Thursday 5 de December, 2024

POLíTICA | 31-01-2023 08:46

Celac: trastienda de una cumbre polémica y con un final adverso

Bronca con Santiago Cafiero y el misil de Wado de Pedro contra el Presidente. Lula incómodo por la interna.

Juan Domingo Perón decía que la verdadera política era la política internacional. Alberto Fernández, al que siempre se le discutió su interpretación de las ideas del General, parece haber entendido esa máxima mejor que nadie. El Presidente siempre se sintió más cómodo y más suelto hablando entre sus pares de la región o de Europa que teniendo que lidiar con el fuego de la interna.

Por eso es que la cumbre de la CELAC, la comunidad que alberga a países de Latinoamérica y el Caribe que esta vez tuvo sede en Argentina, era central para Alberto y para su estrategia reeleccionista. Y, a contramano de la versión que la Casa Rosada intentó instalar, el tiro salió por la culata. Y no sólo reavivó el fuego amigo sino que dejó un tendal de heridos. 

Para entender esta historia, y sus consecuencias, hay que volver a enero de 2022. En aquel momento, el México de Andrés Manuel López Obrador le cedía la presidencia de la CELAC a Argentina. Para Alberto, que hasta ese momento solo tenía una vidriera internacional para mostrarse -el devaluado Grupo de Puebla, donde apenas hay tres mandatarios en actividad y el resto son todos ex funcionarios-, estar al frente de este organismo era un trofeo más que importante.

Esta comunidad está integrada por los jefes de Estado de 33 países, entre los que están los más poderosos del continente, y la presidencia de ella le permitía al mandatario mostrarse no sólo ante los países vecinos sino utilizar esa plataforma para dar saltos de alto nivel internacional. Un ejemplo: Fernández nunca tuvo una reunión bilateral con Joe Biden -y lo más probable es que de esa manera termine su gestión- pero sin embargo el argentino sí fue invitado a la Cumbre de las Américas, un evento central en el que consiguió la ansiada foto con el estadounidense.

A esa reunión de alto vuelo en Los Ángeles no fue invitado en calidad de Presidente de Argentina, sino en calidad de mandatario de la CELAC. Esta era la verdadera ventaja de estar al frente de esta institución, y por eso Fernández y su equipo hicieron tantos esfuerzos para no perder el lugar.

Hay que, también, tener un ojo puesto en el futuro. En mayo del año pasado, durante su gira por Europa, Alberto había tenido una reunión bilateral con Pedro Sánchez. En ese encuentro el argentino y el español habían comenzado a confeccionar la idea de armar, para mitad del 2023, una novedosa cumbre que incluiría a todos los países miembros de la CELAC y a todos los miembros de la Unión Europea. Era una apuesta interesante, cuyos dos grandes organizadores serían Sánchez y Fernández ante los ojos del mundo entero, y con un timing para nada inocente: ese encuentro caería muy poco tiempo antes de las elecciones nacionales.

Por esto es que durante gran parte del año pasado, y hasta el viernes previo a la cumbre que tuvo lugar el martes 24 en el Hotel Sheraton de la Ciudad, Fernández y la Cancillería que comanda Santiago Cafiero hicieron denodados esfuerzos en renovar la presidencia de la CELAC. Este organismo tiene presidencias que rotan al término de un año, pero -como demostró México que estuvo por dos períodos seguídos al frente- si un país se maneja con cintura puede lograr renovar.

A contramano de la idea que intentaron instalar desde la Casa Rosada -que la cumbre fue un éxito y que la idea de pasarle la presidencia al pequeño país caribeño de San Vicente y las Granadinas había estado arreglado y que fue consensuada- el albertismo intentó hasta última hora retener el puesto.

En el chat de Whatsapp que mantienen los coordinadores de cada nación de la CELAC, que tuvo mucha actividad en las últimas semanas, los enviados argentinos insistieron con que Argentina debería renovar. Los esfuerzos, en el mundo de la diplomacia internacional que se maneja con mucha cautela y protocolo, parece que fueron excesivos. Al menos así lo entendió México, que hizo circular un comunicado entre distintos referentes latinoamericanos donde criticaba con dureza al Canciller.

Lo apuntaban a Cafiero por detener “todos” los proyectos que México había iniciado cuando estaba al frente de la CELAC, por haber frenado la emisión de comunicados conjuntos, por no presentar ningún proyecto en concreto para esta cumbre, por haber fracasado en el intento de institucionalizar ese organismo, y, sobre todo, por haber intentado detener la candidatura de San Vicente haciendo gestiones “al más alto nivel”. Que López Obrador no haya asistido a la cumbre en Argentina, se ve, no fue ninguna casualidad.

