El 4 de octubre, el empresario Cristóbal López dejó la penitenciaría de Ezeiza tras 570 días en prisión preventiva por tres causas. Pero 19 días después, volvió.
Esta vez no fue a quedarse, sino a visitar a otros internos que continúan detenidos, a pesar de la ola judicial que liberó a varios ex funcionarios y empresarios K. Así lo contó en su cuenta de Twitter Roberto Baratta: “Muchas gracias de corazón amigo y compañero Cristóbal López por venir a visitarnos esta mañana a la cárcel de Ezeiza”, escribió el ex subsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación. Y completó: “Este mensaje no es solo mío sino de todos los que estuvimos hoy con vos, gracias de corazón”.
No era un día más para el ex funcionario. Horas después de la visita de Cristóbal estallaría en los medios una bomba periodística que lo comprometió aún más: los cuadernos originales de Oscar Centeno, el ex chofer de Baratta, fueron entregados por el periodista Diego Cabot al fiscal Carlos Stornelli, que investiga los casos de corrupción relatados en esas páginas.
Eso sí, Baratta, quien fuera mano derecha de Julio De Vido, no hizo referencia a la novedad judicial que echó por tierra una de las defensas mediáticas que el kirchnerismo hacía de la causa, a la cual llamaban “de las fotocopias”, para dejar en evidencia que los cuadernos no habían aparecido, a pesar de que luego hubo una gran cantidad de arrepentidos que confirmaron la veracidad de muchos de los hechos que Centeno relató durante una década.
En una época donde la esperanza de recobrar la libertad se renovó, el apoyo de Cristóbal a Baratta no fue menor. Por eso, a pesar de las pálidas noticias que recibió durante el día, quiso dejar en claro que la visita de su amigo lo había reconfortado.
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