Actor, director y dramaturgo, Claudio Tolcachir interrumpe su vida en España para pasar una breve temporada en Argentina. Un reencuentro con su público que pudo celebrar por partida doble, gracias al unipersonal que le permitió volver a casa, “Rabia”, adaptación de la novela de Sergio Bizzio, y al estreno de “Mejor no decirlo”, una comedia adulta protagonizada por Mercedes Morán e Imanol Arias que cuenta con Tolcachir en la dirección.
Su presencia se asemeja a la de un intérprete europeo. Podría pasar por un actor nórdico o irladés. En una tarde porteña en la que los mosquitos aspiraban a la trascendencia y la posteridad, Tolcachir recibe a NOTICIAS.
El maestro de actores, creador del mítico Timbre 4, que ya ha superado las dos décadas de existencia, director de obras legendarias como “La omisión de la familia Coleman”, “El viento en un violín” y “Tercer cuerpo”, y antológico villano de “El jardín de bronce”, reflexiona sobre su oficio y el estado del ámbito cultural mientras improvisa una merienda saludable en medio de los exigentes ensayos.
Noticias: En “El ardor” y en “El jardín de bronce” interpretó a dos grandes antagonistas. ¿Cuáles son las claves para encarnar a un buen villano?
Claudio Tolcachir: Esas fueron dos experiencias alucinantes, yo pensaba a priori que no me llamarían para hacer ese tipo de personajes, pero Pablo Fendrik imaginó que yo podía con ese rol en “El jardín de bronce”. Ese villano escondía muchos motivos, frustraciones personales que tenían que ver con un paraíso perdido, con un amor que no pudo ser. Pero en el caso de “El ardor” era muy interesante porque el tipo cumplía un trabajo y eso le daba otra frialdad, no sentía la necesidad de hacer eso, lo tomaba como un mandato laboral. Interpretar a esos malos fueron experiencias hermosas que me alejaron mucho de mi energía natural.
Noticias: Una de mis películas favoritas es “¿Quién le teme a Virginia Woolf?”. Usted la hizo en teatro con Arturo Puig, Selva Alemás y Eleonora Wexler. ¿Cómo lo recuerda?
Tolcachir: Uff, ¡maravillosa! Ya era una de mis obras preferidas cuando me llamaron, incluso la había trabajado en clases con alumnos, pero meter el cuerpo ahí con la dirección de Luciano Suardi, que es un amigo de toda la vida y maestro mío, fue algo que me dejó un recuerdo muy hermoso. Se armó una familia muy bella, un quinteto con el que la pasamos muy bien porque amábamos la obra. Lo interesante de un autor como Edward Albee es que siempre siguen apareciendo preguntas, en ese momento veía todo desde el lado de los jóvenes, hoy por mi edad estaría más cerca de los personajes adultos.
Noticias: Nombró a Luciano Suardi como uno de sus referentes. ¿A quienés considera sus maestros?
Tolcachir: Sin duda Alejandra Boero fue una gran maestra, fui su asistente de dirección a los 16 años cuando se abrió Andamio 90, con ella aprendí no solo sobre teatro. Era alguien de una pasión inaudita por ser, por convencer, por pelear cada derecho de los actores, por abrir teatros. Esa fue mi primera escuela, no solo en la profesión sino de vida, de ahí tomé la militancia de la autogestión. Después Juan Carlos Gené y Verónica Oddó fueron fundamentales para mí, me abrieron la cabeza en cuanto a la interpretación. Norma Alenadro fue otra de mis grandes maestras, primero fuimos compañeros, después ella me dirigió en una obra suya, “Rigurosa etiqueta”, y más tarde yo la dirigí en “Agosto”. Quedamos amigos y hermanos para siempre, para mí fue una inspiración enorme conocerla, por su cabeza y su intuición, siempre escapando de los lugares comunes. Igual que Mercedes Morán, una actriz que siempre esquiva lo obvio.
Noticias: En Timbre 4 se da una algo particular y es que trabaja con amigos que lo acompañan desde siempre. ¿Ellos también son compañeros y maestros a la vez?
