Dante Gebel está por llegar a las tres horas arriba del escenario. Enfundado en un traje negro que parece caro, ya bailó, cantó temas de Julio Iglesias y José Feliciano, imitó con voz aflautada a su madre, lanzó algún chiste velado sobre Javier Milei y Patricia Bullrich, citó a Neruda y a Shakespeare, proyectó imágenes de Diego Maradona, mostró fotos de la humilde casa de San Martín en la que se crió y, sobre todo, hizo estallar de risa al público que esta noche lo vino a ver. De hecho, hizo de todo menos lo que uno espera de un pastor evangélico, mote del que hace años se intenta apartar: “Jesús” apareció por primera vez a los 40 minutos del show, en una mención casi al pasar, y hay que esperar hasta el final del evento para que recite el “sermón de la montaña”, una de las prédicas del hijo de Dios más famosas. Si algún asistente no estuvo atento o si se fue antes de que el “influencer” -como prefiere llamarse- terminara, podría pensar que lo que fue a ver es una obra mitad standup y mitad late night show. “Veo que acá hay algunos con caras largas, que están sacando el 'espiritualómetro', esperando que hable más de la Biblia, que deje los chistes, bueno, esto va para todos ustedes”, dice Gebel para la mitad de la obra, antes de ponerse a cantar alguna balada clásica de los ochenta, en una risa cómplice con su propio público.
El primero en ser consciente de este juego es Gebel. Él define a sus apariciones teatrales, mediáticas -como el programa que tiene en Canal 13, producido por Mario Pergolini, y en Radio 10- o en las redes -donde tiene tantos seguidores que ya llegó a las mil millones de reproducciones- como “un caballo de Troya”. “Es una tarea evangelística, donde puedo llegar a gente que de otro modo no podría llegar, lo hacemos adrede, para que no tenga ese tinte religioso y que la gente diga 'che, este es otro pastor que hace ofrendas'”, contará luego en el River Church. Ese es un estadio en California, Estados Unidos, con la última tecnología y capacidad para casi 5.000 personas que le pertenece a su fundación donde hace dos servicios cada domingo desde hace 15 años pero con un enfoque más “evangelístico”. Ahí Dios, la Biblia y Jesús son mucho más protagonistas, y los encuentros suelen cerrar con una oración y con las manos de los fieles apuntando al cielo. Esta búsqueda, con una pata en lo cultural y otra en lo espiritual, no es festejada por todo el mundo: algunos evangélicos más clásicos susurran por lo bajo cuando ven a Gebel haciendo una de sus gracias.
En cambio, “Presidante”, el tour que acaba de terminar con dos Gran Rex repletos y que dio vuelta por toda Argentina a sala llena, está pensado para todo tipo de público. O para todo tipo de votante: el show -“no es otra clásica campaña política”, es la bajada- gira alrededor de lo que Gebel haría si “fuera Presidente por un día”. Aunque la sinopsis promete algo más concreto de lo que en realidad es -el pastor/influencer se explaya sobre “cinco medidas” bastante abstractas, como el hogar, la vejez y la muerte-, lo importante no es lo que se dice sino lo que se corea. “Presidente, presidente”, grita su público en varios momentos del show. “Me gustaría que se meta, tiene a Dios de su lado”, cuenta “Martita”, una señora de ochenta años que se emocionó hasta las lágrimas con el evento, en especial porque Gebel se acercó a firmarle una Biblia cuando terminó. “A mi me gusta Milei, lo voté siempre, pero si se presenta Dante iría con él”, aporta Juan, un treintañero que se dedica a la venta online de cubanitos caseros."Todavía no me pueden votar, pero quién sabe lo que tiene la Providencia pensado para un futuro”, es la respuesta que da Gebel durante el show, parecido a lo que viene contestando en distintas entrevistas. Aunque con María Laura Santillán dio un paso más y dijo que “estaría dispuesto, me gustaría, no necesariamente presidente, pero me gustaría hacer algo más oficial”.
Sin embargo, ni él ni sus fans son los únicos que tienen esta idea dando vueltas. Un scrum peronista ya está trabajando para animarlo a dar el paso final, mientras que sus contactos en los medios ya le garantizaron cobertura, además un dinero que se derramó incluso en las redes y que tiene a distintos tuiteros dándole difusión. A esto se le suma el crecimiento evangélico en el país, que araña al 20 por ciento de la población, y que desembarcó por primera vez con fuerza en el Congreso. Y a todos los involucrados en esta trama los atrapa la misma pregunta: ¿si un economista marginal e inestable como Milei llegó al Gobierno, por qué alguien como Dante Gebel no?
Biografía.
