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POLíTICA | 26-10-2020 19:46

10 años de Néstor: quién fue la primer persona que lo candidateó a Presidente

Eduardo Sigal fue su amigo y compañero en los primeros pasos nacionales del esposo de CFK. Anécdotas de la famosa "libreta" y las bromas pesadas del ex mandatario.

A fines del 2000 Néstor Kirchner, entonces gobernador de Santa Cruz se juntó a cenar con Eduardo Sigal, presidente del bloque de senadores de la provincia de Buenos Aires y con Alberto Fernández, actual presidente de la Nación. La idea era conversar sobre la difícil situación que atravesaba el país y empezar a trazar un proyecto que podría llegar a la presidencia en 2007. Hablaron de un plan a mediano y largo plazo, pero el contexto político, social y económico en que se sumergió la Argentina en el 2001, con las movilizaciones, los cacerolazos, la renuncia del presidente De la Rúa, la sucesión de presidentes, la crisis generalizada, aceleraron los tiempos. “El 2001 y 2002 fueron años muy intensos. Néstor era un obsesivo del trabajo, impresionante, no se desenchufaba nunca, ni sábados ni domingos. Le gustaba ir a un café en la calle Uruguay y Córdoba, le gustaba hacer las cosas así, mano a mano, explayarse. Podías hablar de cualquier cosa, te podía discutir o aceptar lo que le decías, porque no había testigos”, recuerda Sigal en diálogo con NOTICIAS.

En ese café se discutía sobre el armado del partido, a quien sumar, que riesgos tomar, que amplitud tener. “Néstor era muy confiado, muy de sumar a todos. Tenía tanta confianza en sí mismo, que estaba seguro de poder conducir esa diversidad política. Siempre discutía con los que veníamos de la izquierda, que somos más selectivos, sobre como teníamos que construir poder”, asegura el exsenador. “Te convencía o te llevaba a los empujones, si tenías ganas de que te lleven, sino te quedabas en el camino”, dice.

El 27 de octubre de 2001 se realizaron en Mar del Plata las jornadas “Nuevo Pensamiento Político y Argentino”, organizadas por el Frente Grande de la Provincia de Buenos Aires, en las cuales el gobernador santacruceño fue orador. Esa fue la primer gran actividad pública. “Ese día, y sin haberlo consensuado con él previamente, yo planteé que tenía que ser el futuro presidente de los argentinos, creo que fui el primero”, asevera y agrega “Néstor se bancaba todas esas cosas. Pero al otro día me llamó y me pregunto si yo estaba loco, que era demasiado pronto”.

“Yo estaba presente cuando le mentía a Cristina (Fernández) después de haber ido a un acto y le decía que había estado con 200 o 300 personas y solo habían asistido 20. La verdad hacíamos mil kilómetros para juntarnos con 30 personas. Al principio era soledad total”, dice. No puede olvidarse de una visita a Chacabuco. Allí habían conseguido un teatro donde entraban 600 personas y ni siquiera ocupaban la segunda fila. “Néstor (Kirchner) habló con una convicción como si el teatro estuviera lleno y cuando salimos lo llamó Cristina (Fernández) y le preguntó como le había ido, su respuesta fue “espectacular”. Era un optimista, sino no podía dar esas batallas”, sostuvo. En Chacabuco gobernaba Julián Domínguez, y Sigal recuerda que no les “dio ni la hora”, el peronismo del lugar “no los atendía” porque eran la expresión de la marginalidad.

Luego se fueron sumaron gobernadores, exgobernadores, y ya en el 2003 se incorporó gente que había trabajado con Néstor Kirchner en Santa Cruz, como el ingeniero Dante Dovena y Julio De Vido comenzó a coordinar los equipos técnicos. Finalmente se sumó Alicia Kirchner, hermana del candidato a presidente.

En enero de 2003, cuando se aceleraban los tiempos y las elecciones presidenciales estaban a la vuelta de la esquina, se discutió en el grupo más cercano a Kirchner si cerraban un acuerdo con el presidente Eduardo Duhalde. “Estábamos Néstor, (Carlos) Kunkel, Alberto (Fernández), Luis Llarregui, (Dante) Dovena, éramos siete u ocho. Estuvimos todo el día, Alberto iba y venía porque era el nexo con Duhalde. La conclusión fue que Argentina no aguantaba más, que teníamos que cerrar filas con quien era el presidente en ese momento, además tenía la estructura que le respondía, básicamente del peronismo, los gobernadores, los intendentes. Fue muy difícil la decisión porque se podía terminar en lo que todos decían en ese momento, que Néstor iba a ser el chirolita de Duhalde”, cuenta Eduardo Sigal.

 “El tenía en la cabeza la idea de cuatro años él, cuatro años Cristina (Fernández) y así sucesivamente. Porque con menos de veinte años en la Argentina no se lograba una recuperación productiva y social, había que tener un proyecto a largo plazo. Y la confianza entre ellos, por más diferencias que hubiese, era absoluta”, sostiene el dirigente político del Frente Grande.

Quien lo acompañó desde los inicios lo define como “un bicho de poder como pocos”, con la capacidad para tener diálogo y convencer a todos los sectores, aún a aquellos que se verían perjudicados. “Néstor estaba informado de absolutamente todo, desde la libretita famosa donde todos los días anotaba cuanto entraba al país, cuanto salía, cuanto tenemos, que se puede hacer, tipo almacenero que siempre lo cargaban con la libretita, todos los días llevaba eso y con eso pensaba los proyectos. Por ahí suena muy simple pero el controlaba todo. Tenía como un mecanismo, un sistema interno donde todos se reportaban a él, y podía discriminar si alguno lo estaba pasando o no”, comenta Sigal.

Ya como presidente, Néstor usaba las primeras horas del día para correr en una cinta. Siempre pedía que alguien lo acompañara, porque le gustaba hablar. Generalmente quienes lo acompañaban eran los secretarios. Kirchner se levantaba temprano y despertaba a la gente. “Nosotros a los secretarios los llamábamos espartacos, porque eran como esclavos, muchas veces se quedaban a dormir en Olivos y los despertaba a las cinco, seis de la mañana a correr, caminar, hablar o hacer el plan del día. Después apareció gente multimillonaria, que en ese momento eran secretarios”.

 “A Néstor la política lo divertía, no era traumático. A diferencia de Cristina (Fernández) que no soporta la vida partidocrática, los dirigentes, los partidos, Néstor tenía vínculos con todos incluso con aquellos que los podían engañar. La pasaba bien con el grupo, era jodón, solía correr a (Dante) Dovena alrededor del escritorio para darle unos trompazos en joda. Le gustaba estar con la gente, ya sean veinte o doscientos, disfrutaba mucho de la compañía de sus hijos y le preocupaba su formación”, dice Sigal recordando a quién consideró un amigo. “El día que murió se fue un tipo que uno compartiendo o no proyecta muchas cosas en la vida. Admiración, respeto, liderazgo y enseñanza. Si él no hubiese muerto, en 2011 hubiera sido presidente”.

 

*Por Carla Villalba, alumna de segundo año de la Escuela de Comunicación de Perfil

 

 

        

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