Más allá de que Fernández no pudo lograr su cometido, es interesante el modus operandi con que se manejó: procuró estirar la definición sobre el presidente sucesor hasta último momento, y complejizar la resolución para que no hubiera un candidato claro y lo eligieran a él casi por default. ¿Estará pensando en esa misma estrategia para las elecciones nacionales?

Y por casa. La reunión, además, repercutió en la interna del Frente de Todos. Esa crisis giró, esta vez, sobre la figura de Lula, que ya había sufrido las consecuencias de esta guerra. La primera vez fue cuando vino al país, a finales del 2021, y quedó tironeado en plena Plaza de Mayo en un acto entre Alberto y Cristina, y la segunda cuando se puso una gorra con la leyenda “CFK 2023” el día en que ganó las elecciones brasileñas, imagen que dio que hablar. Acá hay que hacer una salvedad: Lula no es solamente un señor mayor y simpático, como algunos lo quieren pintar, sino un animal político en toda regla. Cada gesto que haga hay que entenderlo en ese sentido.

Por eso es que a muchos en el Frente de Todos les llamó la atención la idea que hizo correr el albertismo de que el brasileño le había dicho a Fernández que él apoyaba su reelección. Una idea similar sostiene, en privado, Daniel Scioli, que dice tener el apoyo de Lula. De cualquier manera, ninguna de las dos cosas dijo el recién electo presidente en público, donde se limitó a hablar de las diferencias que tiene con la “extrema derecha”.

Sin embargo, la gran novela de esta cumbre fueron las idas y vueltas sobre un encuentro entre CFK y Lula. Para el kirchnerismo ese mano a mano no sólo era importante a nivel político -en momentos en que Alberto parece haber monopolizado la relación y el afecto del brasileño- sino también a nivel simbólico. “Sufrió hace poco un intento de asesinato, no estuvo bueno que Lula no se haya tomado un rato para verla”, dicen en este mundo, y ponen un manto de dudas sobre las intenciones del albertismo a la hora de armarle al presidente vecino una recargada agenda en sus dos días en el país.

Desde la Casa Rosada le bajan el precio a esta versión y aseguran que no había lugar para nada más, y que las condiciones de seguridad -acá hay que tener en cuenta que Lula viene de sufrir un intento de desestabilización en su país- implicaban que los mandatarios no pudieran salir del hotel en el día de la Cumbre. Cristina le había ofrecido a Lula recibirlo en su despacho en el Senado -como recibió al boliviano Luis Arce y al colombiano Petro-, Lula le retrucó verla en el Hotel, pero no hubo quorum.

Sin embargo, la teoría de que el problema fue el reloj no parece resistir. Al día siguiente de que termine la cumbre en Argentina, Lula fue a Uruguay a tener una reunión con Lacalle Pou y, ahí sí, se tomó un rato para viajar hasta la chacra en la que vive el ex Presidente José “Pepe” Mujica. Las conclusiones se sacan sólas.

Pero esa no fue la única herida que quedó abierta. En el frente interno se desató una guerra luego de que el ministro de Interior, Wado de Pedro, no fuera parte de la recorrida que hizo Lula por la Rosada, el lunes 23. A de Pedro eso le molestó, pero la gota que revalsó el vaso fue porque esa agenda incluía una reunión entre el brasileño y organismos de Derechos Humanos.

A él, que es hijo de desaparecidos, esa jugada le cayó pésimo, y mandó a que su gente hiciera circular un durísimo off entre los medios. Ahí acusaba al Presidente de “no tener códigos” por no haberlo incluido en un “tema que tiene que ver con su historia”, y que la razón para no hacerlo era por que “Alberto lo ve como un competidor para las próximas elecciones”. Una devolución de gentilezas que incluyó una trompada por abajo de la cintura. Desde el albertismo dan otra versión: dicen que esa agenda la armaron los organismos de DDHH, por lo que la bronca de Wado no tendría razón de ser.

Futuro. En el horizonte aparece el regreso de la UNASUR, el organismo de integración sudamericano que Lula pidió volver a levantar. Alberto, hasta el viernes previo a la cumbre en el que se dio cuenta que no iba a poder reelegir, prefería quedarse con la CELAC y no volver a la UNASUR, como ya le había adelantado al brasileño cuando mantuvieron una reunión el día de la victoria de Lula.

Es un misterio cómo se desarrollará ahora la relación entre los presidentes, que hasta ahora era sólo protocolar -con Lula fuera del poder- y ahora deberá ser entre jefes de Estado. Encima, la Casa Patria Grande, el organismo estatal que es el articulador entre los países latinoamericanos, está fuera del ámbito de Cancilleria desde el 2020 y tiene todavía bienes de la vieja UNASUR demorados en la Aduana. Hay flancos abiertos por todos lados.

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Juan Luis González

Juan Luis González

Periodista de política.

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