Todo comenzó con un milagro. Uno en el sentido estricto del término. El 1° de mayo de 1975 Gebel tenía siete años, el síndrome de Asperger diagnosticado y la vida a punto de caersele encima: su madre atravesaba un cáncer terminal sin ninguna posibilidad de supervivencia, mientras que su padre se hundía cada vez más en el alcohol. Pero aquel día pisó por primera vez una iglesia en Del Viso, en el conurbano profundo, y sucedió lo imposible. Un pastor les “presentó al Señor” y su mamá “fue sanada”. Desde entonces Dante jamás se pudo despegar de la religión, y no por casualidad terminó dentro de las filas del pentecostalismo evangélico: dentro de la gran familia que es esta religión, esta rama es la que entiende a los milagros y a las señales del Espíritu Santo como algo que puede aparecer en cualquier momento, y puede curar, dar trabajo o sanar una pareja. Marcos Carbonelli, investigador del Conicet y autor del libro “Los evangélicos en la política argentina”, calcula que el 90% de los evangélicos locales son pentecostales o neopentecostales. Gebel, de cualquier manera, no incorpora las sanaciones a sus servicios ni a sus shows.
Él no fue el único de la familia al que lo marcó la increíble recuperación materna. Luego de eso Diego, otro de los cuatro hermanos, también se convirtió en pastor evangélico. Diego Gebel murió en el 2010, pero antes llegó a hacerse una fama en este mundo, aunque distinta a la de Dante. “Pastor en los márgenes”, se titula una detallada crónica que escribió en 2008 Leila Guerriero sobre él, donde cuenta los servicios que hacía con gays, travestis, prostitutas e incluso en el boliche nocturno Cocodrilo.
Es evidente que en la familia no todos pensaban lo mismo. En una carta que escribió “muy enojado” en el 2010, en la que se presentaba como “pastor y evangelista”, Dante criticó la ley de matrimonio igualitario: “Pienso lo que obviamente debemos pensar los hombres de Dios: es una clara aberración, un retroceso (aunque los periodistas que la van de 'progres' tienen el doble discurso hipócrita de llamarlo 'avance de un país democrático' pero la mayoría rompería en llanto si su propio hijo le confesara su homosexualidad), siento la bronca que tenemos todos los cristianos que defendemos la integridad y los valores morales”.
Estas posturas -como la que también tiene sobre la legalización del aborto-, ¿significan que Gebel es un conservador dentro de los evangélicos? Para muchos, es todo lo contrario: su meteórico ascenso lo hizo rompiendo moldes dentro de este mundo. Para los noventa hacía “La chaveta cristiana”, viñetas de humor que él mismo dibujaba, luego siguió con “Línea abierta”, un programa radial que terminó en la televisión pública -luego de un llamado de su amigo “el Puma” Rodríguez al entonces presidente Carlos Menem- que tuvo tanto éxito que fue bautizado como “el Tinelli evangélico” y para 1996 tuvo el hit que lo catapultó a otra liga. Ahí fue cuando hizo su primer “superclásico de la juventud” en una cancha de Vélez repleta, un encuentro donde tocaban bandas -evangélicas y otras populares, como Palito Ortega o Ricardo Montaner- y luego llegaba él con su show. Desde entonces hasta el 2013 llenó tres River Plate (1997, 2005 y 2013), otro Vélez (2004), Boca (2000), el estadio Único de La Plata (2011) y hasta el Obelisco, en 1998. “En la escena local la figura ineludible en la producción de una primera síntesis exitosa y a gran escala del enfoque en el que convergen la comedia y el púlpito es el pastor Dante Gebel. Sus productos culturales trasladan los medios técnicos, pero también las pautas estéticas y expresivas de los shows televisivos a las campañas evangelísticas”, sostiene Joaquín Algranti, investigador del Conicet y profesor de la UBA.
Para 2009 Gebel decidió hacer una mudanza a Estados Unidos. Con su familia -esposa y tres hijos- se instalaron en California, donde se sumó como “pastor del ministerio hispano” a la iglesia Catedral de Cristo. Para 2015, luego de “pastorear” de manera itinerante durante un tiempo, llegó el salto con la compra del River Arena. Según publicó el sitio Dataclave, en el registro de empresas Gebel inscribió seis en los últimos años: Dante Gebel Ministries INC, River Church USA Incorporated, Open Line Group LLC, Favorday, Dante Gebel Ministries Inc en Weston y DMG Entertaiment Group Corp. En algunas de ellas los socios se repiten y solo una se mantiene activa: River Church, en sociedad con el pastor Rich Guerra quien, a su vez, tiene registradas 169 iglesias-empresas más. Según cuenta el propio Gebel, desde 2020 en adelante donó 46 millones de dólares a todo el mundo. Sus ingresos, dice, son como los de cualquier trabajador privado: lo que vende en sus shows -salvo los que hace en Argentina, donde dona todo lo recaudado a una fundación de cada ciudad a la que va-, sus libros y los ingresos por las redes sociales como Youtube, donde sus clips alcanzan fácil el millón de visitas.