Tolcachir: Te diría que mis grandes maestros son mis compañeros de Timbre, Lautaro Perotti, Tamara Kiper, Diego Faturos, Inda Lavalle, porque aprendí codo a codo investigando con ellos, me ayudaron a crecer sano, a no ser demasiado triste o soberbio, a no volverme loco. Y te diría que una maestra esencial en mi vida es mi vieja, una mujer que ahora tiene 83 años y posee una inteligencia para ir pasando por las distintas etapas de la vida que es admirable. Por la libertad con la que vivió, por su valentía, por la infinita curiosidad con la que se enfrenta todos los días a los desafíos, creo que es la persona más maravillosa que conocí, más allá de haberme tocado como madre, si no fuera así me hubiera encantado conocerla Una mujer valiente, adelantada a su tiempo, lúcida, enormemente libre. Defendió esa libertad con uñas y dientes para ser lo que ella quería y creo que eso para mí fue y es una enorme enseñanza.
Noticias: Volviendo a Mercedes Morán, ya la dirigió en “Agosto” y en “Ay, amor divino”. Ahora vuelve a hacerlo y a Morán se le suma Imanol Arias. ¿Cómo está siendo esa experiencia?
Tolcachir: Para mí Mercedes es familia. Imanol, bueno, ¿qué decirte? Pasé toda la vida admirándolo, además filmé una película con él cuando tenía 20 años, se llamó “Buenos Aires me mata” y siempre recordé lo generoso que había sido, cómo me había cuidado y enseñado secretos de la cámara. Para mí recuperar la posibilidad de trabajar juntos fue muy importante, es un tipo que se acuerda de todo, tiene una cabeza muy joven y una energía envidiable. Es muy placentero verlos laburar, hacen de pareja y tienen una gran química juntos. Si Mercedes me dice vamos, ¡yo voy! Porque es disfrutar, también estaba bueno venir a Buenos Aires por mi familia, Timbre, mi vieja y para hacer “Rabia”, tenía mucho sentido estar acá en este momento.
Noticias: Justamente ahora las industrias culturales están en el centro del debate. Hace poco fueron los Premios Goya y cuando Matías Recalt ganó el premio Revelación por “La sociedad de la nieve” dijo: “Que no se manche la cultura”. Usted que acaba de volver de España, ¿cómo ve estos permanentes embates contra cualquier forma de arte?
Tolcachir: Creo que este Gobierno tiene un complejo muy fuerte con la cultura porque la siente como su enemigo, la percibe como algo ajeno que los enfrenta. Y es posible que sea cierto que cualquier contacto con el pensamiento, con la sensibilidad y el cuestionamiento haga que uno pueda ver lo que propone este gobierno con preocupación, miedo y dolor. La cultura cuestiona el poder siempre, pero mucho más cuando el poder es tan violento, prejuicioso y destructivo. Por otro lado, le debe asustar, como le asusta a cualquier dictador, la gente junta, la música… ¿A quienés prohibieron los dictadores? A cantantes, escritores, periodistas, actores, críticos, científicos. Ahora estamos en democracia, no los estoy comparando con la dictadura, pero es verdad que los integrantes de este Gobierno eligieron los mismos enemigos, que es casualmente la gente que invita a pensar y cuestionarse. No puede darte lo mismo que una persona se muera de hambre, que termine robando un cable de alto voltaje y se muera, o que un jubilado no pueda comprar remedios. Y hay algo más, me parece que cualquier emprendimiento privado ahora está en peligro, ya sea un teatro, un negocio, una juguetería o una fábrica de sándwiches. Los que necesitamos abrir nuestras puertas para que alguien venga y nos compre o que tenga unos pesos para poder venir al teatro estamos complicados, si la gente no puede acceder a la comida, imaginate. A nosotros con este ajuste brutal es imposible que no nos vaya mal, lo más delicado es cómo cuidar a tantas personas que viven del teatro. No es solo con la cultura, están destruyendo toda la red productiva del país. Quieren olvidar que somos gente, no digo que antes estuviéramos bien, pero el camino tomado está expulsando a la gente del sistema.
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