
Staffolani: Siempre hay políticas culturales, pero hoy veo que se tiende a la degradación del sujeto. Esta idea de decir que tenemos que ir a agarrar la pala e ir a trabajar. Es una mirada reduccionista de las personas porque todos los trabajadores de la cultura, en cada ámbito, lo hacemos muchas más horas de los que trabajan en espacios donde nos pagan honorarios. Leí que no se darán más subsidios a las películas que tengan menos de mil espectadores. Eso llevaría a que películas que pueden ser valiosas no puedan filmarse. Me pregunto, ¿cómo se evalúa el éxito o el fracaso de un proyecto? Estos recortes y ajustes se están dando en todos los ámbitos, no sólo en el cine y el teatro. Lo que está pasando con las editoriales independientes, con la regulación de los precios de los libros, también afecta la actividad porque, ¿cómo compite una editorial independiente con el resto?
Noticias: ¿Qué dice cuando al llegar a otro país le preguntan por su profesión?
Staffolani: Cuando digo que soy director de teatro se les dibuja una sonrisa en el rostro porque como artista ocupas un lugar de privilegio y necesidad. Pareciera que estás más cerca de la libertad. Acá un taxista me preguntó y cuando le respondí lo mismo sentí que la mirada era otra. Es como ponerte en un lugar más marginal. Es algo curioso porque esta sociedad necesita de personas en actividad, con ese conocimiento, con esa formación, con esa sensibilidad que tiene un artista. Pero bueno, es muy ríspido el camino para seguirlo y está lleno de obstáculos.
Noticias: A pesar de las dificultades, sigue adelante.
Staffolani: Claro, si yo pensara que hago teatro solo para satisfacer un deseo personal, tendría que abandonarlo muy pronto. Toda experiencia cultural es también una experiencia de lo colectivo, eso que parece tan abstracto, pero contribuye a construir la identidad de un pueblo. Lo que sucede es que si uno habla de cultura popular ya comienzan a surgir prejuicios. Acá, se maldijo y criticó a los cantantes y músicos que hacen recitales en las provincias, sin tener en cuenta que mucha gente no puede acceder al valor de una entrada y esa es su única oportunidad de tener contacto con la figura que admira.
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