Rosca.
Jorge Lanata murió a fines de 2024. Antes, en un encuentro en el que se habló de Dios y la muerte, llegó a expresarle a Gebel uno de los deseos que tenía: verlo en la política argentina. “Si te mandás, yo quiero ser parte de tu equipo”, le dijo el periodista. Pergolini, que no sólo lo produce sino que lo acompaña como una sombra, fue el único testigo de esa conversación.
El hombre de Dios tiene roce con la política desde hace tiempo. Daniel Scioli lo llama su “amigo”, ha entrevistado al libertario Agustín Laje en su programa y hasta bendijo al salvadoreño Nayib Bukele el día en que asumió su segundo mandato, luego de que este pasara por encima a toda la división de poderes de su país. Ahora a Gebel lo tientan para dar un paso más. Cerca suyo trabajan el sindicalista Juan Pablo Brey -que arrea a una parte de Fuerza Argentina, una agrupación peronista donde están desde el metrodelegado Néstor Segovia al dirigente K Gabriel Mariotto, aunque este por ahora dice que el influencer espiritual no es su candidato- y el legislador porteño Eugenio Casielles, uno de los miembros fundadores de La Libertad Avanza, entre otros. Los carteles de Gebel candidato ya se pueden ver cerca del Congreso y de la autopista 25 de mayo. "Tiene potencial, se tienen que dar varias condiciones pero entre los muchos escenarios que hay creo que tiene chances de ser algo positivo incluso para cambiar la lógica de la dinámica política, una figura sanadora para el sistema político argentino", aporta el liberal Yamil Santoro, que el martes 9 fue a ver el show al Gran Rex en el que estuvieron también otros que en su momento fueron cercanos a Milei, como Álvaro Zicarelli o Emanuel Dannan.
La mezcla de todos estos vectores -religión, política, medios y redes- desató una larguísima serie de rumores y especulaciones en el círculo rojo apenas su nombre empezó a sonar. Algunos ven a Gebel como parte de “un plan de la CIA”. En el kirchnerismo otros piensan exactamente lo contrario: es parte de una jugada del Gobierno para “dividirle votos” al campo nacional y popular. De varios lados sospechan que detrás de toda la jugada está Sergio Massa, que viene de apuntalar en el 2023 la candidatura de Milei para dividirle votos a la oposición. Muchos laicos, que no conocían antes a Gebel, ven dinero evangélico atrás de todas las publicaciones y notas sobre el posible candidato. Las teorías conspirativas son tantas que no alcanzan a entrar en esta nota, pero prueban algo: el influencer religioso se instaló con fuerza en la conversación pública, y hasta ya recibió las primeras críticas del pastor Walter Serantes, presidente de la Unión de las Asambleas de Dios, y del ex pastor Gabriel Ballerini, hoy militante de Milei.
Por ahora, Gebel no tiene nada definido -o eso al menos es lo que dice-, salvo que quien va a marcar su futuro es el propio Dios. “Sería su jefe de campaña”, bromean cerca suyo.
Fenómeno.
La posible candidatura de Gebel hace juego con algo que viene pasando en el país. Los evangélicos crecieron más del doble desde el 2008 y hoy alcanzan a casi el 20% del país. Aunque vienen de distintas procedencias y la mayoría no se conocía de antes, en el Congreso hay, por primera vez, una fuerza evangélica: dos pastoras son senadoras, mientras que en diputados hay siete. Todos pertenecen al oficialismo, que viene estableciendo una relación con este mundo: en junio Milei le dio, vía decreto, la personería jurídica a las iglesias evangélicas -el avance institucional y legal más importante de esta religión de la historia local-, invitó a pastores a orar en la Casa Rosada por primera vez desde que regresó la democracia argentina, se reunió en su despacho con Franklin Graham, el hijo de Billy, pastor evangélico ultraconservador estadounidense, y hasta inauguró el templo del controvertido pastor Jorge Ledesma en Chaco. “Los evangélicos crecen ahora por lo mismo que crecen hace 120 años: entienden la relación entre los sujetos de la sociedad y lo sagrado, y su forma institucional les permite que haya discursos para todo tipo de sujetos”, aporta el sociólogo y antropólogo Pablo Semán, quizá la voz más autorizada dentro de los que estudian este campo. Por ahora, lo único que falta es un pastor evangélico de candidato presidencial. Quizá sea sólo una cuestión de tiempo.














Comentarios